Messi y el presidente del PSG, Nasser Al Khelaifi. (AURELIEN MEUNIER - PSG).
Messi y el presidente del PSG, Nasser Al Khelaifi. (AURELIEN MEUNIER - PSG).
BBC News Mundo

Hace menos de una semana casi todos daban por hecho que continuaría en el Barcelona. Hoy es nuevo jugador del PSG (Paris Saint-Germain).

Fichar a Messi supone un indudable añadido deportivo para el PSG, que ya de por sí contaba con un equipo temible con estrellas como Neymar, Kylian Mbappé, Ángel Di María, Sergio Ramos o el recién fichado portero Gianluigi Donnarumma, quien ganó la Eurocopa hace un mes con Italia.

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Sobre el papel, no hay ninguna plantilla en Europa que pueda emular ahora mismo este potencial.

Pero la llegada de Messi a París va mucho más allá de lo deportivo.

Expertos argumentan que este fichaje, quizás el más importante y mediático de la historia moderna de este deporte, se enmarca dentro de una estrategia política y de imagen de Qatar.

El PSG es propiedad de Qatar Sports Investment (QSi), firma subsidiaria de Qatar Investment Authority, un fondo soberano de inversión cuyo director ejecutivo es el emir qatarí Tamim bin Hamad Al Zani.

Tamim bin Hamad al-Thani, emir de Qatar. (Getty Images).
Tamim bin Hamad al-Thani, emir de Qatar. (Getty Images).

Críticos denuncian que el PSG es un club-Estado respaldado por la riqueza petrolera de Qatar.

Y diversas organizaciones acusan a este país de disimular detrás de grandes inversiones deportivas, como acoger el próximo Mundial de Fútbol en 2022, sus prácticas contra derechos humanos.

Pero, ¿cómo encaja el fichaje de Messi en la imagen del pequeño país?

Un fichaje “casi inevitable”

Tras confirmarse que Messi no seguiría en Barcelona, parecía evidente que su próximo destino sería el Manchester City o el PSG.

Los rumores no solo atendían al aplastante poderío económico de ambos conjuntos, sino también a lógicas empresariales que en el caso del PSG ayudaron a inclinar la balanza.

“Si miras las conexiones de los últimos años entre Qatar, Barcelona, París y Messi, este fichaje era casi inevitable. Solo que los qataríes no terminaron de creerse que finalmente se concretara”, dice a BBC Mundo Simon Chadwick, profesor de Geopolítica Económica del deporte de la Escuela de Negocios EM Lyon en Francia.

El PSG ha destinado miles de millones en fichajes en los últimos años con el claro objetivo de ganar la Liga de Campeones, el torneo con más pedigrí de Europa. Hasta ahora sin éxito. Lo más cerca que estuvo fue la final que perdió en 2020 ante el Bayern Múnich.

El más mediático hasta Messi fue el del brasileño Neymar, por el que el club parisino pagó 220 millones de euros (US$257 millones) al Barcelona en 2017. No ha habido traspaso más caro en la historia del fútbol.

Messi se reencontrará con su amigo y excompañero Neymar para formar una de las delanteras más temibles del fútbol europeo. (Getty Images).
Messi se reencontrará con su amigo y excompañero Neymar para formar una de las delanteras más temibles del fútbol europeo. (Getty Images).

Ganar la Champions se ha convertido en una obsesión para el PSG.

“Qatar quiere que el PSG gane la Liga de Campeones el próximo año. Si la ganan en mayo (de 2022), en noviembre Qatar alberga el Mundial de Fútbol. La marca nacional, el poder blando y beneficios en la reputación son parte de la estrategia de Qatar”, apunta Chadwick.

La estrategia del “sportswashing”

Diversas organizaciones de derechos humanos, como Human Rights Watch, denuncian la explotación de trabajadores emigrantes en el país, que ha sido cruciales para construir los modernos estadios del Mundial de 2022, así como leyes que “continúan discriminando a mujeres, lesbianas, homosexuales, bisexuales e individuos transgénero”.

El pasado marzo, Amnistía Internacional escribió una carta a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) pidiendo “adoptar medidas concretas y urgentes para garantizar que la competición deje un legado positivo y duradero a todas las personas trabajadoras migrantes de Qatar y no dé lugar a más abusos laborales”.

Además de estas denuncias, también existen alegaciones de soborno para ganar votos por parte de representantes qataríes a miembros de la FIFA.

