Aunque desde China se expandió el virus hacia el mundo, el gigante asiático se recuperó rápido de la pandemia mientras veía de lejos el padecimiento del resto del planeta. Con orgullo se sentían seguros de su política de ‘cero Covid’, que implicaba cuarentenas inmediatas apenas se detectaba un contagio y un rastreo metódico y riguroso de los contactos. El objetivo era neutralizar la propagación.
Pero dos años después, las cosas parecen haberse volteado. Mientras la mayoría de países ven cómo la curva de contagios sigue bajando, y sobre todo el número de muertos por COVID-19, en China los casos han empezado a dispararse. Europa y Estados Unidos ya dejaron atrás la mascarilla, pero los chinos están viendo cómo sus ciudades van cayendo -una a una- bajo estricto confinamiento.
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La dura lección que dejó Wuhan a inicios del 2020 no ha sido suficiente ante este embate del ultracontagioso ómicron en China.
Si bien el número de infectados es ínfimo con respecto a otros países -teniendo en cuenta que es un país de 1.400 millones de habitantes- la estricta estrategia del presidente Xi Jinping era limitar al mínimo los contagios.
En dos años de pandemia apenas se han contabilizado de manera oficial 120 mil casos y 4.636 muertos, pero solo este 15 de marzo se detectaron 5.280, la cifra más alta desde diciembre del 2019.
Desde inicios del 2022 el número de ciudades puestas en cuarentena fue aumentando y ahora ya son más de 35 millones de chinos a quienes se les ha restringido la movilidad para poder controlar el virus.
El foco de la pandemia es la provincia de Jilin, donde viven 26 millones de personas, quienes no pueden salir de su región. De los más de 5 mil casos detectados el martes en todo el país, más de 3 mil corresponden a esta provincia.
Ante ello, han sido puestos bajo cuarentena las ciudades de Jilin (del mismo nombre y con 4,5 millones de habitantes); Changchun, capital de la provincia, con 9 millones, y Yanji, con 700 mil y ubicada cerca de Corea del Norte.
El caso más emblemático es el de la ciudad de Shenzhen, de 17 millones de habitantes, un polo tecnológico y financiero conocido como el ‘Silicon Valley de China’ donde están ubicadas las empresas más grandes del país, como Huawei, la automotriz BYD, la aseguradora Ping An y Tencent Holding, operador de WeChat.
El lunes, además, el gigante taiwanés de la electrónica Foxconn, principal proveedor de Apple, anunció la suspensión de sus operaciones en Shenzhen porque el confinamiento afectaba al funcionamiento de sus fábricas. Esta cuarentena se suma a las que sufren desde la semana pasada las ciudades de Dalian, Nanjing y Tianjin.
En Shanghái, la ciudad más poblada del país, con 25 millones de habitantes, se han decretado confinamientos por sectores pero que igual han afectado a las guarderías, escuelas, centros comerciales y restaurantes.
¿Por qué se han disparado los contagios?
La estrategia ‘cero Covid’, que implica la eliminación de la circulación del virus, ha venido de la mano de confinamientos, detección de contactos y pruebas masivas, además de la vacunación. Chine tiene el 87% de su población completamente vacunada.
Sin embargo, como ya ha corroborado la mayoría de países occidentales, la variante ómicron es más leve pero es mucho más contagiosa, y ni las cuarentenas ni vacunaciones han evitado que el virus se propague.
“Dentro de China el debate se centra en Hong Kong, que ha tenido un disparo reciente en el número de casos, y muchos en China continental están echándole la culpa del aumento de infecciones a Hong Kong porque no adoptó la política de ‘cero Covid’”, explica a El Comercio el economista Carlos Aquino, experto en China y los países asiáticos.
En el enclave económico ya han muerto más de 2.800 personas.
“Es imposible que no se presenten casos en el país, pese a los esfuerzos que ha hecho el gobierno para neutralizar el virus”, añade Aquino, que demás es coordinador del Centro de Estudios Asiáticos (CEAS) en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos..
La preocupación se centra ahora en el impacto de la economía china y, por ende, en la afectación de la cadena de suministros global, sobre todo ante los confinamientos en ciudades claves como Shenzhen o Shanghái.
“Sin duda está teniendo un impacto en la economía y China es uno de los eslabones fundamentales en la cadena de suministros. El precio del petróleo se ha reducido porque hay temor que parte de la economía china se paralice y caiga la demanda. Hay que tener en cuenta que, en Shenzhen, por ejemplo, hay fábricas de carros y de partes y componentes de autos eléctricos. En Japón, la Toyota está muy preocupada”, aclara.
“El reciente brote de COVID-19 y las nuevas restricciones, en particular el confinamiento en Shenzhen, pesarán sobre el consumo y causarán interrupciones en el abastecimiento a corto plazo”, comentó a Reuters el economista hongkonés Tommy Wu, de Oxford Economics.
“Con una transmisión como la de ómicron, una estrategia de cero Covid no funciona”, comenta al medio español “El Independiente” Jeffrey Lazarus, codirector del Programa de Infecciones Víricas y Bacterianas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), quien solía defender la estrategia establecida por China. “Hace un año, habría apostado por el Covid cero, pero ahora ya no. De todas formas, eso no quiere decir que no hagamos nada: hay muchas cosas que se pueden hacer para disminuir la transmisión y proteger a la población vulnerable sin que se resienta tanto la economía”, agrega.
El componente político
Pese a ello, las autoridades y epidemiólogos chinos insisten que no es momento de cambiar la estrategia para no saturar innecesariamente el sistema de salud.
El epidemiólogo Zhang Wenhong, uno de los más influyentes en el país, aseguró que “no es el momento de debatir sobre la política de cero Covid”. En una publicación en la red social Weibo, el experto explicó que el país asiático debería “usar este período como una oportunidad para diseñar estrategias antipandémicas más sabias, completas y sostenibles”.
Por su parte, Wang Guangfa, un especialista del sistema respiratorio conocido por ser uno de los primeros en visitar Wuhan durante el primer brote, se mostró confiado que en “28 días” se logrará nuevamente la cifra de “cero casos” y que la curva comenzará a bajar, tal como ha ocurrido en el resto del mundo.
A esto hay que anotar un hito fundamental para la política china: en octubre de este año se celebra el XX Congreso Nacional del Partido Comunista, donde es casi un hecho que se le renovará el mandato a Xi Jinping.
“Ni a China ni a Xi Jinping le conviene la inestabilidad, que de alguna manera la están teniendo con la guerra en Ucrania, el alza de los precios de los alimentos, la inflación mundial, y encima este brote de COVID-19. Hay demasiadas cosas que están moviendo el barco, y China no lo va a permitir”, agrega Aquino.
Por ello, señala que no cree que China relaje mucho su política de ‘cero Covid’: “China se ha puesto una meta de 5% de crecimiento para este año y hará todo lo posible por alcanzarla. Ahora, si surgen más contagios y si consideran que es muy alto el costo económico, entonces podrían relajarlo, pero quizá de manera más localizada y privilegiando los centros industriales fundamentales para la economía china”.
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