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Virginia Rosas

El caos producido en el Reino Unido tras el referéndum del 2016 sobre la salida de la (UE) hizo retroceder a los partidos populistas y eurófobos que, en su mayoría, se abstuvieron de proponer una consulta popular similar a la del ‘brexit’ durante la campaña para las elecciones europeas que ocurrieron el domingo pasado. 

Aunque los resultados de la votación reflejan un crecimiento de la extrema derecha y de los populismos –como en el caso de Hungría, donde el ultraconservador primer ministro Viktor Orban se mantiene incólume en el poder desde el 2010 con un fuerte discurso nacionalista y xenófobo–, los vencedores de esta contienda han sido los liberales y los verdes, quienes han desplazado a los socialdemócratas y a los democratacristianos, que a lo largo de su historia controlaban el Parlamento Europeo (PE) con más de la mitad de las curules. 






Si hacemos un recuento de las cifras, habrá un 40% más de verdes en el PE, mientras que la socialdemocracia tendrá 36 representantes menos. Verdes y centristas liberales dominarán el hemiciclo de Bruselas.

Un dato interesante es que por primera vez se alcanzó poco más del 50% de participación electoral. Los jóvenes, generalmente renuentes y decepcionados de la política, decidieron salir a votar. Gracias a los menores de 30 años la ‘ola verde’ ha repuntado. Sobre todo en Alemania, donde los ecologistas han desplazado del segundo lugar a los socialdemócratas. Y en Francia, donde el tema ecológico toma cada vez más importancia.

Sería ingenuo soslayar el crecimiento de la extrema derecha. A la ya mencionada Hungría de Orban, que desafía a la democracia liberal representativa, estandarte de la UE, se suma Polonia, donde el gran frente de oposición Coalición Europea –compuesto por conservadores moderados, liberales, socialdemócratas y verdes– para contrarrestar al ultraconservador Derecho y Justicia (PIS) obtuvo siete puntos menos que este. Y eso en un país mayoritariamente favorable a permanecer en la UE y cuya población se movilizó en masa el domingo pasado para votar.

En Italia, los ultraderechistas de Matteo Salvini se encandilan con las posturas autoritarias de Orban y se sirven muy bien de las redes sociales para aterrorizar a la población con mensajes xenófobos, que caen como anillo al dedo en un país desbordado por una ola de refugiados imposible de manejar sin la cooperación de los otros países de la UE que hacen la vista gorda.

Si bien los partidos nacionalistas y de extrema derecha aumentan, estos no mantienen cohesión entre ellos, tanto así que están representados en tres bancadas diferentes en el PE. Sus propuestas monocordes suelen ser de odio al migrante y de xenofobia, pero sin propuestas coherentes y concretas.

La izquierda radical languidece, pierde 41 diputados en el PE (20% menos que en la anterior legislatura). La Francia Insumisa de Jean Luc Melenchon obtuvo el peor puntaje desde su creación en el 2016. Podemos en España fue flor de un día y ya perdió representatividad. Y en Grecia la derrota de Syriza ha obligado a Tsipras a convocar elecciones anticipadas.

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