En el 2012 lanzó Sexuantes, el primer festival de pospornografía celebrado en el Perú. La palabra ‘posporno’ puede sonar obscena y sin duda está en fase con el personaje: Héctor Acuña, mejor conocido por el nombre de su álter ego Frau Diamanda, es un emblema del circuito local de performance y música experimental, y lleva más de una década agitando la anquilosada imaginación sexual limeña con su histérica y turbadora presencia escénica. Pero el posporno no es una muestra más de irreverencia subte o una nueva moda en la industria del porno. Es, en realidad, “una crítica directa a la pornografía convencional que todos conocemos y consumimos”, en palabras de la popular drag queen.
Intrigados por el carácter combativo de esta propuesta, nos sentamos a conversar con Acuña, quien se prepara para lanzar la sexta edición del festival Pornífero, que reunirá un importante conjunto de trabajos audiovisuales y performativos relacionados con la pospornografía.
¿Cuál es problema con el porno tradicional?
El problema de fondo es que la pornografía está diseñada, básicamente, para el placer del hombre heterosexual: hay un goce, genitalizado, que no contempla otras variantes del deseo. El posporno, en cambio, explora nuevas formas de sexualidad a partir de la emancipación del cuerpo de la mujer, que siempre ha sido objetivada en el porno, y de las minorías sexuales. Por eso considero que lo que hacemos es un tipo de acción política. Es un manifiesto político del cuerpo.
¿Cómo se traduce esto en términos de performance o en el plano audiovisual?
Lo interesante del posporno es que, si bien puede adoptar formas de representación relacionadas con la pornografía, como escenas de sexo explícito, no tiene un fin únicamente masturbatorio: lo importante aquí es experimentar con el cuerpo, crear nuevas formas de disidencia sexual y pornografías alternativas que estén pensadas en función de los deseos de los cuerpos subalternos.
¿Es imposible, entonces, un posporno heterosexual?
Ese es un tema polémico, pero yo creo que todo depende de cómo se asume la pornografía. Hay prácticas, por ejemplo, que son afines al posporno que se ejercen entre gente heterosexual. Lo que queremos evitar es simplemente caer en el juego de reproducir siempre las mismas fantasías del macho-blanco-occidental-heterosexual que, de un modo u otro, están conectadas con formas de producción propias del capitalismo.
El sadomasoquismo es el tema en el que se va a centrar la sexta edición del festival.
Me interesa porque siempre ha estado presente en mi trabajo como performer y videoartista, pero también porque, de manera implícita, está conectado con la cultura y la sexualidad convencional. Las ideas de sumisión y de dominio, de roles en el placer, están en todas partes. Y yo creo que son ideas políticas porque en toda relación de amo y esclavo hay una negociación: ¿Hasta qué punto vas a hacer daño? ¿Hasta qué punto piensas ceder ?¿En qué medida se pueden intercambiar los roles? Lo curioso es que a pesar de esta suerte de asimilación, el sadomasoquismo sigue siendo una forma de sexualidad que no se comprende muy bien. Aún nos cuesta aceptar una sexualidad liberada de un componente romántico.
Hablando de aceptación, ¿cómo ha sido la respuesta del público ante este festival?
Ha sido mejor de lo que esperaba. Hay un interés de públicos diversos: gente que está metida en la experimentación sexual, gente que está más interesada en esto desde un punto de vista académico, gente LGBT. Incluso hay personas muy mayores que van a los conversatorios que doy. Hace poco , por ejemplo, estuve en un encuentro sobre diversidad sexual organizado por la Universidad Cayetano Heredia y había una señora de unos 80 años que me aplaudió muchísimo cuando presenté mi trabajo sobre posporno. Luego nos sentamos a tomar un café. La señora era maravillosa... Ella me decía que también hay un estigma con el cuerpo de los ancianos. Y es verdad: la vejez está como relegada en el imaginario sobre la sexualidad y, por lo tanto, encaja con el posporno. Uno piensa que no tienen sexualidad pero sí la tienen. Por eso, la próxima edición de Pornífero se va a centrar en esos temas. Lo más importante, a fin de cuentas, es que todos estos cuerpos relegados, subalternos, al fin podamos tener acceso a narrativas que nos den un placer audiovisual propio.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Cholo Art & Fun (Av. Bolognesi 198, Barranco), Día y hora: Sábado 30 de enero a partir de las 8:30 p.m. Entrada: S/ 10.