La película es del 2019 pero recién ahora, tres años después, se puede estrenar en nuestro país. “Lamentablemente nos tocó la pandemia –dice la chilena María Paz González, directora de “Lina de Lima”–, pero no me parece que sea una película que envejezca o que beba de la contingencia. Entonces tampoco es terrible. Estoy contenta de poder verla por fin en el Perú”.
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Porque “Lina de Lima”, en cartelera desde el último jueves, es una película que une a ambos países del Pacífico. Tiene como protagonista a Magaly Solier en el papel de Lina, una peruana que radica en Chile y es trabajadora del hogar. Mientras lidia con sus problemas cotidianos, Lina habita un mundo de sueños donde la música y los vestuarios la convierten en súbita estrella. Una cinta extraña, divertida y profundamente empática que anima y les da necesaria variedad a nuestras salas de cine. Sobre eso conversamos con la cineasta sureña.
Has hablado mucho sobre el gran papel de Magaly Solier, pero en una entrevista dijiste que Magaly es Violeta Parra. ¿En qué sentido?
A mí me parece que Magaly tiene un talento único, que yo he visto muy poco. Es muy particular, muy compleja, ella en sí misma tiene una gran potencia y una capacidad exterior. Es única y deslumbrante la forma en que construye su personaje, la forma en que vive su relación con la actuación. Hay algo allí muy original, muy honesto, muy profundo, muy consistente. A mí me parece que es una tremenda artista, más allá de que uno sepa que es muy buena actriz. Es una persona muy completa y compleja. Y eso creo que siempre le da mucho a los personajes. Es bien singular lo que logra, me parece sorprendente.
Sé también que te preocupaba que una actriz tan atractiva como Magaly pudiera verse como algo un poco “exótico”. Y por otro lado, pensaba yo en la caricaturización de la mujer andina, que lamentablemente seguimos viendo en muchos casos en el Perú. ¿Son estas dos caras de una misma moneda? ¿Cómo has pensado en la representación.
Creo que en Chile no me había preguntado específicamente por la representación de la mujer andina, que quizá es una particularidad que se observa más desde Perú. Pero sí me lo había preguntado por la mujer indígena, que es algo que nos pasa acá con mujeres del norte, con gente mapuche. También hay una caracterización, pero cada vez menos, porque ya esas cosas son de muy mal gusto. Igual siempre hay una especie de mirada condescendiente o sobreexotizada. Y eso era algo que a mí me daba un poco de susto. Creo que es una pregunta constante que tenemos que hacernos desde el arte y la cultura. Incluso la palabra “representar” ya es compleja. En el fondo se trata de cómo construir en el cine o en otros medios. Cómo trabajar y entender con qué estamos trabajando. Para mí esa fue una pregunta constante. Y el susto surge porque Magaly es súper guapa, tiene una mirada alucinante, y uno eventualmente puede acomodarla en un lugar así, medio exótico. Pero de hecho la película juega un poco con eso, con ciertos momentos oníricos, donde uno la ve jugando, con trajes de virgen. Es casi como una parodia a esos modos. Es pero no es. Hay una mixtura donde juega un poco lo ‘kitsch’, y yo quería reflexionar sobre eso también. Sobre cómo representamos a las mujeres que son trabajadoras, migrantes, indígenas, a las mujeres con respecto a su sexualidad. Y todo eso es una serie de cosas al mismo tiempo, no es solo una cosa. Son varios temas los que convergen en la película. Y eso era para mí era un desafío, era algo bien difícil. Por eso hasta ahora me cuesta decir de qué se trata esta película. Es la historia de una migrante, de una mujer, de una madre. Creo que es una conversación abierta y que creo que muchas directoras en el cine nos estamos haciendo, sobre cómo mirarnos a nosotras mismas. Sobre nuestras diversidades y las múltiples capas que tenemos en la vida.
Y entre todas esas lecturas, ¿has pensado si el público peruano podría tener una mirada particular de la película?
A ver, cómo lo podría decir... Para mí esa también es una pregunta, una duda. Yo me relaciono con el Perú hace mucho tiempo. Es un país que admiro muchísimo, por su cultura, por su belleza, por su conexión con sus raíces. Y esta película surge un poco de ese lugar. En general, sé también que las relaciones entre Chile y Perú están muy marcadas por la competencia. Siempre hay como esa sensación de que en Chile les estamos robando todo. Pero en mi caso la película se construye mucho más desde la admiración por una cultura muy compleja y profunda. Y me encantaría que eso se pudiese notar. Es una película hecha con gran colaboración de artistas y equipos peruanos. Con Magaly en el protagónico y las letras de las canciones, con la directora de arte, con muchos músicos. Los peruanos y las peruanas están muy en el corazón de la película. Y eso viene de mi larga relación y cariño por el Perú. Son países que tienen mucho en común, pero que han estado alejados por una competencia un poco absurda, heredada, mal entendida. Pero lo que nos une es mucho más que lo que nos distancia. Y eso es interesante para pensar desde el cine.
