Cuando en el campo de fútbol no se ha podido, cuando la realidad nos ha dado la espalda, allí ha estado siempre la literatura. La letra lo aguanta todo, dicen con razón, y los escribidores peruanos también se han ocupado de emular lo que el hincha, por décadas, ha aprendido a dominar: el bello y digno arte de pasar la página. Por eso no es poco lo que se ha escrito sobre nuestras glorias peloteras –sean las reales y escasas, o las dulces ficciones– y también sobre los fracasos y las desgracias.
Aprovechando la coyuntura –y sin ánimo alguno de menoscabarles mérito y honor a los muchachos de Ricardo Gareca–, armamos este equipo ideal de la literatura peruana. No son solo once, son más. Pero nos ceñimos a esta alineación titular dejando abierta la opción del recambio (en la banca esperan Antonio Cisneros, Abelardo Sánchez León, Carlos Calderón Fajardo, Mario Montalbetti, entre otros).
Pero una cosa es cierta: si algo así como el Mundial de las letras existiera, seguro que este plantel sería fijo siempre. Hasta un Nobel hay, equivalente a un Balón de Oro de la escritura. Vamos que ganamos.
1. Arquero: Carlos Germán Belli
En el poema "El guardameta", nuestro mayor poeta vivo ensaya una reivindicación del puesto de mayor fatalidad en cualquier equipo de fútbol. "En tanto ayunan contigo tus deudos en las tribunas, / mirándote todos mustios / cómo velas noche a noche / tu arco más inanimado/ que la piedra, el agua o aire", escribe. Aparece en el poemario "En alabanza del bolo alimenticio" (1979), donde hay otros versos futboleros con el título "Estadio Vaticano".
2. Lateral derecho: Augusto Higa
El relato "El equipito de Mogollón", del libro "Que te coma el tigre" (1978), es una oda al romance y la guapura del amateurismo pelotero. Un equipo de barrio, de cracks con barriga y canas, pone toda su dignidad en los partidos de ligas locales, con la misma gracia y entrega que en los mejores campeonatos internacionales. La narración, mezcla de replana y precisión estética, está a la altura de cada jugada.
3. Defensa central: Blanca Varela
Rompiendo el prejuicio del fútbol como deporte exclusivo de hombres, la poeta le dedica unos versos al balompié en "Valses y otras falsas confesiones" (1972). Y lo hace en un tono familiar, sensible y tierno, a través de la contemplación de sus hijos Vicente y Lorenzo –el poema está dedicado a ellos– en plena acción natural y primaria del niño que pelotea.
4. Defensa central: Isaac Goldemberg
Poseedor de más de una obra narrativa y poética con tintes futbolísticos, el autor muestra su interés por el deporte rey con particular talento en "Tiempo al tiempo" (1984), donde la historia de un joven judío en Lima es relatada con los modismos y el ritmo de la narración de un partido de fútbol en pleno Estadio Nacional, y con una estructura dividida entre primer y segundo tiempo. Esta segunda novela de Goldemberg, reeditada el año pasado, es una pequeña joya no muy conocida de la literatura nacional.
5. Lateral izquierdo: Arturo Corcuera
La pasión por el fútbol del recientemente fallecido poeta quedó patente en "La gran jugada" (1979), propuesta experimental que dedica al club de sus amores, el Alianza Lima, y a las viejas glorias que dejaron grabadas en su retina la belleza del juego: 'Manguera' Villanueva, el 'Mago' Valdivieso y, en especial, Teófilo 'El Nene' Cubillas, uno de los ídolos máximos del club íntimo y de la selección nacional. Verso y fanatismo bien conjugados.
6. Volante central: Jorge Salazar
Su olfato investigador y regusto por la muerte y el misterio llevaron al mítico periodista a escribir "La ópera de los fantasmas" (1980), novela de gran sentido político y social ambientada en los años sesenta, y con uno de los peores episodios de nuestra historia como telón de fondo: la tragedia de mayo de 1964 en el Estadio Nacional, en la que murieron más de 300 personas durante un partido entre Perú y Argentina. Prosa fulminante y negra que pone al fútbol en jaque.
7. Volante central: Alonso Cueto
En el relato corto "Velada", del libro "Amores de invierno" (2006), Cueto hace un paralelo entre un hombre viendo un partido del Sport Boys por la Copa Libertadores, y su esposa, que prepara un lomo saltado en la cocina. Perturbadora historia sobre las pasiones y los roles machistas dentro del hogar, sobre los gritos de júbilo y los silencios incómodos de un estatus que parece inamovible.
8. Volante creativo: Mario Vargas Llosa
El Nobel es uno de los que más ha escrito sobre fútbol: desde sus columnas durante el Mundial España 82 hasta sus memorias en "El pez en el agua" (1993), donde además deja sentada su pasión por Universitario de Deportes. "La 'U' es un mito, una leyenda, una de las más hermosas historias que ha escrito el deporte peruano", dijo el día en que lo nombraron socio honorario.
9. Extremo derecho: Juan Parra del Riego
Como si fuera dueño de un dribbling endiablado, el poeta huancaíno escribió algunos de los versos vanguardistas más intensos que se le hayan dedicado a un futbolista. En "Polirrítmico dinámico a Gradín" se despacha con ágil soltura y deslumbre ante la figura de Isabelino Gradín, delantero nacido en Lesoto pero nacionalizado uruguayo (país donde Parra se afincó). La afición del vate por este deporte también quedó clara en un artículo titulado "Aspectos psicológicos del football", así como en otros textos.
10. Extremo izquierdo: Julio Ramón Ribeyro
En el cuento "Atiguibas", incluido en "La palabra del mudo", el 'Flaco' juega con la ambientación típica del Estadio Nacional de mediados del siglo XX. Criollada, humor y nostalgia, que incluye además la aparición de 'Lolo' Fernández marcando cinco goles para la 'U' (equipo del que también fue hincha).
11. Centro delantero: Rodolfo Hinostroza
Siempre versátil de cara al arco, uno de los últimos registros del poeta es la locución de un comercial de cementos en el que invita a los hinchas a remecer el Estadio Nacional. Los publicistas que lo convocaron buscaban una narración añeja y con sentimiento. Y lo consiguieron. "Estas tribunas no fueron hechas para sentarse. Úsalas, haz que vibren, trata de que se vengan abajo", decía. Una voz póstuma que se convirtió en cábala.