GETTY IMAGES.
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Ante dichas denuncias, críticos acusan a Qatar de intentar limpiar su imagen internacional a través de una estrategia conocida como “sportswashing”, una palabra compuesta que involucra, traducido al español, “deporte” y “lavado” de imagen.

“En lugar de hablar de migración, condiciones laborales y la forma en que Qatar trata a su comunidad LGTBQ, estamos hablando de Lionel Messi, PSG y fútbol. Una interpretación de ‘sportswashing’ sería una estrategia para distraer a la gente y no hablar de cosas más importantes”, aclara el profesor Chadwick.

Las denuncias sobre las condiciones laborales han estado en el punto de mira desde que se confirmó que Qatar sería sede del Mundial de Fútbol en 2022. (Getty Images).
Las denuncias sobre las condiciones laborales han estado en el punto de mira desde que se confirmó que Qatar sería sede del Mundial de Fútbol en 2022. (Getty Images).

En 2017, las autoridades qataríes aprobaron nuevas leyes para mejorar los derechos de los trabajadores tras alcanzar un acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas.

Aunque entonces, un comunicado gubernamental explicó que esas reformas “tomarían tiempo, recursos y compromisos”.

Ascenso institucional del club-Estado

Para Chadwick no hay dudas: el PSG es un club Estado y “ni siquiera los qataríes lo desmienten”.

“La propiedad del club en manos de QSi está efectivamente asociada con el fondo soberano de inversión de Qatar. El presidente de QSi, Nasser al Khelaifi, es miembro de la familia real qatarí y también preside el PSG”.

“Qatar no es una democracia. La familia real es el gobierno. No hay discusión: el estado de Qatar es dueño del PSG”, agrega el experto.

El emir Tamim bin Hamad Al Zani no sólo es el jefe de Estado, sino que comparte el poder ejecutivo junto al Consejo de Ministros que él mismo designa a propuesta del primer ministro.

Algo similar sucede con el Manchester City inglés, propiedad de la empresa de capital privado Abu Dhabi United Group, perteneciente al jeque Mansour bin Zayed Al Nahayan, de la familia real del emirato de Abu Dabi.

Ambos equipos han protagonizado los mercados de fichajes de los últimos años, pagan altos salarios y se han ganado varias denuncias por supuestamente no respetar las reglas del fair play financiero, que prevé limitar los gastos.

Desde que QSi se hiciera con la propiedad total del PSG en 2012, el club no solo ha invertido millonarias sumas, sino que también ha visto cómo su posición institucional ha escalado dentro del fútbol europeo.

En 2019, Nasser al Khelaifi fue elegido por la Asociación de Clubes Europeos (ECA) como delegado del comité ejecutivo de la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA), el organismo rector del balompié continental.

GETTY IMAGES.
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Dos años más tarde, en 2021, Al Khelaifi se convirtió en presidente de la ECA después de que el polémico proyecto de la Superliga europea amenazara las estructuras actuales del fútbol tal y como las conocemos.

Qatar 2030

Sobre si la estrategia de Qatar para limpiar su imagen internacional está funcionando o no, Chadwick, inglés, pone el ejemplo de la Premier League inglesa.

“A cualquier lugar que voy en el mundo, la gente habla de la Premier, pero nadie me habla de la historia colonial británica y las cosas malas que hicimos por todo el mundo. ¿Podemos decir que ese es el primer caso de ‘sportswashing’ de la historia y que Qatar está haciendo lo mismo?”, se pregunta el experto.

“La gente está seducida, pero es importante no olvidar que el deporte es solo un aspecto de la vida. Igualmente, lo de Messi, la Copa Mundial y demás, en Qatar y cualquier país, ayudan a provocar efectos y cambios positivos”, opina.

El país del Golfo desarrolla un proyecto llamado Qatar National Vision 2030. Tiene el objetivo de convertirse en “una sociedad avanzada capaz de sostener su desarrollo y proveer un alto estándar de vida para su pueblo”.

Messi jugará por dos temporadas en el PSG tras 21 años en Barcelona. (Getty Images).
Messi jugará por dos temporadas en el PSG tras 21 años en Barcelona. (Getty Images).

Para ello, está claro que ha optado por el deporte como una base importante de su estrategia de mejora de imagen.

“Lo que en Europa la gente ve como ‘sportswashing’, en Qatar lo ven como parte de su estrategia de crecimiento”, dice Chadwick.

Con la llegada de Messi a París, el PSG y Qatar ya tienen la atención de todo el planeta.

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