Dos meses después de que comenzara el confinamiento en Nueva York, Ella, de 29 años, abandonó la comunidad judía ultraortodoxa en la cual creció, se puso un pantalón por primera vez y contactó a una organización que la ayuda a integrarse a la sociedad.
Estos grupos de apoyo aseguran que existe una mayor demanda por sus servicios durante la pandemia de coronavirus: hay algunos judíos ultraortodoxos que tienen más tiempo para analizar su fe, mientras que otros que ya la abandonaron necesitan terapia o apoyo financiero.
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Ella, que creció en una “familia extremadamente religiosa”, dice que siempre estuvo interesada en el mundo exterior. Solía esconder novelas románticas bajo su colchón cuando era adolescente y a veces desafiaba las estrictas leyes de modestia en la vestimenta de su comunidad.
En el verano de 2019, ella y su esposo dieron los primeros pasos para abandonar su comunidad ultraortodoxa, o Haredi, al mudarse unos 3 km a un barrio “un poquito más tolerante”.
Cuando llegó el confinamiento en marzo de 2020, se hallaron separados de familia y amigos, y eso les dio espacio y unos meses para pensar si querían dar el paso siguiente y dejar totalmente la comunidad.
“Teníamos tiempo para cementar nuestra nueva identidad y sentirnos confiados de que tomamos la decisión correcta antes de tener que enfrentar a nadie”, dijo Ella, que usa un pseudónimo porque aún no ha contado a sus padres que abandonó la comunidad ortodoxa.
Ella contactó a Freidom, un grupo basado en Nueva York que apoya a adultos que busquen abandonar “ambientes religiosos insulares”. El año pasado la organización atrajo a unos 150 miembros y ha tenido un alza de 50% en la participación en sus eventos, según su fundador Gene Steinberg.
Freidom también ofreció terapia a Ben, un joven de 25 años del estado de Nueva York, que abandonó su matrimonio arreglado justo antes del confinamiento, lo cual le implicó separarse de sus hijos.
Footsteps, otra organización que ha ayudado a unos 2.000 exjudíos ortodoxos desde 2003, tuvo un alza de 18% en nuevos miembros el año pasado, según Yael Reisman, una de sus responsables.
Reisman cree que muchos comenzaron a cuestionar su pertenencia a la comunidad cuando los rabinos decidieron celebrar casamientos y funerales en Nueva York el verano boreal pasado a pesar de las restricciones de distancia social, y vieron el saldo devastador de muertes en comunidades jasídicas cuando la ciudad fue epicentro de la pandemia hace un año.
“Empiezas a pensar que la gente en la cual confías quizás no esté haciéndolo de la manera correcta”, dijo.
Las tasas de parejas que se comprometen para casarse entre miembros de la comunidad están en aumento debido a la inseguridad alimentaria, la inestabilidad de vivienda y problemas de salud mental generados por el COVID-19, dijo Reisman.
“Poco ortodoxa”
Shaya Schtroks, un exrabino que dejó el judaísmo jasídico hace nueve años recibió cerca de 10.000 dólares en apoyo financiero de Footsteps luego de que la pandemia devastara su negocio inmobiliario.
“Esa ayuda ha sido realmente crítica”, dijo este hombre de 34 años.
La mudanza a un mundo virtual ha facilitado el acceso a los grupos de apoyo.
Pero la vida secular que podría atraerlos o generarles curiosidad, como shows y conciertos, está suspendida.
La idea de dejar la comunidad Haredi fue el tema de la exitosa serie de Netflix “Unorthodox” (Poco ortodoxa) en 2020.
No hay números concretos sobre cuántas personas dejan la vida ultraortodoxa, según el investigador en temas sociales Schneur Zalman Newfield.
Este experto cree que se debe al silencio dentro de las propias comunidades y porque quienes se van en general lo hacen en secreto.
“Creo sí que es más común. Las personas que están dentro de ese mundo son más conscientes del proceso”, dijo el autor de “Grados de separación: la formación de identidad cuando se deja el judaísmo ultraortodoxo”, agregó.
Miembros de grupos ortodoxos subrayan el sentido de solidaridad y de pertenencia que existe en comunidades muy unidas.
El rabino Yaacov Behrman, un portavoz de la sede de la Chabad Lubavitch en Brooklyn, dijo que había “muchos recursos disponibles” para personas en necesidad durante la pandemia.
Project Makom es una iniciativa de la organización “Jew in the City” (Judío en la ciudad) que ayuda a exjudíos Haredi -y a quienes desean serlo- a encontrar su lugar dentro de la ortodoxia. La fundadora Allison Josephs dice que las inscripciones se duplicaron, de 85 en 2019 a 160 en 2020.
“Mucha gente está reestructurando sus prioridades ahora”, dijo.
Ella tuvo una Pascua judía de bajo perfil esta semana, con reflexiones sobre su nueva vida.
“Finalmente tengo la chance de pensar por mí misma pero no estoy exactamente acostumbrada a hacerlo. Así que estoy intentando explorar qué es lo que quiero para mi futuro”, dijo.
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