A fines del año pasado, Estados Unidos completó con éxito las pruebas de la última incorporación a su arsenal nuclear: la bomba termonuclear B61-12, con la que el país norteamericano busca modernizar su capacidad nuclear cada vez más obsoleta, según el portal Military.com.
"Hemos realizado ya 26 pruebas de ingeniería, desarrollo y vuelo guiado" dijo el teniente general Jack Weinstein. "El programa va extremadamente bien", añadió.
Las pruebas del misil empezaron en el 2015 y se espera que su producción comience en el 2020. Estados Unidos adquirirá 480 bombas en el período 2020-2024.
Estados Unidos sostiene que el desarrollo de la bomba de gravedad B61-12 mejorada es clave para modernizar su arsenal nuclear y así protegerse y proteger a sus aliados occidentales de amenazas como Rusia e Irán.
Sin embargo, los críticos sostienen que ello va en contra de la tendencia mundial que apunta a la no proliferación nuclear, de acuerdo con Military.com.
La bomba de gravedad estará configurada para caer desde los jets furtivos sobre un objetivo determinado. Según los analistas, es cuatro veces más potente que la bomba que estalló en Nagasaki y cuenta con una cola particular que la hace más manejable y precisa, posibilitando lanzamientos desde una gran altura.
"Esto hace que los nuevos B61-12 sean las armas de gravedad nuclear más precisas jamás concebidas", explica Military.com.
Estados Unidos estudia lanzar estas bombas desde sus aviones B-2A, B-21, F-15E, F-16 C/D, F-16 MLU, F-35 y los PA-200.
La bomba podrá servir como arma nuclear estratégica y táctica, adecuada para objetivos de gran área, como ciudades y en el campo de batalla.
En resumen, la B61-12 permite a Estados Unidos y sus aliados de la OTAN atacar objetivos con precisión increíbles en un amplio rango de circunstancias. En conjunto, estas características únicas no solo otorgan a Estados Unidos una capacidad nuclear más formidable, sino también la oportunidad clave de menor radiación y, como resultado, muchas menos víctimas no intencionales.