Una demanda por acoso y agresión sexual ha sido presentada en Nueva York contra el exalcalde de la Gran Manzana y abogado personal del otrora presidente de Estados Unidos Donald Trump, Rudy Giuliani.
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En las 70 páginas de la denuncia, su extrabajadora Noelle Dunphy acusa a Giuliani de haberla obligado a realizarle una felación, haberla acosado sexualmente con frecuencia y haber incumplido con el pago de su sueldo mientras trabajó como su directora de desarrollo comercial entre el 2019 y el 2021.
Dunphy exige el pago de 10 millones de dólares como reparación por los daños y perjuicios causados por Giuliani.
Según el New York Daily News, un representante del exalcalde que prefirió mantenerse en el anonimato afirmó que este “niega con vehemencia y completamente las alegaciones contenidas en la demanda y que tiene la intención de defenderse enérgicamente contra estas alegaciones”.
Este nuevo escándalo judicial se suma a una investigación que sigue el FBI en contra de Giuliani en torno a los intentos de Trump y su equipo por invalidar los resultados electorales del 2021, además de un difícil divorcio que aún no resuelve con su tercera exesposa.
A inicios de este siglo, sin embargo, la imagen de Giuliani era totalmente opuesta a la actual. Por los primeros años era reconocido como un prestigioso fiscal que no temía enfrentarse a la peligrosa mafia siciliana y, sobre todo, como el salvador político de la Gran Manzana tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.
“EL ALCALDE DE AMÉRICA”
Nacido hace 78 años dentro de una familia con ascendencia italiana establecida en el distrito de Brooklyn, Rudolph William Louis Giuliani cursó sus primeros estudios en el Colegio de Manhattan y se graduó en Derecho de la Universidad de Nueva York.
Poco después de graduarse se unió a la oficina del fiscal distrital de Nueva York. A los 29 años fue nombrado jefe de la Unidad de Narcóticos en Washington DC y posteriormente se convirtió en auxiliar asociado del Fiscal General (equivalente al ministro de Justicia) de Estados Unidos.
En dicho cargo Giuliani se encargó, principalmente, de supervisar las operaciones de tres de las mayores agencias dependientes del Ministerio de Justicia: la Oficina de Correccionales, la Oficina de Comisarios y la DEA.
Dos años más tarde, sin embargo, estaba de regreso en la Gran Manzana, esta vez como fiscal del distrito sur. Desde esa posición, Giuliani encabezó una activa lucha contra el crimen organizado enfrentándose directamente a las famosas Cinco Familias, como se conocía a las organizaciones de la mafia italiana que operaban en Nueva York.
Con la popularidad ganada por sus efectivas estrategias anticorrupción y contra el crimen intentó llegar a la alcaldía en 1989, sin embargo perdió la contienda. No sería hasta 1993 cuando sería electo para el cargo por el Partido Republicano.
Cabe resaltar que durante su vida política, Giuliani empezó siendo partidario de los demócratas, en los 70 se identificó como independiente y una década más tarde se unió a las filas republicanas.
Durante su mandato consiguió que el crimen se redujera en un 65% y los asesinatos bajaran un 70%, lo que llevó a considerarse un éxito su estrategia por recuperar los espacios públicos neoyorquinos. Estos resultados hicieron que en 1997 tuviera una cómoda reelección en el cargo.
Aquel segundo periodo estaría marcado por el atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 contra el World Trade Center. Giuliani resaltó por su capacidad para mantener unidos a los neoyorquinos en medio de uno de los episodios más dolorosos de su historia. “Vamos a reconstruir y vamos a ser más fuertes de lo que fuimos antes”, decía el burgomaestre, quien terminó siendo escogido como Persona del Año por la revista TIME y apodado como el Alcalde de América por sus conciudadanos.
EL PALADÍN DE TRUMP
Con todo el capital político ganado, el 14 de febrero del 2007 Giuliani confesó que tenía intenciones de competir por la presidencia de Estados Unidos. Menos de un año más tarde, sin embargo, retiraría su precandidatura de las primarias republicanas que terminaría ganando John McCain.
Rechazó postular a gobernador por Nueva York en el 2010 y a tentar la nominación republicana en el 2012, para seguir trabajando como abogado y en sus demás empresas.
Sin embargo, cuando se pensaba que la vida política de Giuliani había llegado a su fin y sería recordado como un gran alcalde, sorprendió a muchos en abril del 2018 al anunciar que se incorporaba al equipo legal del entonces presidente Donald Trump, con quien mantiene una amistad cercana desde finales del siglo pasado.
Ese periodo junto al magnate neoyorquino terminó sumiendo a Giuliani en un espiral de escándalos. Primero, siendo investigado en el 2019 por sospechas de haber violado leyes de lobby, luego como parte del Ucraniagate que investigaba la supuesta presión de Trump a Kiev para que se investigara a Hunter Biden, hijo de Joe Biden, y sus negocios en el país europeo.
Finalmente, tras la derrota de Trump en las urnas y el infame asalto al Capitolio que marcó su accidentada salida de la Casa Blanca, Giuliani fue incluido en una investigación federal donde los fiscales buscan determinar si el consultor legal del expresidente participó de los intentos por revertir los resultados electorales presionando a diferentes funcionarios.
AGRESOR SEXUAL
Además de la desgracia política, la vida de Giuliani parece haberse sumido también en un inacabable pozo personal. Mientras enfrentaba las acusaciones federales, el exalcalde se enfrentaba en tribunales a su tercera exesposa quien exige el pago de más de 262 mil dólares acordados durante su divorcio.
A esta larga lista se suma ahora la acusación de Noelle Dunphy. Según su demanda, Giuliani era un asiduo consumidor de alcohol y viagra, exigía favores sexuales durante el tiempo que trabajo para él y ha incumplido con el pago de su salario.
La mujer, que fue su directora de desarrollo comercial entre el 2019 y el 2021, asegura tener grabaciones que prueban el acoso de parte de Giuliani.
El hombre, afirma Dunphy, llegaba incluso a pedir favores sexuales “mientras tomaba llamadas telefónicas en altavoz por parte de amigos y de clientes muy reconocidos, entre ellos el presidente Trump”. Además, en muchas ocasiones la obligó a trabajar desnuda, en bikini o en pantalones cortos, abrigándose con una bandera estadounidense que él le compraba.
En otra ocasión, cuando Giuliani alojó a Dunphy en su apartamento del Upper East Side neoyorquino, la obligó a practicarle una felación, según la demanda.
El exalcalde “la presionaba constantemente, le hacía comentarios sexuales sobre ella, sobre sí mismo. Cuando se suponía que debían estar trabajando, él, como alega nuestro cliente, la manoseaba e intentaba iniciar el contacto sexual”, dijo el abogado de la demandada, Justin Kelton, a la cadena estadounidense CBS News.
En cuanto al pago, Giuliani le prometió un salario anual de 1 millón de dólares, pero la oferta tenía un inconveniente: Giuliani estaba en medio de un complicado divorcio y le dijo a su empleada que tendría que diferir su pago y que su empleo se mantendría en “secreto” hasta que el proceso de separación hubiera terminado, explicó Dunphy a CBS News.
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