¿Dónde nace el arte?, se cuestiona la curadora venezolana Mariela Lairet, y tal vez sea la naturaleza la opción más certera que podría responder su pregunta, pues esta siempre ha sido la evidente musa de innumerables aportes artísticos de la humanidad. En consecuencia, las formas de representarla se adentran en un vórtice de posibilidades, pues con el pasar de los años, la creatividad y contexto social de los artistas han influenciado las maneras de expresar su significado.
“Entre la naturaleza y el paisaje” es la muestra que nos invita a entablar una diferencia de lo que significa la naturaleza para cada uno. Por este motivo, Lairet decidió recopilar las piezas de 16 artistas que trabajan esta temática mediante un análisis profundo de términos como el desplazamiento, memoria, frontera, arraigo, entre otros conceptos clave.
Como una de las más recientes exposiciones tras la reapertura del Museo Amano, durante el mes de noviembre también se realizarán una serie de actividades abiertas al público en torno al asunto de la muestra.
Realizamos un detallado recorrido por cada una de las obras de los artistas Carolina Bazo, Jorge Cabieses, Melissa Dupont, Pablo “Chiqui” García, Daniel Martínez, Pablo Patrucco, Gianna Pollarolo, Giacomo Rizzo, Juan Ortiz, Ana Elisa Sotelo, Marcos Temoche, María Pia Torrejon, Jana Ugaz, Alice Wagner y Ale Wendorff.
Una miscelánea al natural
Apenas ingresamos a la exposición, la artista Jana Ugaz nos sumerge en una combinación de colores mediante sus collages de papel intervenido con tinta y acrílico sobre lienzo. “Abril”, “Mayo” y “Junio” son formas coloridas con relieve, reflejando lo pequeños y vulnerables que nos podemos llegar a sentir en la inmensidad. La artista busca que sus trabajos se sostengan como una invitación a reconocer las infinitas posibilidades y la necesidad de crear, para no olvidar que siempre hay cosas por descubrir.
Al avanzar un poco más, nos topamos con los dibujos a técnica mixta de María Pía Torrejón, una combinación de arquitectura, planeamiento urbano y diseño. Sus piezas generan tensión en los espacios urbanos más predecibles, pues, de acuerdo a Mariela, la artista visual busca demostrar que la globalización y los nuevos patrones de movilidad y consumo requieren una administración de los espacios que generan seguridad antes que bienestar.
Moviéndonos hacia la técnica del bordado, Daniel Martínez emula la piel de origen animal de una manera muy particular. “Sus obras se relacionan con el patrón biológico ‘Turing’ que se encuentra en la naturaleza de muchas formas, además de algunos toques de estilo precolombino, acercándonos a nuestras raíces latinoamericanas”, explica la curadora.
Casi de manera inmediata, nuestra atención se fija en las fotografías de Carolina Bazo, en las que cromáticamente destaca el performance que la misma artista desarrolla y protagoniza a través de un patrón en el desierto. “Carolina se encuentra in situ en el lugar, suele hacer sus performances en exteriores, recreando personajes y distintas situaciones según el escenario que haya escogido, generalmente en espacios solitarios”, agrega Mariela.
Las piezas del artista multidisciplinario Pablo ‘Chiqui’ García son objetos realizados con madera recuperada de la selva, los cuales están estrechamente conectados con la naturaleza y cosmovisión preinca. Uno de ellos es un pallar –fabricado con madera huayruro–, alimento utilizado por la cultura Mochica como oráculo de sus divinidades; y el otro es un ala de cigarra, fabricado con madera capirona.
Ubicada en la habitación consiguiente, la fotografía de Ana Elisa Sotelo se centra en el género, feminidad, la cultura y la relación del ser humano con el mundo natural. “Su trabajo nace a partir de la documentación fotográfica aérea del grupo de nadadoras Las Truchas, fundado durante la pandemia. Las imágenes nos llevan en un recorrido de distintos cuerpos de agua a lo largo del Perú: desde el Mar de Grau, las aguas del río Nanay en la Amazonía, la Bahía de Paracas, hasta las cálidas aguas del mar del norte peruano”, cuenta la curadora.
