Tenía solo 14 años cuando formó Illya Kurayki and the Valderramas. Dante Spinetta (Buenos Aires, 1976) y su mejor amigo, Emmanuel Horvilleur, fueron unos precoces innovadores en la música argentina: en una escena esencialmente rockera, ellos se inclinaron por el rap, el funk y los ritmos latinoamericanos.
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Hoy, a sus 47 años, Spinetta ha consolidado una notable carrera solista también. Hace pocos meses ganó el Grammy Latino a Mejor canción alternativa por “El lado oscuro del corazón”, tema de su álbum “Mesa dulce” (2022).
Con ese material reciente, y muchos de los éxitos que se remontan hasta los años 90, el también hijo del legendario Luis Alberto Spinetta se alista para regresar al Perú después de siete años, pues se presentará en el Festival Internacional del Vinilo. “A ver si me traigo algunos discos de Los Destellos o del Grupo Celeste. Voy a buscar a full eso allá. Me van a ver dando vueltas por el festival”, advierte en conversación con El Comercio, en la que habló de todo.
―Sé que durante la grabación de tu álbum “Mesa dulce” sufriste la enfermedad y muerte de tu madre. Incluso hay una canción dedicada a ella [”Primer amor”]. ¿Crees, como dicen algunos, que el dolor y la tristeza son un mejor combustible para la creación?
Creo que tiene que ver mucho con la personalidad de uno, de cómo se puede encauzar. Yo trato siempre de tirar para adelante, de aprender de todas las situaciones que te va dando la vida. La muerte de alguien tan querido como la madre es algo tremendo, pero al mismo tiempo estoy agradecido de la madre que tuve y del tiempo que la tuve conmigo. Trato de vivir desde ahí, desde el agradecimiento por tener una persona tan especial a mi lado, que me haya cuidado, que me haya dado la fuerza para estar acá. También es como una conversación espiritual que vengo desarrollando, lamentablemente, desde hace mucho; porque he perdido a mucha gente, no solo mis padres, sino a amigos muy queridos en la vida. Tuve que empezar a entender la muerte casi desde adolescente. Entender que es otra fase de la vida, pero que el amor sigue estando. Entonces todo es motor para mí. Aunque la tristeza prefiero no vivirla tanto algunas veces. He estado también muy roto en algunos momentos de tristeza. Así que no sé si el dolor ayuda, pero sí ayuda estar en contacto con los sentimientos de uno. A veces el dolor te arrodilla. Sacás el ego y te ponés humilde ante el corazón. Eso siempre es bueno.
―Comenzaste en Illya Kuryaki and the Valderramas cuando tenías 14 o 15 años. Quería preguntare por esa precocidad. Imagino que tiene cosas muy bonitas, pero que también puede ser riesgoso…
No te voy a mentir, la verdad es que fue increíble [risas]. Yo tenía 15 años, iba al colegio y de golpe las chicas que no me daban bola me hablaban. Y luego fue empezar a viajar. Éramos dos chicos [junto con Emmanuel Horvilleur], estábamos jodiendo todo el día, jugando videogames; pero a la vez tocando y tomándonos muy en serio el trabajo. Así que no me puedo quejar. Esa parte de mi infancia la recuerdo con mucho amor. Sí me perdí muchas cosas, pero me di cuenta de que estaba preparado desde muy chico. Pasábamos por muchos problemas económicos, no teníamos plata, me mudaba mucho y fui como a 10 colegios diferentes. Pasaba de escuelas privadas a estatales. Pero era lo que hacía siempre, pasar a otra cosa. Y mi amigo de la vida era Emmanuel, más allá de los colegios. Entonces creo que la música para mí fue también un salvavidas. Crecí en un ambiente en el que mi padre [Luis Alberto Spinetta] hacía música en la casa, era un diálogo constante. Mi viejo se lo tomaba como parte de su enseñanza diaria. Escuchar música, marcarme los cambios. Cuando había algo lindo. me lo hablaba. Fue una infancia muy linda más allá de los problemas que uno podía tener. Porque no teníamos casa propia, vivíamos en alquileres, mucho tiempo vivimos con mis abuelos también. Pero mi papá, siendo el talento inmenso que era, nunca aflojó, nunca dejó de trabajar. Él no era un hippie, todo lo contrario: apostaba al arte 100% en un momento en que la industria era difícil. Él era el más luchador de todo. Ya en los años 90 la familia se estableció más, pero a mí me quedó eso de mi infancia, de luchar por lo que querés y que lo demás te chupe un huevo. Preguntare por qué lo estás haciendo. ¿Porque tenés un sueño y algo que te mantiene enamorado, o por plata?
