Potter Valley. El fuego atravesó valles y cadenas montañosas, se extendió por múltiples condados y conmocionó a los californianos por su magnitud: es considerado el incendio más grande en la historia moderna del estado. Sin embargo, una investigación recién divulgada sugiere que probablemente fue iniciado por un solo hombre con una sola chispa.
Según un informe publicado recientemente, unos investigadores forenses descubrieron que un ranchero comenzó el incendio al martillar una estaca de metal para bloquear un nido de avispas en el jardín trasero de su casa. Durante la operación saltaron chispas, se encendieron unos tallos de césped secos y el fuego se dispersó rápidamente por el paisaje seco.
No se reveló el nombre del hombre, pero una revisión de los registros llevó hasta el hogar de Glenn Kile, un antiguo operador de maquinaria pesada de unos cincuenta y tantos años que no tenía idea de la devastación que causaría una mañana de viernes, de julio pasado, mientras arreglaba su jardín. Dijo que fue impactante ver el fuego.
“Olí humo, me volteé y ahí estaba”, dijo Kile esta semana en una entrevista en el pórtico de su casa roja de dos pisos. Kile, quien no había hablado en público sobre el incendio hasta ahora, se refirió al fuego como si hubiera sido una aparición. “No hubo nada que pudiera hacer”, comentó.
Durante una mañana de quehaceres en su rancho ubicado tres horas al norte de San Francisco, vislumbró un nido de avispas que estaba bajo tierra. Tomó una estaca de metal y la golpeó contra el piso para tratar de tapar el agujero, según una investigación del departamento de bomberos de California. El hombre le dijo a los investigadores que era alérgico a las picadas y quería sellar el hoyo. Lo consideraron responsable del incendio, pero no negligente.
Según los expertos, el incendio conocido como el Fuego del Rancho es un testimonio de la extrema fragilidad y volatilidad del Oeste estadounidense. California en especial es una especie de polvorín, por eso algo que al parecer es inocuo, como martillar una estaca en el suelo, puede desatar una hoguera incontrolable.
Miles de bomberos trabajaron durante más de un mes para extinguir el Fuego del Rancho, que destruyó más de 150 casas y costó decenas de millones de dólares sofocar. El incendio abrasó más de 166.000 hectáreas de zonas silvestres y cobró la vida de un bombero herido por un árbol al caer. Si bien fue uno de los incendios más grandes, no fue en absoluto de los más mortíferos. El de Paradise en el otoño de 2018 acabó con la vida de más de 80 personas.
“Realmente nos hace ver cuán volátiles son las condiciones”, dijo Ken Pimlott, un bombero profesional que supervisó las acciones para controlar el Fuego del Rancho como jefe del Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California, mejor conocido como Cal Fire.
Pimlott, quien se jubiló en diciembre, dice que caminar por una pradera de California durante el verano es como vadear una alberca llena de gasolina. “Hay que tener muy claro que a este césped sobre el que estoy parado no le costará mucho, de hecho, no le costará ningún esfuerzo iniciar un fuego”, dijo.
La propiedad donde comenzó el incendio del año pasado. “Olí humo, me volteé y ahí estaba”, dijo el ranchero Glenn Kile, en referencia al fuego que inició mientras martillaba una estaca de metal para sellar un nido de avispas. (Alejandra Hootnick para The New York Times).
Con las temperaturas que alcanzan niveles considerablemente altos en algunas zonas de California, la preocupación de que haya incendios otra vez va en aumento. Después de un invierno húmedo que motivó el crecimiento de la vegetación en todo el estado, muchos californianos ahora viven en medio de áreas silvestres que, según los científicos, se están volviendo cada vez más cálidas y secas.
El gobernador Gavin Newsom declaró un estado de emergencia en todo California en marzo, ignorando las reglas ambientales para acelerar la eliminación de vegetación. Pero los incendios de los dos últimos años, los de la región vinícola en los condados de Napa y Sonoma y la gran hoguera que casi destruye el pueblo de Paradise, han demostrado que algunos incendios ayudados por el viento son tan intensos que los bomberos no logran detenerlos.
En el caso del Fuego del Rancho, Kile, quien dijo que se vio obligado a jubilarse antes de tiempo debido a problemas en la espalda, planeaba armar un panel de plástico para proteger del sol unos tanques de almacenamiento de agua justo cuando vio el nido subterráneo de avispas.
Parecía más desconcertado que afligido por la culpa de haber iniciado un incendio tan masivo. “La Madre Naturaleza”, dijo,“no hay cómo controlarla”.
Dijo que al inicio intentó detener el fuego lanzando un trampolín que estaba cerca y un viejo tapete; arrojó tierra a las llamas y luego intentó rociarlas con agua de una manguera que se derritió y no se desenrollaba. Finalmente, como nada funcionó, bajó la colina corriendo y marcó al 911.
Los bomberos respondieron con carros-bomba y con líquido ignífugo que se lanza por aire. De acuerdo con el informe, Kile encendió la bomba de agua cerca de su casa para abastecer sus tanques de agua y ayudar a los bomberos. Al mismo tiempo, era evidente que estaba padeciendo por la inhalación de humo y el agotamiento provocado por el calor. Rechazó tanto la atención médica como la asistencia de una ambulancia.
Kile dice que le preocupa que haya otro incendio, y añade que está pensando en viajar a la costa, que es más húmeda, para pasar los días más calientes y secos.
“Cada vez que sintonizo la radio hay otro incendio que se ha desatado aquí o allá”, comentó. “Tengo que irme”.
© "The New York Times"