Leonardo DiCaprio y Kate Winslet como Jack y Rose en "Titanic", filme que llegó a los cines hace 20 años. (Foto: Difusión)
Titanic

Tras varios años de preparación, un rodaje accidentado, millones de dólares invertidos, tres globos de Oro y posiblemente la mayor cantidad de nominaciones al Oscar de la presente temporada se estrena "Titanic" en Lima. Sin duda la película más esperada de estos tiempos, creada en su totalidad por el realizador James Cameron ("El secreto del abismo", "Terminator" y "Terminator II") y que, con seguridad, habrá de convertirse en un taquillazo de igual manera que en el resto de países donde se ha estrenado.

Hay que hacer la precisión de que, a diferencia de otras películas que narran tragedias similares, "Titanic" no es de aquellos films-catástrofes que narran diversas historias personales que encuentran su encrucijada en el momento cumbre. Nada de eso. "Titanic" narra una historia de amor desesperada, en la mejor de las tradiciones románticas. Todo lo demás es periférico pues son los dos amantes, interpretados por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, quienes tienen todo el protagonismo.

La acción arranca en nuestra época, cuando una expedición intenta rescatar los tesoros del grandioso buque hundido en 1912. Sin embargo, el único objeto que encuentran en una de las cajas de seguridad es el retrato al carbón de una hermosa mujer desnuda. Entonces entra en escena una anciana (Gloria Stuart) que clama ser la modelo original. Así, a través de sus recuerdos, la película da un salto en el tiempo y nos sumergimos en aquel espectacular viaje inaugural cuyo desenlace fue una colisión con un iceberg y el posterior hundimiento de la mayor embarcación construida por el hombre.

Una historia entretenida, apasionada, llena de sobresaltos y situaciones extremas cuyo planteamiento es muy simple, virtud por la cual el argumento central no demora en arrancar. A partir de entonces cada actor tiene la oportunidad de probar su talento. Leonardo es fiero, terco, divertido, extremadamente apasionado. Winslet es intensa, mucho más convincente en determinados momentos que en otros. Con ellos es una delicia ver a Kathy Bates, Victor Garber, David Warner e incluso a la deliciosa Gloria Stuart, en sus diversos roles. Solamente un actor desentona en medio de todo el despliegue de recursos, talento y excesos: Billy Zane, en el papel del rico prometido de Kate Winslet, quien hace lo imposible por interferir en las relaciones de la muchacha con DiCaprio. Como él, el tono de reconstrucción de época es bastante impostado en su mayor parte pues resultan increíbles ciertos detalles de la conducta de determinados personales en plena época eduardiana. Con ello, James Cameron revela un desconocimiento total de la sociedad y del momento histórico que intenta retratar. Sin embargo, este detalle no empaña el resultado final, pues "Titanic" apuesta a mucho más que a una reconstrucción de época. Y en todo caso, no es un estudio del pasado como podrían serlo las producciones Merchant-Ivory.

"Titanic" está planteado como un gran espectáculo. Y lo es, ciertamente. Un despliegue de elementos técnicos, artísticos, humanos y, lo que es más importante a la hora de barajar todo ello, de oficio a cargo de su creador. La secuencia final, con una duración de casi una hora, comprende todo lo que podíamos esperar de un film de tal magnitud. Es el hundimiento en su versión más cercana de lo que pudo haber sucedido. En ello se invirtió no solamente una fortuna, sino un profundo entendimiento de los alcances de la tecnología moderna a la hora de contar una historia a través de imágenes. Recordemos que Kevin Costner gastó una cifra disparatada en "Mundo acuático" y el resultado no pudo ser más pobre. Si James Cameron ha invertido cientos de millones de dólares, cada una de esas monedas brilla en esta magnífica producción.

"Titanic" es, pues, el mayor espectáculo de los últimos tiempos. Nada se compara a sus imágenes finales y, pese a algunos pequeños reproches que podamos hacerle, se trata sin duda de la gran película de nuestra época.

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