El último jueves 4 la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebró 75 años de creación, un aniversario marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania, y por la incertidumbre generada debido a la postura que tomaría Donald Trump en un eventual regreso a la presidencia de Estados Unidos.
MIRA: José Andrés, el chef fundador de la ONG atacada en Israel que lleva ayuda en tiempos de crisis
Fundada el 4 de abril de 1949 por una docena de países que buscaban garantizar una respuesta conjunta -tanto política como militar- ante un eventual ataque de la Unión Soviética durante los primeros años de la Guerra Fría, la OTAN cumplió un papel fundamental en el objetivo occidental de frenar la expansión del comunismo una vez terminada la Segunda Guerra Mundial.
“La OTAN nace para proteger el liberalismo político ante el intervencionismo comunista. Para proteger la libertad y los derechos humanos del totalitarismo soviético”, comenta a El Comercio el historiador y analista internacional peruano asentado en Francia Rodrigo Murillo.
Pese a la disolución de la Unión Soviética en 1991, la OTAN siguió fortaleciéndose hasta posicionarse como la principal alianza militar del mundo.
Con el paso de los años, a Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Noruega, Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Portugal, Islandia y Luxemburgo se sumaron Albania, Alemania, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Grecia, Hungría, Islandia, Letonia, Lituania, Macedonia del Norte, Montenegro, Polonia, República Checa, Rumania, Turquía y, este año se concretaron oficialmente las adhesiones de Suecia y Finlandia, sumando así un total de 32 naciones.
Por un largo tiempo la alianza permaneció sin amenazas, hasta que en 1999 sus miembros decidieron bombardear Serbia para proteger a Kosovo. Posteriormente, los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 llevaron a que se activara al artículo 5, que responde al principio de la defensa colectiva sobre el que se fundó la OTAN, para apoyar a Estados Unidos en su invasión a Afganistán.
En el 2003 y el 2012 la alianza volvería a actuar tanto en la crisis de Iraq como en la de Siria con un despliegue de misiles y artillería.
Sin embargo, no sería hasta el 2014 que la OTAN volvería a percibir una amenaza real para sus miembros. La anexión de Crimea por parte de Rusia elevó las tensiones entre la organización y el Kremlin.
El gobierno de Vladimir Putin se mostraba cada vez más preocupado por la expansión de las fuerzas occidentales con las adhesiones de países cercanos a sus fronteras y la resistencia de la OTAN a acordar un límite de crecimiento no ayudó a aplacar la tensión.
La invasión ordenada por Putin a Ucrania en febrero del 2022 acabó llevando a un punto de no retorno la relación entre los gobiernos occidentales y Moscú.
Lo cierto es que la guerra ha revitalizado una alianza que para el 2019, en palabras del presidente francés Emmanuel Macron, estaba “con muerte cerebral”.
Aunque se ha esforzado en no involucrarse directamente en el conflicto con tropas, la OTAN ha enviado miles de millones de dólares en ayuda tanto militar como tecnológica y humanitaria a Ucrania. Sin embargo, puede que la mayor amenaza para la alianza no esté en el campo de batalla sino en su propio seno.
- Desafíos en el horizonte -
“La OTAN llega bajo una severa tensión, no solo por factores externos a ella. Además del conflicto en el este de Europa y el ascenso de China cada vez más cerca de convertirse en una potencia mundial indiscutible, hay factores internos que tensan muchísimo las relaciones y la propia viabilidad político-militar de la OTAN. Hoy en día, muchos países europeos y Estados Unidos enfrentan una polarización política sumamente peligrosa. Hay dos caminos en todos los países que componen la alianza para sus próximas elecciones. Por un lado hay un camino continuista y liberal encarnado por lo que representan Joe Biden, Emmanuel Macron u Olaf Scholz. Pero en el seno de esos mismos países hay otra propuesta política que puede llegar al poder y que ya ganó en países como Polonia o Hungría. Son candidatos que se oponen a los valores por los que la alianza en algún momento nació. Vemos propuestas más militaristas y que buscan retomar la soberanía en el manejo de sus fronteras”, comenta Murillo.
