En 1914, en medio de una trágica matanza, los soldados que se disparaban desde varios meses atrás pudieron dejar sus odios de lado para celebrar la Navidad. Ese extraño fenómeno aconteció en las trincheras ubicadas en Ypres, Ploegsteert, Comines-Warneton y Flandes (Bélgica), durante los días 24 y 25 de diciembre, en medio de la Primera Guerra Mundial, donde murieron más de diez millones de hombres.
La noticia demoró en hacerse conocida -el diario inglés Daily Mirror publicó una foto recién en enero de 1915-; y durante muchos años fue “oficialmente” negada por los altos mandos de las naciones involucradas: Gran Bretaña y Alemania. Pero por el bien de la humanidad sí sucedió. Hoy, cien años después, se puede contar como símbolo de esperanza para el propio hombre, que aún persiste en dirimir sus diferencias mediante las armas, como en Ucrania, Siria o Medio Oriente.