Pensaba en la relación entre tu documental “Hija” y la ficción “Lina de Lima”, que es sobre una madre. ¿Qué te cautiva de ese vínculo materno-filial?
Me interesan mucho los roles que tenemos las mujeres en la sociedad. Y como que me gusta revolver los lugares que parecen comunes. Una mujer trabajadora, migrante, una hija adoptada… Lugares que son como campos fértiles para el melodrama, pero que uno puede verlos desde otro lugar. Y que nos sumergen en un universo muy cotidiano, muy reconocible. Son películas donde fácilmente siento que uno puede conectar y sentirse identificado con lo que les pasa a estos personajes femeninos. Me interesa mucho trabajar en torno a estas mujeres contemporáneas. Y a través de los personajes y el cine, yo trato de entender. Porque más que yo sepa algo y quiera explicarlo, lo que intento es conocer cosas. Las películas nos dan esa posibilidad y yo aprendí muchísimo con “Lina de Lima” y aprendí muchísimo de Magaly también. En eso también ha sido para mí un descubrimiento el trabajo de la ficción. Porque en la ficción la realidad también toma vida, se empieza a encarnar y termina siendo algo muy concreto.
¿Se parecen en algo la Lina de la película y María Paz González?
Yo creo que de todas maneras. Para mí Lina es un personaje que está inspirada en muchas mujeres que conozco y seguro tiene algo de mí también. Quizá los deseos. A veces eso es parte de uno. A una le gustaría imaginarse en un musical, por ejemplo, o que las cosas pudiesen tener otro color. La verdad es que me ha llamado mucho la atención cómo muchas mujeres se sienten identificadas. Incluso hay un cierto humor o una comicidad en la película que genera una especie de complicidad bien bonita, sobre todo entre las mujeres. Eso me parece bien interesante.
¿El elemento musical estuvo desde el inicio del proyecto?
Sí, es algo que viene bien del origen del proyecto. Incluso al principio pensaba que quería hacer un documental musical. Pero entendí que en la ficción se podía desarrollar con mucha más profundidad, complejidad, y que podía darle libertad a los personajes, entender la historia desde otro lugar. Es un trabajo que viene desde el guion. Y me costaba mucho presentarlo porque era como que raro. Porque tampoco es que la película sea directamente un musical. Los musicales cumplen otra función narrativa. Aquí las canciones pertenecen a un mundo más secreto e íntimo del personaje, pero no es que hagan avanzar la historia. Entonces no es un musical propiamente tal. Para mí esta mucho más inspirado en las películas de Tsai Ming Liang, un musical un poco más híbrido. Y allí es que Lina empieza abrirse a distintas Linas. A mí me pasó eso también cuando comencé a investigar, a sumergirme en el mundo de la migración peruana en Chile. Pasé mucho tiempo en karaokes, junto con Betty, que hace del personaje de la prima de Lina. Con sus amigas íbamos a karaokes y me impresionaba ver cómo elegían las canciones, cómo se subían al escenario y de alguna forma estaban dejaban sus vidas, contando sus cosas, la forma en que interpretaban, cómo se les caían las lágrimas. La rabia por la expareja, los miedos, las ganas de liberarse. Y me di cuenta de que era un terreno muy interesante, muy fértil, muy colorido. Y allí hay un tema también con la representación del peruano cabeza abajo, el peruano del “sí señora”, porque nada que ver. En realidad el peruano es bueno para bailar, bueno para hablar. También me interesaba remover eso, que lo que se mostrara en la película se parezca a la realidad. Magaly incluso me decía “yo nunca he tenido tanto diálogo”. Era súper desafiante tener tantas escenas de diálogo.
Es un recorrido por varios géneros musicales. ¿Cómo lo trabajaron?
Hicimos una gran investigación sobre la riqueza musical del Perú. Estuvimos escuchando mucha cumbia, huayno, música de carnaval. Trabajamos con Cali Flores, que además de ser el manager de Magaly es compositor, entonces conoce muy bien los ritmos peruanos. También trabajamos con Jose Manuel Gatica, que es mi pareja y es compositor también, pero me ayudaba sobre todo desde lo narrativo. Y también colaboraron Alejandro y María Laura y otros músicos increíbles. Fue súper divertido. Y todo en la ejecución de la música es peruano. No es que uno quiera apropiarse y pensar cómo lo haría.
¿Has estado grabando hace poco en la selva peruana, verdad?
Sí, con mi amigo Brian Jacobs, que es el productor peruano de “Lina de Lima”, venimos mucho tiempo trabajando juntos. Él editó mi documental “Hija” también. Ahora estamos haciendo una película en Iquitos, un documental con un poco de ficción. Estamos explorando los materiales de un cineasta amazónico, medio en blanco y negro, una cosa bien interesante que está ahí en proceso de edición. Así que siguen ahí las peruanidades que me encantan.
"Lina de Lima", dirigida por María Paz González y protagonizada por Magaly Solier, se estrenó el último jueves 24 de marzo en salas de cine seleccionas.