Japón conmemora este jueves el décimo aniversario de la triple catástrofe del 11 de marzo de 2011 -un terremoto, un tsunami y accidente nuclear- que ha traumatizado para siempre al país.
El gigantesco tsunami fue el principal causante de los 18.500 muertos o desaparecidos. Olas tan altas como edificios azotaron la costa del noreste de Japón poco después de un terremoto de magnitud 9,0.
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Le siguió un accidente nuclear en la central de Fukushima Daiichi, que acabó inundada. Los núcleos de tres de los seis reactores sufrieron fusión, dejando ciudades enteras inhabitables durante años debido a la radiación y obligando a decenas de miles de personas a irse.
Fue el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
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Este jueves al amanecer, Toshio Kumaki, de 78 años, oró en Hisanohama, en la ciudad costera de Iwaki (departamento de Fukushima), sobre el muro antitsunami de hormigón construido después de la catástrofe de 2011.
“Vengo a caminar aquí todas las mañanas, pero hoy es un día especial”, afirmó, rezando hacia el sol naciente.
Ceremonias restringidas
En la región se han previsto numerosas ceremonias públicas y privadas, al igual que en Tokio, y se guardará un minuto de silencio a las 14H46, la hora exacta del terremoto de 2011, uno de los más violentos registrados en el mundo.
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En Miyagi, uno de los tres departamentos del noreste más afectados, los habitantes llevarán a cabo operaciones de búsqueda con la esperanza de encontrar a algún ser querido.
La probabilidad de que tengan éxito parece escasa, pero lo cierto es que la semana pasada fueron identificados los restos de una mujer arrastrada por el tsunami hace diez años. Su hijo quedó liberado de una incertidumbre insoportable y puede, por fin, hacer el duelo.
El pasado 13 de febrero un terremoto de magnitud 7,3 recordó los riesgos sísmicos permanentes en las costas de Japón. Más de un centenar de personas resultaron heridas en este seísmo, considerado una lejana réplica del de 2011.
El jueves, en Tokio, todavía en estado de emergencia por la pandemia de coronavirus, se prevén ceremonias con escasa asistencia en el Teatro Nacional de Japón, donde el emperador Naruhito y el primer ministro Yoshihide Suga pronunciarán discursos.
El coronavirus también influirá en otras conmemoraciones, como en Taro (departamento de Miyagi), donde los habitantes suelen rendir homenaje en lo alto del muro antitsunami, con las manos juntas. Este año aplicarán el distanciamiento físico.
Estas conmemoraciones se celebran solo dos semanas antes de la salida, en Fukushima, del relevo de la antorcha olímpica para Tokio 2020, bautizados los “Juegos de la Reconstrucción”.
La pandemia ha empañado estos Juegos, aplazados hasta este año, pero el gobierno japonés y los organizadores esperan que el relevo vuelva a centrar la atención sobre esta región mortificada.
“El día que perdí a mis compañeros”
Nayuta Ganbe, un estudiante de Sendai, capital del departamento de Miyagi, suele participar en actos de prevención de catástrofes, basándose en su experiencia personal.
Pero el 11 de marzo prefiere recordarlo en privado. “Fue el día en el que perdí a mis compañeros de clase. Hubo gente que murió ante mis ojos. Es un día que espero no tener que volver a vivir nunca más”, declara este joven de 21 años.
Este año, sin embargo, participará en una ceremonia: “Exactamente 10 años después, espero enfrentarme a la catástrofe con una nueva perspectiva”.
Para muchos, este aniversario es la ocasión de un momento de reflexión personal sobre una tragedia nacional todavía muy dolorosa y presente, con decenas de miles de desplazados y el 2% de la superficie de Fukushima declarada zona prohibida.
El pastor Akira Sato, que predicaba en varias iglesias y capillas bautistas que se hallan todavía en zona prohibida, acudirá a uno de estos lugares abandonados para rezar.
“Mi esposa y yo vamos a meditar en silencio sobre los días del desastre y ofreceremos una oración”, declaró a la AFP a principios de mes.
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