A la filosofía y sus actores les ha tocado desempeñar un rol sacrificado en la historia del intelecto. Sometida aquella a lerdos prejuicios en torno de la verdadera naturaleza de ese noble ejercicio, su influencia en el desarrollo de una visión sobre la sociedad y del hombre ha sido innegable pero, en general, silenciosa y apenas reconocida por los fastos mediáticos. Contra lo que un vulgo poco iluminado en estos afanes suele rumiar, los seres entregados al cultivo de dicha parcela no se hallan flotando entre las esferas tolemaicas, sino que están involucrados con los problemas de su tiempo y lo que estos determinan para la vida en común, amenazada por una serie de peligros.
“Disfraces y extravíos. Sobre el descuido del alma” (FCE), de Miguel Giusti, profesor principal de la Pontificia Universidad Católica, es un conjunto de ensayos en torno de la sugerente premisa del título. El libro se inicia con una afirmación provocadora, aunque no menos polémica o discutible en diversos niveles de sentido: sostiene que el bienestar del alma fue una “bella y efímera fantasía griega que echó raíces en nuestra cultura”. Mérito de Giusti es la claridad expositiva respecto al abordaje de cuestiones densas. Y no le falta nada de razón cuando fustiga a los insufribles pontífices de los libros de autoayuda y a los gestores de la calidad que nos han saturado de ripio con sus frases hechas y sus plantillas de horrorosa uniformización. Ellos, para el autor, son quienes han tomado la posta de la ‘sanidad’. Han llevado sus métodos a grados absurdos de retórica superflua o de falseamiento de la realidad: una ‘simulación’ muy bien planificada que, no por ello, deja de pervertir a la humanidad y, sobre todo, idiotizarla.
A lo largo de tres secciones, el discurso explora varias facetas y ángulos del tema. Implica una ardua empresa de recuperación del terreno perdido por los filósofos y ganado, lamentablemente, por mercaderes o charlatanes impresentables desde el punto de vista intelectual y ético (véanse los ya referidos líneas arriba). En “Disfraces del alma”, el primero de los segmentos, que agrupa seis trabajos, se examinan con rigor fenómenos como la intolerancia, sus consecuencias cercanas –el ataque a la revista francesa “Charlie Hebdo”, por ejemplo– y la necesidad de una transformación radical de esta en otro tipo de vínculo entre sujetos de orígenes heterogéneos. Este nexo, según Giusti, debe reivindicar el afecto sobre cualquier otro condicionamiento previo – auténtico desafío para una especie que acostumbra desplazarse en dirección contraria–.
En la segunda parte “Extravíos de humanidad”, llama la atención una crítica que Giusti esgrime contra el quehacer que impulsa sus páginas. En otras palabras, se cuestiona a la misma filosofía como ‘disciplina’ a la luz de las conclusiones del ilustre estudioso argentino Eduardo Rabossi, fallecido hace algunos años cuando se encontraba de visita en el Cusco. Y resultan igualmente atractivos los textos sobre la libertad y el humanitarismo moral, aristas que convergen como aspiraciones centrales de MG en su búsqueda: la expansión del pensamiento hacia una zona sensible, relacionada con la construcción de una sociedad abierta y democrática, basada en la justicia, equidad y en el respeto por los derechos del semejante.
Cierra la excursión “Marcas de amistad”, apartado donde confluyen todas las formulaciones precedentes vía semblanzas a propósito de una personalidad entrañable al autor. Desfilan homenajes ponderados al propio Rabossi, Víctor Krebs, Alonso Cueto o Salomon Lerner Febres. Quizás se extrañe algún enfoque divulgativo sobre la bioética, tan actual y relacionada con muchos de los puntos desarrollados; no obstante, eso no le resta consistencia al sobrio marco reflexivo y de iniciación logrado en estas páginas.