En Estados Unidos, se denomina “pato cojo” o “rengo” (de “lame duck”) a un presidente saliente en el periodo que va desde la elección de su sucesor hasta su efectiva toma de posesión.
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El adjetivo de “cojo” hace referencia a la supuesta poca capacidad del mandatario saliente de “moverse” políticamente en ese periodo. Pero, como en tantas otras ocasiones, el gobierno de Donald Trump ha roto con lo establecido.
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En las últimas semanas y días, el Ejecutivo ha tomado importantes decisiones en materia de política exterior que pueden complicar los planes de Joe Biden, que toma posesión como el 46º presidente de EE.UU. el miércoles 20 de enero.
Estos son algunos ejemplos.
1. Cuba
El pasado 11 de enero, a poco más de una semana del traspaso de poder, el gobierno de Trump hizo un anuncio con importantes repercusiones para América Latina: devolvió a Cuba a la lista de países patrocinadores del terrorismo.
“Con esta medida de nuevo hacemos responsable al gobierno de Cuba y mandamos un claro mensaje: el régimen castrista debe acabar con su apoyo al terrorismo internacional y con la subversión de la justicia estadounidense”, dijo el secretario de Estado, Mike Pompeo, en un comunicado.
Para argumentar esa decisión, Pompeo señaló la negativa de Cuba a extraditar a miembros del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) de Colombia tras un atentado con bomba en enero de 2019 en un academia policial de Bogotá en el que murieron 22 personas.
Además, habló de la alianza de Cuba con Venezuela, donde Estados Unidos promueve un cambio de gobierno.
En 2015, el expresidente Barack Obama había sacado a Cuba de esa misma lista, en la que llevaba desde 1982, dando un paso fundamental en el “deshielo” que un año después resultaría en la reanudación de relaciones diplomáticas entre ambos países, si bien con Trump la postura de EE.UU. se volvió a endurecer.
Biden ha expresado su voluntad de mejorar las relaciones con la isla, restableciendo algún nivel del compromiso iniciado con Obama -que incluye permitir que los cubanoestadounidenses visiten a sus familiares y envíen dinero-, pero ese paso puede verse ralentizado por las últimas medidas.
Para revertir la inclusión de Cuba en la lista, por ejemplo, el Departamento de Estado debe llevar a cabo una revisión formal que puede durar meses, advierten los analistas.
“Darle la vuelta a esta designación requiere tiempo”, señalaba a BBC Mundo John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, tras conocerse la última acción.
Kavulich aseguró, además, que para el gobierno de Biden puede ser un problema la conexión que Trump hizo entre Cuba y Venezuela.
“La administración Trump conectó con éxito Cuba con Venezuela y el gobierno entrante de Biden lo ha hecho también. Puede haber incluso presión de congresistas para agregar a Venezuela a la lista en lugar de para quitar a Cuba”, manifestó.
2. China
Varias decisiones sobre China tomadas por el gobierno saliente de Trump volvieron a tensar la relación entre las dos potencias.
La primera de ellas se produjo el 9 de enero, cuando Pompeo anunció el levantamiento de las restricciones sobre contactos entre diplomáticos estadounidenses y taiwaneses, rompiendo con una política mantenida por décadas por la Casa Blanca.
China considera a la democrática Taiwán parte indisputable de su territorio y habitualmente describe a la que considera una “isla rebelde” como el asunto más delicado en sus lazos con EE.UU.
A pesar de que EE.UU., como la mayoría de países en el mundo, no mantiene relaciones formales con Taiwán, el gobierno de Trump ha aumentado su acciones de respaldo a la isla, a través de la venta de armas o la legislación para ayudar a Taipei a gestionar la presión de Beijing.
Tras cuatro años de profundo deterioro de las relaciones entre las dos potencias mundiales, esta última medida fue vista como un intento del líder republicano de fijar la línea dura contra China antes de la toma de posesión de Biden.
“La administración Biden estará legítimamente descontenta con que una decisión política como esta se realice en los últimos días de la de Trump”, consideró Bonnie Glaser, una de las mayores expertas en la relación sino-estadounidense en EE.UU., en declaraciones a Reuters.
Glaser, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, explicó que algunos ejemplos de las restricciones que Pompeo levantó incluían que funcionarios taiwaneses no pudieran entrar en el Departamento de Estado y, por tanto, tuvieran que reunirse en hoteles.
Un funcionario del equipo de transición de Biden señaló que una vez que el presidente electo asuma el poder continuará apoyando “la resolución pacífica de los asuntos entre las dos orillas del Estrecho [China-Taiwán] en consecuencia de los deseos y el interés de la sociedad de Taiwán”.
A la decisión sobre Taiwán, se sumó otro duro golpe de EE.UU. a China el último día de presidencia de Trump: la declaración de las acciones de Pekín contra los uigures de Xinjiang como “genocidio” y “crímenes contra la Humanidad”, lo que agriarán aun más las relaciones.
3. Irán
El gobierno de Trump también redobló su ofensiva contra Irán en este último tramo de su presidencia.
El 12 de enero, Pompeo acusó al país persa de ser “la nueva sede central” de Al Qaeda y mantener vínculos estrechos con el grupo terrorista.
Pompeo no aportó pruebas de sus acusaciones. Teherán las consideró “mentiras belicistas”.
Las declaraciones de Pompeo poco antes de su salida fueron vistas como un intento de reforzar la presión sobre Teherán antes de la llegada de Biden, que se espera que intente regresar al acuerdo nuclear firmado en 2015 entre Irán y seis grandes potencias, del que Trump retiró a EE.UU. en 2018.
A ello se sumó hace unos días el anuncio del Departamento de Estado de que declarará a los rebeldes hutíes de Yemen como organización terrorista, una acción que “se llevaba esperando meses” y que se teme que agrave la crisis humanitaria en el país, explicaba la corresponsal jefe de Internacional de la BBC Lyse Doucet.
“Los aliados de EE.UU. en el Golfo respaldan esta medida, pensada para enviar un duro mensaje a Irán”, ahondaba la periodista.
Los hutíes, que cuentan con el respaldo de Irán, llevan luchando desde 2015 contra una coalición liderada por Arabia Saudita en Yemen en una guerra que ha desencadenado una de las peores crisis humanitarias del mundo.
Algunos, decía la periodista, creen que la medida puede proporcionar una “valiosa moneda de cambio” al gobierno de Biden para conseguir concesiones, “pero diplomáticos occidentales involucrados en los prolongados esfuerzos para empezar un proceso político que ponga fin a la destructiva guerra están convencidos de que esto lo pondrá aún más difícil”.
Terminar con la guerra en Yemen, una idea que Obama inicialmente apoyó, será una prioridad para el equipo de Biden, destacó Doucet; por lo que esta decisión de última hora, que entrará en vigor un día antes del relevo de poder, puede que trastoque los planes del nuevo ocupante de la Casa Blanca.
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