Durante dos días de testimonios históricos, los tunecinos se sumieron en el infierno vivido por muchos de sus compatriotas bajo la dictadura. Entre abatimiento y empatía, el país se pregunta ahora como curar las heridas del pasado.
Las audiciones públicas de las víctimas, transmitidas por televisión el 17 y 18 de noviembre, se inscriben en un trabajo de memoria consecutivo a la revolución del 2011, que terminó con el régimen del Zine el Abidine Ben Alí.
La Instancia Verdad y Dignidad (IVD) (una especie de Comisión de la Verdad), que lleva adelante el trabajo, tiene un plazo máximo de cinco años para investigar sobre las violaciones de los derechos humanos desde julio de 1955 hasta diciembre del 2013, fecha de su creación, terminar con la impunidad de los responsables y rehabilitar a las víctimas.
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Al cabo de tres años de trabajo discreto, los primeros testimonios públicos constituyen una etapa mayor del trabajo de esa comisión.
Es un trabajo exitoso, afirma Refik Hodzic del Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ).
"Fueron probablemente las primeras audiencias públicas más exitosas de la historia reciente", dijo Hodzic a la AFP.
"Lograron llegar a un gran número de personas que no sabían lo que había pasado -como los jóvenes- o lo habían reprimido", comentó.
"Esas audiciones tienen el potencial de una significación histórica inmensa, no solo para Turquía sino también para el resto del mundo árabe", dijo por su parte Heba Morayef, de Amnistía Internacional para África del Norte.
"Si la IVD logra sus objetivos, ese éxito resonará más allá de Túnez", agregó.
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En Túnez las audiciones se lleva a cabo sin embargo en una sociedad fracturada, donde algunos rechazan cualquier examen de conciencia y la brecha entre islamistas y antiislamistas sigue candente, a pesar de estar aliados en el actual gobierno.
El diario Le Temps consideró la sucesión de testimonios como "un bazar del sufrimiento" tendiente a "empujar a los tunecinos a odiarse".
Los islamistas "sufrieron la represión" pero también deben "hacerse perdonar por el pueblo tunecino por los crímenes cometidos en su nombre", agregó el diario.
A pesar de su carácter histórico, el presidente Béji Caïd Essebsi y el jefe del gobierno Youssef Chahed no asistieron a ninguna de las audiencias públicas, una ausencia califidad de "boicot" por el diario Assabah.
Existe una conocida enemistad entre el presidente -que fue ministro del Interior bajo la presidencia de Burguiba y presidió el parlamento bajo Ben Alí- y la presidenta de la IVD, Sihem Bensedrine.
Tras esas dos noches agotadoras, el país debe hacer su introspección, afirmó Assabah.
"¿Hemos hecho lo suficiente para prevenirnos de un retorno a estas prácticas aberrantes?", preguntó el editorialista de Assabah.
"¿Somos capaces de aceptar las disculpas de los demás" o "las audiencias nos empujarán hacia un mayor sufrimiento?", insistió, diciendo que el diario esperaba que los "verdugos se disculpen".
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El jueves pasado, durante su testimonio, en el que evocó las torturas sufridas en la cárcel, el islamista Sami Brahem había respondido por anticipado.
"Estoy dispuesto a perdonarlos, siempre que confiesen, se disculpen y expliquen", dijo el ex prisionero político.
"¿Por qué lo hicieron? ¿Tenían una posición ideológica en contra de nosotros? ¿Fueron manipulados? ¿Querían obtener un ascenso a costa nuestra? ¿Fueron obligados?", preguntó Brahem.
Los testimonios dejaron al descubierto un sistema, una "máquina" que pudo funcionar gracias a varios engranajes policiales, judiciales e incluso médicos.
Para que la historia no se repita, para entender "cómo fue posible que en un momento de nuestra historia hayamos normalizado las desapariciones forzadas y la tortura, es necesario un amplio debate público", dijo Hodzic.
Fuente: AFP
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