Poco después de la invasión a Ucrania, hace ya cuatro meses, Serbia fue uno de los pocos países donde se sacaron banderas rusas a la calle, los autos desfilaban con la Z pintada y se vitoreaba la “operación militar” iniciada sin rubor por Vladimir Putin.
Pero el apoyo no solo es retórica. Serbia es uno de los poquísimos países europeos que no ha impuesto sanciones a Moscú, pese a su deseo de adherirse a la Unión Europea; y su presidente, Aleksandar Vucic, sigue aplicando el equilibrismo más pragmático para ir de una orilla a otra con el fin de tener contentos a tirios y troyanos.
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“La República de Serbia seguirá la política de la vía europea y también de la preservación de sus relaciones tradicionales sinceras y amistosas con la Federación Rusa”, le dijo Vucic a Putin a inicios de abril durante una llamada telefónica.
Sin embargo, las presiones para que le de la espalda a Rusia no han cesado desde Bruselas, sobre todo porque los europeos ven con recelo cómo Serbia sigue recibiendo gas ruso sin restricciones y a buen precio.
El Parlamento Europeo emitió un informe, que debe aún ser aprobado, que pide a Serbia que adopte sanciones contra Moscú si quiere seguir aspirando a entrar algún día en la Unión Europea.
“A veces me río cuando nos dicen, día tras día, que ‘se acabó lo de estar sentado sobre dos sillas’ (de la UE y Rusia)” dijo el presidente este martes en un discurso público. “Quienes dicen eso no comprenden, aunque se lo expliques cien veces, que nosotros tenemos nuestra política”.
Serbia se declaró un país neutral en el 2007, pero no ha dudado en realizar ejercicios militares con Rusia y también con la OTAN, de la que no forma parte.
“Serbia tiene una política de equilibrio entre los países de Europa occidental, o sea la Unión Europea, y Rusia”, afirma a El Comercio el analista Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura. “El presidente de Serbia es un personaje bastante pragmático y hace poco visitó un campo de refugiados ucranianos. Se ha apartado un poco del apoyo incondicional que hubo al inicio de la invasión”, añade.
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La complejidad de los Balcanes
Para explicar la afinidad entre ambos países, hay que recordar que Serbia formó parte de Yugoslavia, un país de la otrora esfera soviética.
“También hay que anotar que una mayoría amplia de serbios es ortodoxa. Si bien la iglesia ortodoxa serbia es autocéfala, mantiene relaciones estrechas con el patriarcado de Moscú”, agrega Banús.
Un hecho clave ocurrió en el 2008, cuando Kosovo declaró su independencia de Serbia de forma unilateral, la misma que fue reconocida por la mayoría de miembros de la UE y otras potencias occidentales, pero no por España, Grecia, Chipre, Rumanía y Eslovaquia. Rusia, China e India tampoco lo hicieron.
Así, en el 2014, cuando Moscú se anexó la península de Crimea, Serbia también se negó a imponer sanciones y señaló solo que la integridad territorial de Ucrania se debería respetar.
“Está el tema del difícil equilibro en los Balcanes, donde hay una serie de estados que son candidatos a la UE, pero en posiciones muy complicadas. Serbia no reconoce a Kosovo, que también es candidato a la Unión Europea, y hay voces en la UE que exigen que para entrar en negociaciones se tienen que reconocer mutuamente”, explica Banús.
“Serbia tampoco reconoce a Montenegro, y ahí hay una cierta alianza con Grecia. Serbia no tiene un papel muy claro, ni tampoco un apoyo total por parte de todos los estados de la UE”, anota el experto.
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El gas: otro punto en común
Según recuerda BBC News Mundo , Serbia y Rusia firmaron en diciembre del 2008 un acuerdo por el que el gigante energético ruso Gazprom obtuvo una participación del 51% en la compañía de gas y petróleo serbia NIS.
Recientemente, y cuando ya la guerra en Ucrania se había iniciado, Serbia prorrogó el contrato por tres años más, por el que paga casi tres veces menos que cualquier otro país de Europa.
El acuerdo, por supuesto, no tuvo el beneplácito de Bruselas: “Los países candidatos, incluida Serbia, deben alinear progresivamente sus políticas hacia terceros países con las políticas y posiciones de la UE, incluso con medidas restrictivas”, dijo el portavoz de la Comisión Europea, Peter Stano.
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