Pablo Neruda disfrutaba estar en Lima, en el Perú. Sus visitas eran celebradas por la comunidad literaria del país, como cuando llegó en barco el 8 de enero de 1959, solo de paso, en una escala de su viaje a Venezuela. Esa vez, bajó de la nave italiana Usodimare con una fama definitiva de poeta comunista.
El chileno venía de apoyar al régimen de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) contra su colega, el reciente Nobel Boris Pasternak, cuya novela Doctor Zhivago (1957) fue rechazada por “mentirosa”. Ese verano de 1959 conversó con el librero Juan Mejía Baca, su amigo, a quien expresó su deseo de volver en marzo de 1960 para recitar sus poemas al público limeño; es que hacía muchos años que Neruda no llegaba a Lima para compartir el placer de escuchar su aguda voz, ver su gorro de golfista a cuadros y entusiasmarse con sus metáforas inéditas y luminosas.
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