FERNANDO VIVAS (@Arkadin1)
Sube las escaleras del escenario con una prudencia de viejito que no le conocía, pero que es igual a la que yo tengo detrás de él, porque quiero llegar a los 80 así como lo veo, chambero, seductor y vital. Me ha contado barbaridades antes de la entrevista porque sabe que no las escribiré. El “off the record” no solo se les respeta a los políticos, también a Cattone. Tenía mis dudas sobre cuánto lo habría afectado el madrazo que se pegó en este mismo escenario, si había remecido los cimientos de su vitalismo agnóstico o si había desordenado su ordenadísima libertad, pero ya se encargará de convencerme de que no. Solo una noticia lo obligará a alterar planes y parar en seco a fines de año: el Marsano se viene abajo, pero no se asusten, Osvaldo estará en el moderno teatro que renacerá desde los escombros del “boom” constructor.
¿Hiciste votos, promesas, cábalas para el 2014? Yo no tengo cábalas, soy medio agnóstico, medio satanás, no puedo hacerme el bueno a fin de año y prometer tal o cual cosa.
¿Tu agnosticismo no ha variado con el susto del año pasado? No, al contrario. Antes de operarme de la columna, dije en la sala de operaciones, “¡gracias, vida, la pasé fantástico!”, por las dudas porque podía no despertarme.
Yo cuando tengo una hincada me acerco a Dios. Eres un oportunista. No podemos pedir favores y después olvidarnos.
¡Qué olvidarnos!, estoy hablando de la vida eterna. Creo que las religiones son un invento del hombre, y creo que el hombre debe defenderse solo. El hombre es Dios y tiene una omnipotencia interior.
Y tú tienes tu propia religión, un código de conducta. Soy buena persona. Creo que mi religión es esa, no hacer daño ni a un animal ni a un ser humano y tratar de ser coherente.
Y ya estamos maduritos como para cambiar. Ya estamos muy grandes. Y además pienso que Dios realmente debe existir porque tengo el problema del huevo y la gallina, qué se creó primero.
Sí has estado pensando en Dios. Siempre pienso en Dios, pero en un Dios único no en una religión. Pienso en el poder de la naturaleza, en la perfección de una hoja de un árbol, en el cuerpo humano.
A propósito, los placeres sensuales estarán más moderados. No especialmente. No me castigo. No necesito drogas. Soy un hombre con cierto orden interior.
Eres un liberal ordenado. Muy ordenado.
No eres de esos creadores que cuentan su vida. No tengo nada que contar. Mi vida es muy aburrida.
Andá. Yo me divierto a solas, digo a solas acompañado. Me divierto interiormente, no públicamente, ni hago de mi vida un circo. Tiene que haber un orden.
Y que te parecen los que hacen de su vida no un circo sino una película como “¡Asu mare!”. Alcántara no contó su vida, contó lo que quería contar. Me gustó mucho. Le escribí una carta, porque vive a la vuelta de mi casa [en Villa] y se la llevé. Hay gente que cuenta su vida, yo no tengo que hacerlo.
Estrenas “Una chica en mi clóset”, una comedia ligera. Para el verano. Hay gente que no va a la playa; que pasen un rato agradable, que salgan con una buena vibración.
Repites a Paco Bazán. Es un descubrimiento mío del 2013. Está empezando todavía, es un chico lindo, agradable, tiene sensibilidad y no es creído. También está Karina Jordán.
Reemplazando a Alejandra Baigorria, ¿ella sí es creída? No, no podía con los horarios. Es una chica encantadora, pero el teatro requiere cierta disciplina.
Tener a Paco Bazán o a Alejandra Baigorria, como pretendías, es traerle al público caras conocidas de la TV, algo importante en la propuesta comercial. Bueno, en EE.UU., las grandes estrellas como Denzel Washington, Daniel Craig, Hugh Jackman, Reese Witherspoon, se están refugiando en el teatro.
Aquí no tenemos aún una industria cinematográfica, sino televisión, y es interesante que el teatro aproveche su popularidad. Claro, si tienen condiciones y se repiten. Por eso, yo no actúo tanto, aunque estoy escribiendo un show para hacer con Regina (Alcóver), se llama “Dos que se quieren”, seremos una pareja de viejos actores.
Esa sería tu primera actuación después de tu operación. Sí, desde hace un año que hice “Duelo de ángeles”, donde me caí [Osvaldo debía ser empujado por Diego Bertie contra un escritorio, pero se paró en un lugar equivocado y cayó al piso].
Y ahí te acercaste a Dios, digo, porque hacías de sacerdote. Y por eso me caí [sonrisa irónica]. Seguí como pude, me levanté, faltaban 10 minutos y terminé. Cuando cayó el telón me desplomé, me llevaron a la clínica y el cirujano dijo, “silla de ruedas para siempre u operación”. Yo ya tenía problemas de columna que empezaron en un ensayo de una obra con Yvonne Frayssinet, ella caía desmayada y yo tenía que levantarla.
Para que vivas hasta los 100. Para que viva hasta que el destino lo quiera. Hay que vivir con calidad de vida, no se puede ser viejo y arrastrarse simplemente por no quererse ir de este mundo. Como no creo en este mundo, cada vez que digo que soy agnóstico, todos quieren que encuentre la fe.
Tú que amas tanto las ficciones, ¿no ves la muerte como una ficción nueva a la que entregarse? Si pienso en Oz, sería maravilloso. Una vez una vidente me dijo, cada que voy a un velorio veo al muerto al lado del cajón, riéndose. Yo creo que no, que muerto el perro se acabó la rabia. Hernán Romero, mi compañero en esta obra, se siente salvado por Cristo. Ojalá me pasara a mí.
Me alegra verte con tu mismo espíritu. Lo que pasa es que tengo 80 y voy a cumplir 81 el 17 de enero.
¿Cómo está Amelia Bence, que fue tu mujer? Tiene 99 años y está lúcida. El problema es que tiene una osteoporosis feroz y no se muere porque está sana, todos sus órganos están bien. Tiene que irse, pero no se va y está enojada.
¿Y después de “Una chica en mi clóset” y el show con Regina? Te voy a dar una primicia. A fin de año paramos porque el Marsano se va a tirar abajo, pero para construir un teatro moderno, todo un centro comercial. Se han comprado las casas alrededor. Va a haber un hotel, una galería de arte, librería, como el paseo La Plaza de Buenos Aires.
El crecimiento llegó al Marsano. Parece que sí. Y eso significará parar un año. Tengo que asesorar el teatro para que tenga buena acústica y tengo que ocuparme de lo que va a venir.
¿Y el centro comercial se llamará Marsano? Sí, porque la familia Marsano es la que invierte en esto. Además es un nombre muy fuerte. Andrés Marsano me dijo una vez que yo había llevado el nombre a toda América. El Marsano hace 38 años que está vivo y nunca ha estado cerrado. Este teatro fue hecho en 1976 y está bien que se renueve. Vamos a ver si lo veo, porque vamos a ver si vivo.
Vamos, te veré entrar desde el sótano al ascensor y al escenario giratorio. ¿Y el teatro sería el foco de atención? Todavía no se ha decidido qué seré yo en el teatro, pero tendré un espacio para mis locuras.
Te deseo éxitos en el futuro y con “Una chica en mi clóset”. Es muy linda y agradable y además Bazán sale desnudo toda la obra, mostrando todas sus limitaciones y gracias [risas].
¿Quién quiere ver a Polo Campos calato (Bazán protagonizó “Los amores de Polo”)? Creo que está ‘más mejor’ que Polo Campos (risas).