―Ya que mencionas a tu padre, ¿alguna vez sentiste algo así como culpa, o te cuestionaste si fuiste un privilegiado por el apellido que llevabas? ¿Te has preguntado si partiste con ventaja respecto a otros por ser hijo de Luis Alberto Spinetta?
Yo crecí sabiendo lo que iba a ser, tenía muy claro mi camino. Y creo que fui criado reforzando mucho mi autoestima, en el sentido de que no tiene que importarte lo que te van a decir. Entiendo que es difícil para un montón de gente que tiene apellidos célebres, pero creo que también depende de lo que quieras hacer y de lo seguro que estés. Yo estaba muy seguro, y para mí fue una bendición. Obviamente fue una ventaja, pero la ventaja principal que tuve fue haber crecido al lado de un genio. Haber aprendido de música, saber cómo se hace un disco a los 14 años. A esa edad yo hacía beats, sampleaba, armaba estructuras, sacaba melodías de oído… Y no solo por mi papá, sino por todos los músicos que lo rodeaban a él. Haber ido a los ensayos de Fito Páez, de Charly García. Poder ir a festivales y ver a Soda Stereo… ¿Cómo no va a ser un privilegio? Estuve en la cima de una generación gigantesca de la música en español. Tenía 13 años y me iba solo a los conciertos, de todo tipo. Desde Maná hasta Sepultura y Erasure. Vi todo. A esa edad ya había visto a Bowie, a Tina Turner, a Rod Stewart, a los Stones. Necesitaba consumir música, ver música en vivo, aprender. Y esa sensación sigue hoy en día, la de seguir considerándose alumno. Porque siempre aprendés. Están los maestros de antes, pero están también los de ahora, que te traen lo nuevo. Entonces es una bendición haber crecido donde crecí. Si ponía una música muy de mierda, me la criticaban también [risas]. ¿Cómo educás a un chico que de golpe es rebelde? El rap apareció y fue un amor a primera vista. Yo tenía un gran amor por lo rítmico, por la música afroamericana. El breakdance, Jackson, Prince. Yo escuchaba Led Zeppelin, pero me gustaba más Earth, Wind & Fire, Stevie Wonder o Larry Graham. Eso es lo que me enamoraba. Así que de nuevo debo agradecer a la vida porque crecí siendo músico en un lugar súper privilegiado.
―Hoy mucha gente te describe como un pionero de la música urbana, tan de moda actualmente. ¿Te sientes así?
Bueno, Illya Kuryaki arrancó con el rap en español en Argentina. El primer álbum de rap en Argentina fue “Fabrico cuero” (1991). Esos son ‘facts’, ¿no? Creo que ser parte de la genética de la música urbana de Latinoamérica es increíble. Pasó tanta agua bajo el puente que me encanta eso de desempolvar recuerdos. Cuando arrancamos, el rap era casi una mala palabra para muchos puristas del rock de la escena local. Aunque sí había quienes nos apoyaban, omo Charly, Fito, hasta Mercedes Sosa... Imaginate tener 15 años y rapear con Mercedes Sosa. Una locura eso. Ibas a un show de folclor y aparecían dos pibes rapeando allí. Pero todo lo que nos comimos de mala onda por hacer rap, por vestirnos diferentes, fue parte de un trabajo de tirar puertas abajo. Hoy un montón de artistas nuevos lo reconocen. Nosotros habíamos arrancando varios años después que en otros países, pero para la comunidad latinoamericana estábamos muy al día. Recuerdo cuando tenía 18 años, creo que la segunda vez que iba a Nueva York, porque quería entender el Bronx. Era el año 95 más o menos, la época de nuestro disco “Chaco”. Y entonces ver que pasa un auto con unos puertorriqueños escuchando “Abarajame”. Yo no lo podía creer. Era un momento en que no había internet, no había Spotify, entonces era un mérito increíble haber llegado allí. Y hoy en día lo mismo: vas a una fiesta en México y escucharlo “Coolo” es increíble. Poder formar parte de la cultura popular es algo por lo cual estoy súper agradecido.
―Hablemos de otro tema del disco, “Sudaka”, en el que colaboras con Trueno. Desde lo musical y artístico, ¿cómo vives esa condición de sudaca?
