El Tribunal Supremo de Estados Unidos dio la razón este lunes a un preso de Alabama que ha pedido ser ejecutado con gas, en lugar de la inyección letal que habían ordenado para él las autoridades estatales.
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El preso, sentenciado a muerte por el asesinato de una mujer en 1988, pidió que se cambiara el método de su ejecución por el dolor que le causaría la inyección, recoge la cadena estadounidense NBC.
Una corte de apelaciones de Atlanta (Georgia) falló a favor del reo en noviembre, y después las autoridades de Alabama llevaron el caso ante el Supremo.
Los jueces de la mayor instancia judicial del país decidieron no aceptar el caso, por lo que mantuvieron el fallo del tribunal de Atlanta.
Sin embargo, dos de sus magistrados más conservadores, Clarence Thomas y Samuel Alito, indicaron que hubieran fallado a favor de Alabama.
En ocasiones anteriores, el Supremo no ha permitido cambios en los métodos de ejecución de los presos condenados a muerte, argumentando que la pena no garantiza una muerte sin dolor.
Según un análisis de más de 200 autopsias realizado por la radio pública estadounidense NPR, las inyecciones letales producen en la mayoría de casos un dolor agudo y una sensación de asfixia en el preso, que lo llevan a sufrir pánico y terror antes de la muerte.
Según el grupo Death Penalty Information Center, que analiza los casos de pena capital en el país, se han producido 11 ejecuciones de presos en EE.UU. en lo que va de 2023, 5 de ellas en Texas, 3 en Florida, 2 en Misuri y una en Oklahoma.
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