Boko Haram es sinónimo de un terror que miles de niños han vivido en carne propia. “‘Les cortaremos el cuello si no se convierten al islam’, nos decían. [...] Llorábamos a menudo. Teníamos frío. Pensábamos en cuánto extrañábamos nuestro hogar y a nuestra madre”. Paul, dueño de estas palabras, y su hermano menor fueron secuestrados de su casa en Nigeria por el grupo yihadista en el 2013. Su testimonio fue recogido por ACNUR en el campamento de refugiados de Minawao, en Camerún. Paul pudo reencontrarse con su familia, pero muchas de las víctimas de los terroristas no han tenido la misma suerte.
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Desde la noche del viernes, más de 300 familias del estado nigeriano de Katsina (noroeste) están incompletas y temen que sea para siempre. Un centenar de hombres armados con fusiles de asalto invadieron la Escuela de Secundaria de Ciencias del Gobierno, un colegio masculino situado en la ciudad de Kankara, y secuestraron a cientos de niños en motocicletas. Los responsables han sido, nuevamente, los terroristas de Boko Haram.
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Muchos de los 839 estudiantes que estaban en la escuela pudieron escapar durante los tiroteos y se refugiaron en bosques y zonas cercanas. Sin embargo, un total de 333 adolescentes siguen desaparecidos.
“Lo que sucedió en Katsina se hizo para promover el Islam y desalentar las prácticas no islámicas, ya que la educación occidental no es el tipo de educación permitido por Alá y su Santo Profeta”, dijo el cabecilla de Boko Haram, Abubakar Shekau, al adjudicarse el crimen. Hizo el anuncio en un mensaje de audio publicado por el portal informativo nigeriano HumAngle.
Además de lo repudiable del crimen, lo ocurrido en Katsina ha alertado a la población y a las autoridades consternadas porque representa la primera gran operación de Boko Haram en el noroeste de Nigeria, a centenares de kilómetros del territorio de los yihadistas, que operan habitualmente en el noreste del país, alrededor del lago del Chad.
“El anuncio de la reivindicación por Boko Haram ha destruido toda la esperanza que tenía de volver a ver pronto a mi hijo”, dijo a la agencia AFP un padre de familia identificado como Ahmed.
En Twitter, el gobernador Aminu Bello Masari aseguró que los secuestradores habían establecido contacto y que ya se estaba discutiendo sobre la seguridad y el regreso de los alumnos. Sin embargo, fuentes de Boko Haram indicaron a HumAngle que ellos no han hecho demandas ni han fijado condiciones para la liberación de los niños.
Según HumAngle, se espera que los yihadistas exijan el pago de un rescate y la liberación de algunos de sus miembros bajo custodia de las fuerzas de seguridad.
Las niñas de Chibok
Al hablar de los menores secuestrados en Katsina es imposible no recordar el drama vivido en Chibok. En esa localidad de Nigeria unas 270 estudiantes de secundaria fueron raptadas de un internado por Boko Haram el 14 de abril del 2014 y llevadas al escondite que el grupo tenía en el bosque de Sambisa, al noreste del país.
El diario español “El País” recuerda que en un inicio pocos creyeron la noticia, un escenario que cambió cuando el grupo yihadista publicó un video en el que aparecían las adolescentes.
El caso generó una ola de indignación mundial y la etiqueta #BringBackOurGirls (”Traigan de vuelta a nuestras chicas) se viralizó en las redes sociales. Políticos y celebridades pidieron la liberación de las estudiantes, que se volvieron en símbolo del horror de Boko Haram.
Aunque a lo largo de estos seis años muchas de las jóvenes de Chibok recuperaron su libertad (56 lograron escapar y más de 100 fueron liberadas en intercambios de prisioneros), 112 de esas chicas aún se encuentran en paradero desconocido.
Las estudiantes de Chibok se convirtieron en el símbolo de las decenas de miles de personas que siguen detenidas por Boko Haram, que utiliza los secuestros en masa para reclutar combatientes.
Esposas y soldados
Pese al revuelo internacional de lo ocurrido en Chibok, los secuestros de niñas y niños por parte de Boko Haram ya ocurrían mucho antes de este caso y aún se dan regularmente.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) indica que los colegios y las residencias de estudiantes en el norte de Nigeria son frecuentemente asaltados por hombres armados. “A los niños se los secuestra para reclutarlos para las filas de la secta, mientras que las niñas secuestradas se verán expuestas a matrimonios forzados, explotación sexual y abusos”, indica.
La situación ha obligado a varias familias a huir a países vecinos considerados más seguros. Sin embargo, en los últimos años también se han denunciado secuestros de menores en Camerún, Chad y Níger.
La mayoría de niñas secuestradas en Chibok fueron forzadas a casarse con los militantes de Boko Haram. Algunas jóvenes incluso se convirtieron en concubinas oficiales de altos mandos.
Algunas de las menores que recuperaron su libertad aseguraron en entrevistas que no sufrieron abusos sexuales ni fueron forzadas a casarse. Sin embargo, ocasionalmente recibían latigazos como método de persuasión para contraer matrimonio.
Asimismo, las jóvenes eran obligadas a recibir clases coránicas durante su cautiverio.
En años recientes las niñas también han sido utilizadas cada vez más para llevar a cabo atentados suicidas. Los secuestrados varones son entrenados en el uso de armas y en la religión para integrar las filas del grupo yihadista.
Cúmulo de atrocidades
La historia de Boko Haram es la de un grupo de horror que ha ido creciendo. Fue creado en el 2002 en la localidad nigeriana de Maiduguri, capital del estado de Borno, por el jefe espiritual Mohamed Yusuf para denunciar el abandono del norte del país por las autoridades.
Sus primeros ataques fueron contra la policía nigeriana, pero desde que Yusuf fuera abatido en el 2009 el grupo se radicalizó al extremo y aceleró con violencia su objetivo de imponer un Estado de corte islámico en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiano en el sur.
Ataques con bombas y todo tipo de matanzas han sido el pan de cada día de los extremistas, aunque han sido sus secuestros masivos los que han llamado la atención internacional.
Uno de los más sonados de los últimos años ocurrió el 19 de febrero del 2018, cuando Boko Haram raptó a 110 adolescentes de una escuela femenina en Dapchi (noreste) de las que cinco murieron.
Además, el grupo yihadista ha cometido numerosas atrocidades en las últimas semanas. Reivindicó la matanza de decenas de trabajadores agrícolas cerca de Maiduguri. También se adjudicó un ataque este fin de semana pasado contra un pueblo cerca de Diffa, en el vecino Níger, donde al menos 28 personas resultaron muertas, la mayoría quemadas vivas.
El conflicto yihadista ha causado 36.000 muertos, principalmente en el noreste del país, y cerca de dos millones de desplazados. Se ha extendido al Chad, Camerún y Níger, países vecinos de la cuenca del lago Chad.
Pese a que el presidente nigeriano, Muhammadu Buhari, que ganó la elección en el 2015, había dicho que la lucha contra Boko Haram sería la prioridad de su mandato presidencial, el grupo yihadista sigue operando con impunidad.
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