"¿Qué tan calato está el Perú?"
"¿Qué tan calato está el Perú?"

"El Perú está calato" presenta en un lenguaje ágil y claro varias de las razones que traen abajo la idea de que estamos muy cerca del primer mundo.

Lo curioso es que esta premisa no parte de radicales de izquierda o de ‘antis’. Carlos Ganoza es economista e inversor y Andrea Stiglich es periodista de Semana Económica.

“El Perú está calato” no es un recuento pesimista sino más bien una muy completa lista de carencias institucionales que deben atenderse lo más pronto posible.

José Miguel Silva, creador del blog "Libros a mí", conversó con los autores de esta nueva publicación que ha removido los círculos de opinión en diversos medios de comunicación.

¿Decir que el Perú está ‘calato‘ es decir que el Perú no avanzó nada?

Carlos Ganoza: En absoluto. El título del libro (“El Perú está calato”) juega con dos frases. Una es el título del cuento de Hans Christian Anderson “El traje nuevo del emperador” y que hace alusión a lo que ocurre cuando tú crees que tienes algo que verdaderamente no tienes. Haciendo una analogía, mucha gente aquí piensa que estamos bastante bien, pero en realidad nos falta mucho. No estamos en una senda ininterrumpida hacia el progreso. Y lo otro con lo que juega el título es una frase de Warren Buffet que dice que “solo cuando la marea baja se ve quién estaba nadando sin ropa”. Esto significa que solamente cuando se acaban los periodos de bonanza se exponen tus debilidades. No significa que estamos muy mal, sino que cuando las cosas no andan muy bien es más fácil encontrar los puntos débiles. De esta manera, interpretamos que el camino hacia el desarrollo puede ser fácilmente interrumpido si no hacemos reformas y, por otro lado, (que) ahora se están exponiendo nuestras carencias y por eso es urgente resolverlas.

¿Qué tan posible es avanzar reformas si tenemos a los encargados de dictar leyes (Congreso) con 11% de aprobación?

Andrea Stiglich: No solo es la aprobación, sino que además estamos ante un Congreso que ya está de salida. Además es un Parlamento con problemas estructurales. La mayoría de los congresistas no van a la reelección. Son muy pocos los que terminan reelectos, entonces (estos) no invierten en saber hacer mejor su labor, en especializarse en ciertos temas que les permitan  pasar leyes, en reformar ciertos aspectos más técnicos, construyendo cierto bagaje necesario. Y la segunda cosa que comentamos en el libro, que tiene que ver más con la estructura del Congreso, es que muchas de las personas que están ahí son independientes o han sido invitados por partidos. Entonces no responden a una lógica partidaria. El mismo partido en 2016 presentará listas con gente distinta.

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