La crisis energética ucraniana es grave ya que el 39% del gas que consume Europa viene de Rusia y el 50% pasa por Ucrania. En el 2006 y el 2009, durante la presidencia del prooccidental Viktor Yushchenko, se produjo otro conflicto por el precio del gas natural y se llegó a parar los suministros, dejando a decenas de miles de familias de Macedonia, Serbia, Bulgaria, Bosnia, Hungría y Eslovaquia sin calefacción y agua caliente durante 13 días en medio del invierno europeo.
En Bulgaria, por ejemplo, tuvieron que limitar el consumo a una tercera parte y en Eslovaquia casi quedaron paralizadas las filiales de Volkswagen, PSA Peugeot Citroën y Kia Motors. En Hungría, recurrieron al petróleo y al carbón, por lo que el nivel de polución aumentó considerablemente. En ese momento, Gazprom reportó pérdidas de 120 millones de dólares por cada día que el suministro estuvo suspendido.
Ante este panorama, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, llamó a ambas naciones a “hacer un esfuerzo” para llegar a un acuerdo y reanudar el comercio de gas. Sin embargo, ayer el canciller ruso, Serguei Lavrov dijo que no hablará más con su par ucraniano, Andrei De-shitsa, debido a que este insultó al presidente Putin.
EL CORTE ES LA CLAVE