Javier Darío Restrepo nació en Colombia hace 83 años, 58 de los cuales ha sido periodista. Es maestro de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) desde 1995. Ha publicado más de una veintena de libros. “Cartas a Emilio” es el último de ellos.
Esta semana llegó a Lima para dictar un taller de periodismo organizado por la Carrera de Comunicación y Periodismo de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y la Fundación Gustavo Mohme Llona.
Mucho antes de que se convirtiera en un laureado maestro del periodismo y en el mayor referente de la ética en América Latina, Javier Darío Restrepo fue sacerdote por 17 años. Trabajando en el periódico mural en un seminario de Manizales descubrió que había nacido para ser periodista. Dejó la sotana y hoy predica sobre rigurosidad e integridad con el respaldo de casi 60 años en el ejercicio de la profesión.
—Un periodista no puede casarse ni con Dios…
El periodista debe ser libre para hacer su trabajo. La libertad para el periodista es tan importante como cualquiera de sus brazos o sus piernas, es parte integral de su personalidad.
—¿Tienen algo en común el periodismo y el sacerdocio?
Mucho. Primero el compromiso con la verdad, pero sobre todo que son profesiones que se ejercen como una misión y requieren una entrega total.
—Es gestor del Consultorio Ético de la FNPI. ¿Cuán enferma está la ética en el periodismo?
Lo que más contribuye al deterioro de lo ético es la invasión de lo comercial y publicitario porque le está dando al periodismo un objetivo bastardo: enriquecerse. Y resulta que el periodismo, como profesión de servicio que es, no admite que uno esté trabajando para sí mismo, uno está trabajando para los demás.
—¿Existe una crisis del periodismo frente a las nuevas tecnologías o es, más bien, una crisis del periodista?
Lo que pasa es que las nuevas tecnologías han puesto en evidencia las fallas que tiene el periodista, comenzando porque te urgen a lo inmediato y eso hace que tú quieras dar información en el acto. Y resulta que la verdadera información exige tiempo, como todas las actividades de la inteligencia. Tú puedes elegir entre un periodismo que solo sea ver y oír y otro que sea ver, oír y pensar. No se trata de la tecnología sino del uso que hacemos de ella.
—Si bien defiende que el periodista es un servidor de la sociedad, también dice que no se deben satisfacer los caprichos del lector…
Es que satisfacer los caprichos del lector es prestarle el más pésimo de los servicios, y es prestarse para el juego de comerciantes y mercaderes. Un comerciante lo que tiene que hacer es satisfacer los deseos del consumidor, pero yo como periodista no puedo hacer eso porque estoy al servicio de la sociedad y debo darle al consumidor de mis informaciones lo que él necesita de conocimiento y de acceso a la realidad. Ahí está la gran diferencia.
—Usted ha dicho que los medios deben ser financiados por el lector. ¿Ve que esto suceda a corto plazo?
Tiene que llegar a hacerse real si los medios quieren sobrevivir y mantener su papel fundamental en la estructura social.
—Aunque usted es un periodista empírico, sí considera necesario que los estudiantes pasen por una facultad. ¿Cómo ve que haya especialistas de otras áreas ejerciendo la profesión?
No creo que se deba dar un valor absoluto a la formación que brindan las universidades. Alguna vez en el Círculo de Periodistas de Bogotá se planteó ese tema y alguien destruyó todas las deliberaciones diciendo: “Gabriel García Márquez fue un periodista total y nunca tuvo formación profesional”. Y es que la formación profesional más seria es la que se da en el ejercicio profesional. Sin embargo, hay algo que no está entregando nadie y es la formación ética.
—Ha respondido cerca de 1.500 dudas éticas. ¿Cuáles se repiten más?
La mayor cantidad se refiere a responsabilidad. Por ejemplo, el periodista tiene muchas dudas acerca de si se deben difundir las fotografías de muertos o de una persona llorando. Ese sentido de responsabilidad se agudiza cuando me preguntan si vale la pena estar contando tanta trivialidad, como que si tal cantante está embarazada o no.
—¿Cómo sabe qué responder ante esas dudas?
Primero tengo que examinar qué es el ideal ético, y eso no significa ver si está o no en un código de ética. Cuando nacemos traemos algo con nosotros, y es que no nos gusta ser mediocres ni estar abajo. Uno siente la necesidad y el impulso de ser mejor, eso es lo ético. Lo no ético es la mediocridad o lo que te lleva a ella.
—¿Cuál ha sido su mayor dilema periodístico?
Uno que no solo he tenido que afrontar yo, y es el que ocurre cuando estás amenazado y sabes que la información que vas a dar puede costarte la vida. Entonces piensas: “O informo corriendo el riesgo o no informo siendo infiel a mi vocación”.
—¿Qué hizo usted?
Logré hacer la unión de las dos cosas, informando con prudencia, sin dar oportunidad a quienes me amenazaban. Iba a trabajar usando un camino diferente cada día o no contestaba llamadas telefónicas desconocidas. Hace poco un periodista mexicano me pidió consejo sobre un tema similar. Su esposa le dijo que se iría con su hija si él seguía investigando un tema peligroso. Le dije que cualquier decisión que tomara era respetable.
—¿Qué responde a quienes dicen que usted es un idealista de la ética periodística?
Que tienen razón. La ética sin idealismo no tiene razón de ser. Es ideal porque está siempre aspirando a que yo sea un excelente profesional aun a sabiendas de que esa excelencia nunca se va a alcanzar.
—¿Cómo hacer que la ética venda?
La ética de por sí vende porque la ética eleva la calidad del producto.
—¿Hay forma de salvar el papel?
Hace mucho le están pronosticando el final al papel. El último dato que conocí decía que sería en el 2040, por lo que si es así yo ya no veré eso. Sin embargo, me parece que son pronósticos sin mucho fundamento. Hay datos muy alentadores para los que amamos el papel. Jeff Bezos, el director ejecutivo de Amazon y dueño de “The Washington Post”, ha vuelto al papel y ha creado librerías con libros de papel. Lo ha hecho él, que defiende y se vale de lo digital. Es como si reconociera que el papel es invencible.
—En una de sus columnas dijo que Donald Trump es una creación de los medios que creyeron estar ante una noticia curiosa. ¿La prensa tiene responsabilidad en su triunfo?
Los periodistas se dieron cuenta de que habían tenido un papel de impulsores de la campaña de Trump a través de la publicación de todas las barbaridades que él decía, no las miraban así sino como noticias curiosas que iban a vender periódicos. La pregunta es si los periodistas seguirán contribuyendo a errores parecidos.
—Ha dicho que le hubiera gustado entrevistar a Pablo Escobar, Bin Laden y al califa del EI. ¿Hay alguien a quien no entrevistaría?
Yo habría entrevistado a cualquiera de esas personas si hubiera considerado que iba a ser útil para los lectores, si hubiera creído que iba a satisfacer la curiosidad de los lectores no habría querido hacerlas. No me gustaría entrevistar a Trump. Las entrevistas que son válidas son las que pueden resultar útiles para los lectores.
—Sus frases sobre el periodismo son citadas en todos lados. ¿Cuál es su cita favorita de otro autor?
Hay muchas pero en este momento se me ocurre la más elemental. Kapuscinski: “Para ser buen periodista primero hay que ser buena persona”.
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