El temor a que la guerra entre Rusia y Ucrania derive en un ataque nuclear por parte de Moscú no deja de crecer. A un mes del inicio de la invasión rusa, el presidente Vladimir Putin aún no puede avanzar como quisiera en territorio ucraniano y ha optado por reforzar una feroz retórica de confrontación que incluye, para horror del mundo entero, la amenaza de usar armas nucleares por primera vez desde 1945.
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El martes 22, Moscú afirmó a través del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que usaría armamento nuclear en Ucrania si existiera una “amenaza existencial” contra Rusia, una declaración que no es anecdótica viniendo de una potencia nuclear.
Según la publicación Bulletin of the Atomic Scientists, 1.588 ojivas nucleares rusas estarían desplegadas, entre ellas 812 en misiles desplegados en tierra, 576 en misiles basados en submarinos y 200 en bombarderos. Ucrania no cuenta con ninguna arma nuclear.
Los fantasmas de un enfrentamiento que pase al terreno nuclear plantean importantes preguntas sobre los peores escenarios posibles y de las probabilidades de que alguno de ellos -o varios- se concreten. ¿Cuáles podrían ser los daños? ¿Qué otras consecuencias, además de muerte y destrucción, vendrían con ello?
Para el analista internacional Roberto Heimovits, lo que va quedando claro es que no sería Occidente el que empiece a usar armas nucleares, algo que está ligado a que la operación relámpago con que Putin quería conquistar Kiev fracasó.
“El escenario en el que se inicia el uso de armas nucleares sería uno en que Putin vea que está perdiendo y al no querer negociar, tanto por su ego como porque teme que esto ponga en peligro su poder en Rusia al comprobarse que su invasión no ha ido como él quería, decide usar una bomba nuclear pequeña, lo que se llama una bomba nuclear táctica”, señala a El Comercio.
Carlos Umaña, miembro de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) y de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, apunta que las armas nucleares han servido clásicamente como armas de amenaza y disuación para que las naciones con ese poderío adviertan que si son atacados la respuesta podría ser peor.
Ahora bien, ambos expertos destacan que es poco probable que se escale al plano nuclear. Pese a ello, reafirman que el riesgo es latente y no solo por una acción que podría ser deliberada, en este caso de parte de Putin, sino por factores como los ciberataques o los errores humanos o tecnológicos.
Umaña explica que en un contexto como el actual el factor de error aumenta. “Digamos que de las 12.700 ojivas nucleares que hay en el mundo, hay unas 1.800 en estado de alerta máxima, es decir, están listas para ser detonadas en minutos. Estas ojivas en alerta máxima tienen sistemas de alarmas que se han activado por error, que confundieron una bandada de gansos, un eclipse lunar, una nube de tormenta como si fuera un ataque nuclear. Entonces en tiempo de guerra, donde se hacen amenazas explícitas de que se van a usar armas nucleares, si se recibe una falsa alarma es mucho más probable que sea interpretada como algo verdadero. A eso hay que sumar el riesgo de ciberterrorismo, el peligro ahora aumenta exponencialmente”, dice a este Diario.
“En este momento estamos en el riesgo más alto de la historia de que se desate un desastre de este tipo, es algo muy preocupante”, agrega.
Daños monumentales
Para dimensionar el alcance de los daños de un ataque nuclear, explica Umaña, se debe tener en cuenta que hay básicamente dos tipos de armas nucleares: las estratégicas y las tácticas. Eso se clasifica no solo según la potencia, sino también según los vehículos de entrega.
Las armas nucleares estratégicas son las que están en los misiles de gran tamaño y pueden viajar por todo el planeta, mientras que las tácticas son aquellas que se usan a un nivel más local y que incluso pueden caber en una mochila o ser lanzadas desde un avión. Son estas últimas las que Putin ha amenazado con usar.
“Estas armas nucleares tácticas tienen una potencia que puede ir desde unos 10 kilotones a unos 200 o más kilotones. Para ponerlo en perspectiva, la bomba de Hiroshima era de 15 kilotones y causó toda la destrucción que ya conocemos”, dice el experto.
