Con el recuerdo de Diana de Gales muy presente, la princesa Charlotte, hija de los duques de Cambridge, fue bautizada hoy en la capilla de Santa María Magdalena en Sandringham, en una íntima ceremonia que reunió a la reina Isabel II y un selecto grupo de amigos y familiares.
La pequeña, cuarta en la línea de sucesión al trono británico, llegó a la iglesia, donde también fue bautizada su fallecida abuela en 1961, en un cochecito de bebé clásico empujado por su madre, quien lucía un traje de color marfil de la firma de Alexander McQueen y un sombrero a juego de Jane Taylor.
El carrito "vintage" ya fue usado para llevar a dos de los hijos de la reina, de 89 años de edad, quien optó hoy por un abrigo y sombrero, ambos de color rosa, diseñados por Angela Kelly.
Para regocijo de los muchos curiosos que esperaron su llegada durante un día soleado en una zona verde habilitada frente a la capilla, esta fue la primera ocasión que los duques de Cambridge aparecieron en público junto a Carlota y su hermano mayor, el príncipe Jorge, nacido en 2013.
La pequeña, nacida el pasado 2 de mayo, recibió su primer sacramento de manos del arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia de Inglaterra, Justin Welby, en un servicio religioso que duró unos 45 minutos.
Solo 21 personas fueron invitadas al bautizo de la hija del príncipe Guillermo y Catalina, que eligieron para esta ocasión la iglesia en Sandringham, una finca del condado inglés de Norfolk donde los duques tienen su residencia e Isabel II pasa cada año la Navidad.
La niñera de Charlotte y de Jorge, la española Maria Teresa Turrión Borrallo, también estuvo presente en la ceremonia, pero no en calidad de invitada oficial, cuya lista encabezó la reina y su esposo, el duque de Edimburgo.
Asimismo, asistieron al bautizo en esa capilla del siglo XVI el abuelo paterno de la princesa, Carlos de Inglaterra, acompañado de su esposa, Camilla; los abuelos maternos, Michael y Carole Middelton; y los hermanos de Catalina, Pippa y James.
(El Comercio/EFE)