Chabuca Granda: del folclor al 'avant-garde'
Chabuca Granda: del folclor al 'avant-garde'
Czar Gutiérrez

Ese día era el sol más sol al río / más río el río y más la guerra era / y más la muerte desde la ribera / y una granada el verso detonado / abierta está la rosa colorada”: con una transmisión propia del siglo de oro y curiosamente emparentada en tema y musicalidad con los versos que Gertrude Stein firmara en 1913 –“rose is a rose a rose a rose”–, María Isabel Granda y Larco (Cotabambas 1920-Miami 1983) homenajea a Javier Heraud desde una esencia compartida: de poeta a poeta. Todo lo cual vendría a significar que si la rosa se hizo roja por primera vez en la historia de la poesía anglosajona a partir de Stein, la lírica puesta en manos de nuestra autora devendría en una espléndida coreografía poetizada de todas las sangres del Perú.

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LA RISA DE LA BRISA DEL RÍO
“Ustedes serán los poetas, yo apenas llego a letrista”. Así recuerda Reynaldo Naranjo a Chabuca. Se la había presentado su íntimo amigo César Calvo para quien era “una compositora perfecta. Yo soy testigo de su evolución más literaria que musical, porque musicalmente ella es un genio de nacimiento”. Será precisamente Calvo, redomado galán, quien revele la profunda debilidad de Chabuca por los lied, forma romántica de musicalizar versos puros a ser entonados bajo la forma belcantista. En realidad, Chabuca determina su inmersión absoluta en la música a partir de su quiebre matrimonial. Tenía 35 años cuando empieza a teñir su pluma con estampas de raigambre costumbrista. “Callecita escondida”, “Fina estampa” e incluso “La flor de la canela” son pinceladas paisajistas. Pero hacia los 70 carga la tinta gracias al encuentro con Félix Casaverde y Lucho Gonzales, que venían de tener tratos con el jazz y la bossa nova. Elogia al Verástegui de “Los extramuros del mundo”. Observa de dónde vienen los jóvenes. Otea el horizonte.

Cruza la década componiendo dieciséis canciones para Javier Heraud, cimientos de un edificio cuyas líneas modélicas crecerán hasta adquirir universalidad a partir del ritmo 6x8, que representa el matrimonio amerindio con el son africano. Desde entonces, todo lo que compone califica como chamamé, chacarera, polca paraguaya, candomblé, marinera, landó o zamacueca. Ella es responsable de envasar en formato 6x8 el vals de ¾. Razón por la cual los cavernícolas del criollismo no creen que Chabuca sea siquiera peruana.

Líricamente pasa por lo mismo: renuncia a la ponzoña narrativa del amante sufrido y aborda los grandes temas nacionales: “María sueños” habla de la gesta latinoamericana hecha de selvas, soles, lunas y años de piedra dormida; “Bello durmiente” es un reclamo al inmovilismo vallejiano del ‘hermanos no han hecho nada’; “María landó” es una oda plateada al labriego afroperuano que se rompe el lomo en la zafra. Imágenes barnizadas por la luna lorquiana, arroyos de oscuridad, luceros de libertad, finas garúas de junio. Versos dotados de contemporaneidad sin huella costumbrista en estructuras elásticas.

ESE ARAR EN EL MAR
Será Calvo quien la acerque tanto a Caitro Soto y Kiri Escobar como a la horda poética Zero, que había empezado escribiendo con el pie derecho y ahora tendría que hacerlo con las manos (Toño Cisneros dixit). Entonces Chabuca acciona un revulsivo estético sobre el festejo: pulveriza el 2-5-1 de su estructura, acto particularmente notable en “Barco ciego” –“furia de la furia / trunca y prisionera / el mar, el mar”– en un vértigo que la lleva a los predios de Baden Powell de Aquino antes que a los del callejón bajopontino. También resignifica “El surco”, atípico festejo de letra atípica: “Y dentro de mi canto quise gritar / y dentro de mi grito quise llorar / pero tan solo canto para callar”. Es un festejo lento, dramático. Es un festejo que no tiene mucho que festejar. Cuando ya estaba muy cerca de Piazzola y muy lejos de Los Chamas, “El fusil del poeta es una rosa” llega a Europa en la voz de Raphael. El hijo predilecto de Franco homenajeando a un guerrillero comunista caído. Santa Chabuca había obrado.

“Sé por Susana Baca que su biblioteca era frondosa. Literatura, musicología, antropología musical, etnografía, poesía española clásica de la generación sesentera peruana”, señala Javier Lazo, heterodoxo músico criollo y notable estudioso del legado Granda. “Todos le debemos una buena cantidad de soles a Chabuca, su influencia es múltiple y diaria. Con Chabuca nace un nuevo sonido dentro de la música peruana”. Un fenómeno donde folclor y vanguardia establecen un lazo formidable y atemporal. Y entonces la vereda se estremece. Y la sed se quema con un beso.

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