"Perdí toda esperanza... Once años de mi vida me han sido secuestrados y ahora, con sus últimas acciones, las autoridades también han tomado mi dignidad y han faltado el respeto a mi religión", escribió el 27 de marzo del 2013 el afgano Obaidula, preso en Guantánamo y que en ese momento estaba en huelga de hambre. Su testimonio fue publicado en su momento por el Departamento de Justicia de EE.UU.
Esa masiva huelga de hambre iniciada el 6 de febrero del 2013 trajo nuevamente a las primeras planas la situación de los presos confinados en la base estadounidense de Guantánamo y el agujero negro legal en el que se mantienen desde que, en el 2002, el gobierno de George W. Bush trasladara a ese lugar a los detenidos de su guerra contra el terrorismo, iniciada en Afganistán luego de los atentados del 11 de setiembre del 2001.
Tres años después de esa huelga, el presidente Barack Obama anunció el martes su último intento para solucionar la situación de los reos y cerrar de manera definitiva esa prisión, que ha sido considerada un centro de tortura por organizaciones como Amnistía Internacional. Además, ya en el 2006 un informe de las Naciones Unidas había recomendado su clausura.
Obama ya fracasó en su intento de clausurar Guantánamo al inicio de su primer gobierno (2008-2012), por la oposición de legisladores republicanos y de su propio Partido Demócrata.
AP
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No son prisioneros de guerra
A catorce años de la apertura de la prisión, persisten las mismas preguntas que se hicieron en ese entonces: ¿por qué a los detenidos no se les aplica la Convención de Ginebra? ¿Bajo qué leyes deben ser juzgados? ¿Dónde purgarán sus condenas los sentenciados? ¿Adónde serán trasladados los inocentes o los que deben cumplir sus penas? ¿Por qué no se puede cerrar Guantánamo?
El artículo 4 de la Convención de Ginebra garantiza el buen trato y un juicio justo a los prisioneros de guerra. Pero, ¿entran en esa categoría los acusados de pertenecer a la red terrorista Al Qaeda y los milicianos talibanes?
Desde el principio, para Estados Unidos la respuesta fue no. En el 2002, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, catalogó a los detenidos que eran trasladados a Guantánamo como combatientes ilegales o detenidos en el campo de batalla, pero nunca aceptó que fueran prisioneros de guerra.
En su ensayo "Crímenes contra la humanidad", el abogado inglés Geoffrey Robertson sostiene que a los combatientes talibanes sí les corresponde ser tratados como prisioneros de guerra, mientras que no está claro si dicha definición es aplicable a los miembros de Al Qaeda.
"El estatus de prisionero de guerra lo reciben miembros de las fuerzas armadas o partes en conflicto, y también miembros de milicias y cuerpos de voluntarios que formen parte de dichas fuerzas armadas. Los combatientes talibanes responden a esta definición: eran el ejército del gobierno talibán. No está claro en el caso de Al Qaeda, pero dado que constituían una milicia de voluntarios, que habían luchado como camaradas junto al ejército talibán, lo más correcto es pensar que también merecían el estatus de prisioneros de guerra", escribe Robertson.
Pero para el internacionalista Román Ortiz, director de la consultora Decisive Point, no existe ningún mecanismo internacional que determine qué hacer con un terrorista que opera a escala global y que es tomado como prisionero.
¿Qué prerrogativas tiene un prisionero de guerra? Según la Convención de Ginebra, cuando sea interrogado, el detenido no tendrá la obligación de declarar. Solo está obligado a dar sus nombres y apellidos, su graduación, la fecha de su nacimiento y su número de identificación.
En el limbo legal de Guantánamo, los prisioneros sí pueden ser interrogados con rigor y hasta se les aplica métodos catalogados como tortura. El 14 de enero del 2009, la propia administración de George W. Bush reconoció que uno de los detenidos fue torturado en esa prisión.