Exactamente al lado se exhibe una fotografía de Alice Wagner, quien trabaja cambiando, desapareciendo o transformando objetos de su simbolismo original, reconstruyendo una nueva historia. ¿Puede un rompecabezas convertirse en taza? Alice lo hace posible. Apuntando a todas las formas y atribuciones posibles que un objeto puede llegar a padecer, ella se aleja de la pureza conceptual radical.
Delante de esta, una pintura sobre lienzo en un marco ovalado nos relata un día de playa en un caluroso verano limeño. “Para Pablo Patrucco, el contacto del ser humano con la naturaleza es una de sus mayores inspiraciones, cómo uno se mueve frente a esta y de qué manera nuestro comportamiento varía en exteriores”, agrega Mariela.
Ale Wendorff nos presenta siluetas femeninas en acrílico sobre lienzo, representando la naturaleza humana con un resaltante color azul. Su arte es fuertemente autobiográfico, pues refleja desde su intimidad la sociedad que la rodea, con un imaginario propio y reconocible poblado de figuras arquetipales y singular simbolismo, con reconocibles influencias del collage dadaísta, el arte bruto y el surrealismo.
Las piezas en silicona y yeso de Giacomo Rizzo llaman la atención por su peculiaridad, al ser restos de artefactos utilitarios que el artista ha venido seleccionando y recogiendo de diversos botaderos de basura en los alrededores de la zona o adquiridos al por mayor en algún mercado de la ciudad, resaltando así su posición contrapuesta al empleo de la tecnología aplicada en las producciones del arte actual.
En el caso de Marcos Temoche, es el territorio y los procesos migratorios los que lo inspiran a la hora de crear una propuesta artística. “Territorios Extendidos surge a partir de mapas y zonas limítrofes, Marcos desarrolla un trabajo pictórico, donde se plantea la transformación, adaptación y expansión del territorio en base a los diferentes procesos migratorios”, cuenta Mariela. El artista nos invita a reflexionar sobre nuestra percepción del país, la apropiación del espacio público y la transformación de la realidad que nos rodea.
Adueñándose de la pared al fondo de la sala, se levanta la obra de Juan Ortiz: una pintura en técnica mixta que une al óleo, al bordado y al collage en una sola pieza que grafica al reino animal. “El artista suele trabajar con la biodiversidad y animales, esta obra representa a la cadena alimenticia de estos seres vivos, resaltando en la fuerza y lucha de supervivencia de cada uno”, agrega la curadora.
El trabajo de la artista Gianna Pollarolo suele viajar un poco más lejos de los evidente, pues se inspira en los astros, átomos y el universo en general, girando alrededor de las imágenes generadas por la ciencia y tecnología. En este caso, presenta “Teoría de cuerdas”, una representación de líneas grabadas en metaloide.
Aterrizando nuevamente en el plano abstracto, Martín Morales construye sus imágenes mediante la yuxtaposición de delgadas franjas de colores que generan una dinámica de interacción cromática. “En ‘Cubo azul’, Martín trabaja con el movimiento, las líneas y las fuerzas energéticas, representando la grandeza del paisaje con la iluminación natural de la luna, mediante efectos de luz de forma impresionista”, cuenta Mariela.
Cerca al centro de la sala de exposición, encontramos la pieza de Jorge Cabieses, quien suele rescatar objetos sin uso aparente para convertirlos en arte. En este caso, nos presenta un tapiz intervenido por un óvalo de pintura negra y celeste. De acuerdo a Mariela, a partir de planos, líneas y campos de color, él construye una obra pictórica que cuestiona la mirada del espectador y la lleva hacia nuevos significados donde la imagen, a veces oculta por la propia geometría, se ve proyectada hacia otras realidades.
Finalmente, el arte de Melissa Dupont es una conversación entre la arquitectura y el diseño, su pieza resalta por sus cerámicas quemadas en forma de corales, las cuales se encuentran ubicadas en una instalación que se asemeja a una figura urbana. “Su obra tiene bases en la geometría abstracta y el minimalismo; explorando el espacio, el color y sus posibilidades”, concluye la curadora.
Lugar: Museo Amano.
Ubicación: Calle Retiro 160, Miraflores.
Fecha y hora: Martes a domingo de 10:00 a.m. a 5:30 p.m.
Abierto hasta el 28 de noviembre. Ingreso libre.
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