El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa Melania viajaron el lunes la devastada área del Panhandle de la Florida para ver la destrucción causada por el mortal huracán Michael, uno de las más poderosos en la historia del país.
El mandatario y la primera dama arribaron a la Base de la Fuerza Aérea Eglin en el Panhandle, como se denomina a la región noroeste de Florida, y también visitarán una parte de Georgia que también fue golpeada por la tormenta, para luego regresar a Washington el mismo lunes, dijo la Casa Blanca.
El mes pasado, Trump visitó Carolina del Norte y Carolina del Sur después del paso arrasador del huracán Florence.
Está previsto que Trump se reúna con el gobernador republicano de Florida, Rick Scott, en la base ubicada a unos 160 kilómetros al oeste del punto donde el huracán Michael tocó tierra el miércoles como una de las tormentas más poderosas registradas en el área continental de Estados Unidos.
Las pérdidas por los destrozos causados por el viento y la marejada provocados por Michael serían de entre 6.000 y 10.000 millones de dólares, según AIR Worldwide, un estimador de riesgos. Esas cifras no incluyen las pérdidas pagadas por el Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones, añadió.
Michael impactó en el Panhandle con vientos máximos sostenidos de 250 kilómetros por hora (kph) como un huracán de categoría 4 en la escala de cinco niveles de Saffir-Simpson. Al menos 18 personas murieron en cuatro estados. Decenas seguían desaparecidas el domingo en comunidades que quedaron en ruinas.
Los equipos de rescate dijeron que esperan que el número de víctimas crezca, mientras continuaba la búsqueda de sobrevivientes entre las casas en ruinas en medio de cortes de luz y pocas reservas de agua y comida en Mexico Beach y Panama City. Los esfuerzos de rescate se han visto obstaculizados por carreteras bloqueadas y enormes pilas de escombros.
El alcalde de México Beach, Al Cathey, dijo a medios tras confirmar una muerte en la ciudad de 1.000 habitantes que 46 personas seguían desaparecidas el domingo. "Si perdemos solo una vida, para mí eso será un milagro", agregó.
Los sobrevivientes lidiaban con cortes de energía y escasez de alimentos y agua en medio de los laberintos de árboles arrancados de raíz y escombros. Los servicios de electricidad y telefonía se estaban restaurando lentamente, pero podrían pasar semanas antes de que la energía vuelva a las áreas más dañadas.
Fuente: Reuters