El marroquí Achraf Hakimi, uno de los laterales más caros del mundo (60 millones de euros), lamentó la caída ante Francia -el miércoles pasado- en dos comunicados casi enviados en simultáneo. Escribió “el sueño ha terminado” en inglés y, unos segundos después, en árabe. Uno de los emblemas del emotivo cuadro africano entiende, hasta en sus expresiones en redes sociales, que no puede ser indiferente a la multiculturalidad de este combativo seleccionado africano, que acaba de sellar su cuarto puesto en Qatar 2022. En inglés para globalizar el lamento y en árabe para no perder de vista el sentido de pertenencia. Solo le faltó un tercer mensaje en el idioma que aprendió desde muy niño. Nacido en Madrid, Achraf habla un perfecto español.
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”Rápidamente sentí que no era mi lugar en el mundo”, le responde Hakimi al diario madrileño “AS”, al recordar su paso por las selecciones juveniles españolas. Como él, decenas de cracks dispersos en países potencias del fútbol como Francia y Países Bajos prefirieron escuchar el llamado de sus lazos sanguíneos y defender la bandera de la estrella verde con cinco puntas.
El gladiador Amrabat es francés, el habilidoso Mazraoui es neerlandés y Bono, nacido en Montreal, pudo ser el arquero que tanto le faltó a Canadá en esta Copa del Mundo. Algunas de estas figuras, como el exquisito Ziyech (también de Países Bajos), se han disculpado en conferencias por no entender al cien por ciento el árabe.
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Esta mañana, Marruecos derramó sudor y lágrimas, en el estadio Internacional Jalifa, frente a Croacia en la disputa por el tercer lugar de Qatar 2022 (2-1 a favor del cuadro balcánico). La primera selección africana en clasificar a una semifinal mundialista solo tiene un 30 por ciento de futbolistas nacidos en territorio marroquí. El resto fueron captados tras una quirúrgica búsqueda que comenzó hace quince años, en medio de un ambicioso plan propuesto por el millonario rey marroquí, Mohamed VI.
Ese proyecto contemplaba dos frentes de trabajo: construir una academia para reforzar el talento y dar educación a niños con futuro en el fútbol y, además, la labor de scouting sobre todo en naciones del Viejo Continente. Pero no todos llegaron con pasaportes extranjeros a las convocatorias, el marroquí de nacimiento, Youssef En-Nesyri, es obra y gracia de la academia de Mohamed VI. Apenas cumplió la mayoría de edad fue reclutado por el Málaga y hoy es figura indiscutible del Sevilla. Millones siguen hablando de cómo se elevó En-Nesyri para vencer el arco de Portugal. Lo que pocos sabían es que el verdadero gran salto, de Youssef y de toda su selección, ya había sido planeado desde hace mucho tiempo.
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