Heimovits enfatiza el riesgo de usar tan solo un kilotón, es decir mil toneladas de TNT. “Un kilotón usado en el frente de batalla podría destruir quizá un regimiento o dos del ejército enemigo, depende de qué tan concentrado esté, o en una ciudad podría destruir seis o siete manzanas a la redonda del punto de ataque. Estamos hablando de algo realmente grande, es como un ataque aéreo de mil aviones en el que cada uno lleva dos bombas de 500 kilos. Estamos hablando de algo muy grande, pero aún así, en términos nucleares, es lo mínimo que hay”.
Para explicar lo que pasaría en caso de una guerra nuclear a gran escala, Umaña pone un ejemplo. “Una bomba de aproximadamente 100 kilotones, si se detonara sobre una ciudad moderna como Washington DC, puede causar una devastación enorme. Estamos hablando de cientos de miles de muertos de forma inmediata y de unas cuatro o cinco veces más de personas que van a resultar heridas por las lesiones físicas, por el calor y por la radiación que causan estas bombas”, señala.
Agrega que cuando hablamos de una guerra nuclear no se trata de una o dos detonaciones, sino de muchas y en abundantes ciudades, por lo que la devastación que esto causa es enorme. Las ciudades no solo quedan destruidas, sino que áreas enormes terminan sin infraestructura de comunicaciones, tecnología o electricidad. Además, apunta, se producirían niveles de radiación enormes, que por lluvia radioactiva se podrían esparcir hacia todo el planeta. El hollín y los escombros lograrían subir a la estratósfera y bloquearían la luz solar, por lo que el clima mundial se alteraría de una forma dramática.
“Estamos hablando de que baja la temperatura global en 25 grados centígrados, es decir, 10 veces el frío de la última era glacial y de un bloqueo de la luz solar, lo que significa que las personas que sobrevivieron a todo lo anterior muy probablemente mueran pronto porque no hay cadena alimenticia que pueda sobrevivir ese cambio tan extremo. La vida compleja sobre el planeta fallecería. Ahora, aquí estamos hablando de una guerra nuclear a gran escala”, añade.
La web de simulaciones nuclearsecrecy.com muestra cuál sería la destrucción en una determinada ciudad si se lanza una bomba de x kilotones. Esta es la destrucción que causaría una bomba de un kilotón en el centro del distrito de Chorrillos.
Línea roja por cruzar
Pero los daños de un ataque nuclear, incluso mínimo, no serían solo muerte y destrucción, sino que repercutirían enormemente en el panorama geopolítico y cambiarían las reglas del juego que se han mantenido hasta hoy.
En la guerra en curso, los expertos coinciden en que lo que quiere hacer Putin es obligar a Ucrania a rendirse y asustar a Occidente para que deje de dar ayuda a la antigua república sovíetica.
“Pero si persiste con su postura en favor del ataque nuclear lo más probable es que suceda todo lo contrario, que Occidente vea el uso de un arma nuclear, aunque sea pequeña, como un desafío que debe responder de todas maneras si la OTAN no quiere perder absolutamente toda capacidad de disuasión frente a Rusia. Lo más probable es que en ese escenario Occidente decida aumentar su ayuda militar a Ucrania en forma radical y esto aumente la posibilidad de una escalada”, advierte Heimovits.
Además, hay otra razón por la que no se han usado armas nucleares desde 1945 y que explica por qué hay una especie de tabú contra el uso de ellas.
“Una vez que se cruza el umbral nuclear, incluso con el arma más pequeña, nadie sabe dónde va a parar el intercambio nuclear. El lado A puede usar un arma de un kilotón, el lado B decide usar una de tres kilotones, después el lado A reacciona lanzando una de 15 contra un blanco militar muy importante del otro lado y en cuestión de días, incluso horas, se rompe todo límite contra el uso de armas nucleares, incluso la más potente. Incluso se podría pasar del uso de armas atómicas al uso de bombas de hidrógeno. Ese es el gran peligro”, dice Heimovits.
Umaña se pronuncia en la misma línea y destaca lo complicado que es mantener el control del conflicto cuando se cruza la línea roja de las armas nucleares. “Cuando se llega a usar un arma nuclear es muy fácil que se escale a un intercambio generalizado, ya sea por malas interpretaciones, por malos cálculos, incluso por fallos tecnológicos o humanos es muy fácil”.
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