Hoy la música hispana, la música en español, está gozando de una popularidad nunca antes vista. Hace 20 o 30 años no hubiera pasado. Creo que la cultura latina es tan fuerte que era cuestión de tiempo. Yo siempre supe que eso podía ocurrir. Es que hay sabores musicales tan originales en cada país, todos con nuestras diferencias, pero amparados por el idioma y con un montón de cosas culturales que sí nos conectan. Yo me imagino si fuera un pibe estadounidense, inglés o australiano, y de golpe descubro todo lo que hay detrás de la música en español, me volvería loco. La salsa, la cumbia, el rock, la psicodelia, el rap. Hay una música increíble. Y llegó el momento en que eso pasó. Entonces ser sudaca para mí es un orgullo. Sé que en Europa se usaba de manera despectiva. Es una palabra que podemos decirnos entre nosotros por ser sudamericanos, es como nuestra ‘N-word’. Y yo estoy muy orgullo de ser argentino, latinoamericano, ser parte de esto. Así que cuando estaba haciendo la canción pensé en Trueno porque es un flaco que se sube a cualquier pista y la parte. Tengo muy buena vibra con él, es súper sudaca. Conectamos desde allí, desde lo real. Le mandé el track y a los 10 minutos me dijo “boludo, olvidate, lo hacemos”. Él estaba en España, atrapado por la pandemia, no lo dejaban volver; entonces lo grabó allí y después terminamos de grabar algunas cositas acá. Pero es una canción para mí muy especial porque también es una mezcla de cosas que me gustan. Tiene el rap, tiene el funk, tiene esas armonías de R&B, los vientos, las guitarras. Todo ese swing. Y en vivo, explota.
―¿Cómo sientes la actualidad social de Argentina? Concretamente: Javier Milei. ¿Te sientes representado, defraudado?
Mirá, Argentina hace rato viene pasando por una especie de cadalso económico y social muy fuerte. Y sigue pasándolo. Yo estoy decepcionado de la clase política hace mucho ya. No la banco, pero no solo de ahora, sino de las anteriores y las anteriores. Veo como una especie de ciclo que se repite, y la gente es la que paga los platos rotos siempre. Nosotros los pagamos. Entonces no me veo muy representado, pero hace rato. Es un tema muy complejo como para meternos a hablar así como al vuelo. Ojalá salgan las cosas bien, pues es lo que uno más quiere. A mí me importa la gente, no los gobiernos de turno. Yo lo que quiero es que la gente esté morfando, que tenga laburo, que los jubilados estén bien. Creo que todos estamos en busca de eso. Y sea cual sea el gobierno que nos junte, que nos lleve a eso. Pero es hora de que la gente en Argentina levante la cabeza. Hay que mantener la fe.
―Como argentino, debes vivir el fútbol intensamente. Pero además tienes un hijo futbolista, entonces debe ser aún más intenso.
Imaginate, sí. Brando [Spinetta] está jugando Sacachispas. Todavía en el banco, esperando su debut, pero en cualquier momento ya entra a primera. Así que es increíble. Para mí es un orgullo todo el trabajo que le pone, porque es una vida muy sacrificada. Todos los días tenés que levantarte a las 6 de la mañana, bajo el frío, la lluvia o lo que sea. Toda esa disciplina, ese trabajo, es algo que te queda para toda la vida. El fútbol es algo que me gustó siempre, así que tener un hijo que sea apasionado por eso y que viva de eso, es increíble. Cuando Brando era chico, como todos, quería ser futbolista. Y yo le decía “¿en serio, Brando?”. Porque al principio estaban todos sus amiguitos en el fútbol, pero poco a poco la mayoría lo iba dejando. Y él no. Entonces primero había que acompañarlo a las pruebas, para que luego él mismo tome su colectivo, dos horas de viaje. Ver ese esfuerzo me llena de orgullo.
―Has probado con muchos géneros e influencias en tu carrera musical. ¿Hay alguno que, de plano, no te guste?
La música sin alma es la que no me gusta. Porque en relación a los géneros, hay que entender las culturas. Capaz que yo no podría hacer música country, pero cuando ves a alguien que lo siente y lo vive, dices “esto es real”. Porque está poniendo el alma allí. Lo mismo pasa con la música de cualquier parte del mundo. Si está hecha de corazón, nunca digas nunca. Yo mismo he colaborado con artistas muy disímiles, pero es gente que pone todo en lo que hace. Esa es la gran diferencia entre el arte y el mundo del entretenimiento. Por eso es muy triste cuando ves gente que saca música solo porque tiene un montón de seguidores. Es realmente triste que lleguemos a eso, o que eso sea la única opción. Espero que nunca lleguemos a que la única opción sea sacar discos por tener muchos ‘followers’.
El evento se llevará a cabo en la Concha Acústica del Campo de Marte (Jesús María) los días 14, 15 y 16 de junio.
Dante Spinetta se presentará el primer día, pero también habrá artistas locales como La Mente, La Liga del Sueño, Frágil y más.
Las entradas están a la venta en la plataforma Ticketmaster.