El más claro ejemplo de esta amenaza interna para la alianza fueron las declaraciones del expresidente y actual candidato republicano Donald Trump, quien aseguró que de regresar a la Casa Blanca en noviembre de este año dejaría que Putin haga lo que quisiera con los países que no aportan lo suficiente a la OTAN.
Según las bases de la alianza, cada país debe gastar el 2% de su PBI en defensa, pero hasta el 2014 solo Estados Unidos, Reino Unido y Grecia cumplían con esto. Para el 2021, Estonia, Letonia, Polonia, Lituania, Rumanía y Francia también alcanzaron este objetivo y la alianza espera que para fines del 2024 sean al menos una veintena de estados los que cumplan con el requisito.
Sin embargo, de poco han servido estas promesas para calmar las voces que buscan desligarse de la alianza y, según Murillo, la extensión del conflicto en Ucrania no haría más que agravar esta situación.
“Conforme se prolongue el conflicto ucraniano y se haga más tangible una victoria rusa, sumado a la quiebra de Estados Unidos al proyectar su poder militar -en referencia al congelamiento del último fondo de ayuda para Ucrania por parte del Congreso-, la postura inicial de Francia y Europa avasalladora contra Rusia va a tener que moderarse. Los propios europeos, en ausencia de Estados Unidos, se dan cuenta de que no tienen el potencial industrial ni económico para hacerle frente a Rusia. En Francia todos los días se discute cómo Europa puede retomar su autonomía, si Francia desconfía de Estados Unidos podemos decir que esto se replica en otros miembros de la OTAN. Así que estimo que veremos posturas mucho más mesuradas por parte de la alianza siempre y cuando se prolongue el conflicto en Ucrania”, comenta el experto.
Según el analista, esta fractura entre europeos y estadounidenses no solo respondería a problemas presupuestarios sino también a diferencias en cuanto a identificación de amenazas principales.
“Para los estadounidenses, sobre todo para el Partido Republicano, la asunción de China es sumamente preocupante. Diría que es tan o más importante que el desenlace del conflicto en el este de Europa. Pero los europeos no contemplan eso, para ellos el principal rival es Rusia. Este punto adicional hace prever que la alianza sufrirá una tensión aún mayor”, explica Murillo.
Pese al complicado momento que enfrenta la alianza, sin embargo, el analista asegura que “está muy lejos de ser el más complicado de su historia”.
“Es un momento complejo a nivel político porque hay distintas interpretaciones sobre sus objetivos inmediatos, pero se aclarará en el marco de las futuras elecciones en los países miembros. Cuando sucedió la crisis de los misiles en 1962 la Unión Soviética aventajaba a Estados Unidos en el plano nuclear y tenía una producción mucho mayor de artillería que varios países europeos sumados. Era un enemigo mucho más poderoso, hoy Rusia no tiene ese potencial. El fantasma de la guerra preocupa a los europeos, sobre todo por sus efectos económicos, pero creo que hoy en día la OTAN no está preocupada militarmente”, señala.
Aunque reconoce que esta tranquilidad podría no durar mucho tiempo. “Sin embargo, en el mediano o largo plazo el potencial chino, especialmente los planes navales de cara al 2049, podría poner a la OTAN ante un momento en el que no tendría la capacidad militar de sobreponerse a un rival”, advierte.
TE PUEDE INTERESAR
- La OTAN se prepara para coordinar la ayuda a Ucrania ante la posible vuelta de Trump
- OTAN celebra 75 años sobre la piedra angular de la defensa colectiva y la disuasión
- Los bombardeos de la OTAN que desencadenaron una nueva era de guerras
- Cómo Rusia produce tres veces más proyectiles de artillería que Estados Unidos y Europa para Ucrania
- Donald Trump dice que su dura retórica contra la OTAN es una “forma de negociación”