AP
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Alimentados por la nariz
El 6 de febrero del 2013, un grupo de presos inició una huelga de hambre luego de una requisa. Los reos alegaban que durante el cateo de sus celdas los militares estadounidenses vejaron sus ejemplares del Corán.
Con el paso de los días, 97 de los 166 prisioneros que entonces estaban en Guantánamo se habían sumado a la protesta. A 19 de ellos se les alimentó por la fuerza a través de la nariz, con el uso de una sonda nasogástrica. Se trata de un catéter que se introduce por la nariz hasta llegar al estómago, para administrar suero. La Asociación Médica de Estados Unidos advirtió que esta práctica iba en contra de la ética.
"He visto personas al borde de la muerte ser trasladadas para alimentarlas por la fuerza; he visto hombres toser sangre, ser hospitalizados, perder la conciencia, debilitados y fatigados", cóntó Obaidula en su carta.
Según los abogados que los defienden, la protesta por la vejación del Corán en realidad buscaba presionar para que se aclare la situación jurídica de los reos, pues pensaban que nunca saldrían de Guantánamo.
AFP
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"Un detenido colgado se desmayó"
El mauritano Mohamedou Ould Slahi fue detenido el 20 de noviembre del 2001 y trasladado a Guantánamo en el 2002. El siguiente relato forma parte de sus memorias publicadas en el 2013 por la revista estadounidense"Slate".
"Consideré la llegada a Cuba una bendición, y entonces les dije a mis hermanos: Puesto que ustedes no están involucrados en crímenes, no deben temer nada. Yo personalmente voy a cooperar, ya que nadie me va a torturar... Yo creía erróneamente que lo peor había pasado... y que los estadounidenses iban a entender que no soy el hombre que están buscando... A los detenidos no se les permite hablar, así que nos divertíamos mirándonos entre nosotros. El castigo por hablar era colgar al detenido por sus manos con los pies suspendidos, sin tocar el suelo. Vi a un detenido afgano que se desmayó un par de veces mientras estaba colgado de sus manos... Deja de orar, hijo de puta. Estás matando gente, dijo y me golpeó duro en mi boca. La boca y la nariz empezaron a sangrar, y mis labios se volvieron tan grandes que técnicamente no podía hablar más... Yo estaba viviendo literalmente lo que es el terror. No recuerdo haber dormido una noche en silencio, porque los próximos 70 días no sabría la dulzura de dormir. El interrogatorio duraba 24 horas, tres y a veces cuatro turnos al día. Rara vez tenía un día libre".
Reuters
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Un futuro incierto
En mayo del 2003, Guantánamo tuvo una población penal de 779 reos, la mayor cantidad desde que fue abierta. Hoy quedan 91 y un gran porcentaje de ellos tiene luz verde para ser trasladados a sus países de origen o a terceras naciones. No hay pruebas para que sean procesados por terrorismo
Pero existen obstáculos para la repatriación, pues muchos legisladores estadounidenses se niegan a autorizar el regreso de los reclusos a sus países de origen, porque piensan que reincidirían en su práctica extremista. Y también hay países que no quieren recibirlos bajo este mismo argumento.
Quienes sí están relacionados con el terrorismo, como Khalid Sheik Mohamed, cerebro de los atentados del 11 de setiembre, tampoco pueden ser juzgados en territorio estadounidense por tribunales civiles. El Congreso de ese país no autoriza que se usen fondos públicos para ese fin.
Khalid Sheik Mohamed, el cerebro de los atentados del 11 de setiembre (AFP)
Ese Parlamento tampoco autoriza transferir a los detenidos a cárceles de máxima seguridad en EE.UU. El pretexto es que existe el temor de que alguno de ellos pueda escapar y se convierta en una amenaza para la seguridad del país. Por eso Guantánamo no se puede cerrar y continúa siendo un agujero negro para la justicia. Y los republicanos ya le han advertido a Obama que vetarán su nueva iniciativa.
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— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) febrero 23, 2016
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