Aunque sus polémicas declaraciones y tuits incendiarios generan titulares a diario, ha sido una llamada telefónica realizada el 25 de julio la que ha puesto a Donald Trump, nuevamente, bajo la sombra del impeachment.
El escándalo gira en torno a una comunicación telefónica entre el presidente de Estados Unidos y su homólogo ucraniano, Volodymyr Zelensky, en la que según las acusaciones Trump presionó a Ucrania para que investigara al hijo de su rival político, el exvicepresidente Joe Biden.
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Este martes, los demócratas lanzaron una investigación parlamentaria formal contra Trump por ese hecho, lo que constituye el primer paso del proceso de destitución, aunque tiene pocos visos de prosperar.
En este escenario, repasamos cómo funcionan exactamente las llamadas entre presidentes y cómo son específicamente las de Donald Trump.
El protocolo para las llamadas entre jefes de Estado o de Gobierno no es muy difícil de entender. Usualmente, estas conversaciones son precedidas por una serie de trámites indispensables realizados a través de canales diplomáticos y se preparan con el mismo cuidado que una reunión cara a cara.
Así, se fijan detalles como la fecha y hora, los temas a tratar y, aunque no es un requisito obligatorio, en algunos casos se pueden intercambiar listas de posibles asuntos indispensables.
Vladímir Shevchenko, quien dirigió por 10 años el Servicio de Protocolo del Kremlin durante la Presidencia de Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin, dijo a la Agencia Rusa de Información que a veces la propuesta de realizar una llamada es rechazada sin explicar los motivos, utilizando una frase como "desgraciadamente, resulta imposible llevar a cabo la conversación".
El experto explica que esto ocurre cuando el interlocutor que dijo estar no disponible considera que la conversación no tendrá ningún aporte o puede ser inútil o perjudicial.
-Trump y la seguridad-
Lo habitual es que los mandatarios no hablen por teléfono a solas, ya que el protocolo requiere la presencia de traductores de ambas partes, incluso si ambos líderes pueden comunicarse en el mismo idioma.
Además, personas como especialistas técnicos u agentes de seguridad también suelen estar en el momento de estas conversaciones. De hecho, las líneas de comunicación modernas empleadas por estos líderes cuentan con un sistema de protección que no permite al personal no autorizado escuchar el diálogo ni interferir en él.
El caso de Donald Trump no es muy diferente al de los otros mandatarios, aunque la cadena CNN afirma que el magnate ha mantenido sus llamadas con líderes extranjeros con una espontaneidad e informalidad que sus predecesores trataron de evitar.
Citando a funcionarios actuales y que trabajaron en el gobierno de Trump, la cadena señala que el magnate a menudo prefiere “realizar llamadas por sí mismo desde la residencia de la Casa Blanca, un deseo que a veces ha obligado a los asistentes clave de seguridad nacional a monitorear las conversaciones desde otras partes del complejo de la Casa Blanca, incluida la Sala de Situación, lejos del propio presidente”.
Sin embargo, dos funcionarios citados por el mismo medio afirmaron que el mandatario estadounidense es más cauteloso cuando sus llamadas son con su par ruso, Vladimir Putin.
El diario “The New York Times” detalló recientemente que “mientras Trump está en una llamada, su asesor de seguridad nacional generalmente está en la habitación con él o escuchando desde su oficina de West Wing. Por lo general, el asesor se une al director principal de la región del jefe de estado interlocutor, así como a los funcionarios de inteligencia que trabajan desde la Sala de Situación de la Casa Blanca que conectan la llamada y ayudan a producir una transcripción aproximada casi inmediatamente después de su conclusión”.
El equipo de Trump generalmente prepara una media página con puntos de conversación y líneas de planificación antes de cada llamada programada, aunque el presidente a menudo ignora este material.
Las llamadas ocurren en una línea segura grabada y se escuchan en la Sala de Situación. Luego se archiva una transcripción de la llamada y muy pocas personas en la Casa Blanca o en una administración más amplia tienen acceso a ella.
Según “The New York Times”, que cita a cuatro funcionarios anteriores y actuales del actual gobierno, la diferencia entre las llamadas de Trump y las de los presidentes que lo precedieron son los “pasos extremos” que se han tomado para limitar quién puede escuchar esas llamadas o leer la transcripción, por temor a filtraciones.