Luz Ibáñez ha cumplido un año y medio como jueza de la Corte Penal Internacional (CPI). Es la primera peruana en llegar a este importante tribunal ubicado en La Haya. Se trata del máximo organismo que juzga a los que cometieron los crímenes más atroces en el mundo. Hace unas semanas, Ibáñez, quien fue 35 años fiscal en el Perú, estuvo en Lima y conversó con El Comercio.
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—¿Cuánto de su experiencia en la fiscalía le ha servido en su trabajo en la CPI?
Me encuentro sumamente contenta y satisfecha de haber accedido a este honroso cargo, que es un reto permanente. La justicia internacional es un valor que necesita ser promovido, por la sencilla razón de que los crímenes que se juzgan en estas instancias constituyen graves violaciones a los derechos humanos. Por lo tanto, si esta corte es capaz de poner fin a la impunidad, entonces merece la pena ser promovida. Dicho esto, las experiencias que tuve en el Perú como fiscal por 35 años, y, en los últimos 15, como fiscal especializada en terrorismo y crímenes de lesa humanidad fueron sumamente provechosas.
—¿En qué sentido?
Por ejemplo, para sacar adelante casos como el juicio a Abimael Guzmán, el de Los Cabitos y El Frontón tuve que hacer una búsqueda de la justicia en otros países para poder incorporar la interpretación de esas normas. Eso me dio un gran bagaje para contribuir en esta alta corte.
—¿Qué caso está próximo de resolución en la CPI?
Entre febrero y marzo, está por salir el caso de Abdoulaziz Al-Hassan, un jefe de la policía islámica en Mali, que cometió una serie de atrocidades. Inmediatamente después, saldrá el caso de Afganistán, que tiene una alta connotación por algunas políticas ejecutadas durante el período 2012 en adelante.
—¿Qué implica ese caso?
Es un caso que todavía está en investigación. Pero será importante porque la fiscalía solicitó permiso a la corte para iniciar investigaciones a una serie de actores, como jefes talibanes y de Estado, que también han tenido presencia durante ese período. En una primera instancia, la corte dijo que existían pruebas pero que, en “interés de la justicia”, no daban permiso para investigar.
—¿Cómo es eso?
Es una cuestión bastante rara. Ese tema subió a la división de apelaciones, la cual integro. Y ahora, nosotros marcaremos un antes y un después a este tipo de interpretaciones que menciono.
—A inicios del 2018, fue noticia que la CPI abrió una investigación por la situación que se vive en Venezuela durante el régimen de Nicolás Maduro ¿En qué estado se encuentra ese caso?
Sobre ese tema puntual, no puedo contestar. En general, puedo decir que la fiscalía está recibiendo información, que es lo primero que se hace. Sé que junto con el Perú fueron otros cinco países que presentaron una denuncia. El Estatuto de Roma tiene cláusulas de procedimiento para hacer la situación más rápida en estos casos. ¿Por qué aquí no es más rápido? No lo sé.
—¿Pero la corte podría dictar alguna medida contra Maduro?
Salvo que la pidan las partes, sí. Las víctimas, sobre todo, pueden solicitar directamente a la corte una serie de medidas cautelares.
—¿Qué tipo de medidas?
Muchas cosas. Pero lamentablemente no puedo responder más porque no estoy a cargo de ese caso. Y, en algún momento, lo puedo tener en mis manos.
—Otro asunto que generó controversia internacional fue el asesinato de un general iraní por parte de EE.UU. ¿Se trató de un crimen de guerra?
Lo único que puedo decir es que en la corte buscamos poner fin a la impunidad. Esta es una corte que promueve el restablecimiento de la paz a través de la justicia.
“También fui víctima de Los Cuellos Blancos”
Luz Ibáñez
—¿Qué impresión le dejó el caso de Los Cuellos Blancos en el país? ¿Lo siguió?
Me generó un doble sentimiento. En primer lugar, la sensación de que por fin se ve con claridad lo que siempre se supo; pero también pena por la imagen del país. Sin embargo, creo que el balance es positivo. Tanto la reacción que se tuvo como Estado y, en especial, que la sociedad supo expresar su indignación. Espero que estas investigaciones lleguen a buen término.
—¿También fue víctima de los Cuellos Blancos?
Por supuesto. Pero yo no estaba en ninguna mafia. Postulé dos o tres veces al cargo de fiscal suprema, pero nunca pude acceder por una serie de triquiñuelas de los organismos a cargo de los nombramientos.
—En las últimas elecciones, el congresista más votado (Daniel Urresti) tiene un juicio pendiente por el asesinato de un periodista. ¿Qué sensación le deja?
Son esas incongruencias que podemos apreciar. Sobre ese caso, no puedo decir mucho porque ya no estoy en el sistema. Cuando me fui del país, él estaba procesado por ese crimen. Pero volviendo a lo que ocurrió en las elecciones, la ciudadanía ejerció su libre derecho al voto, que puede sonar a protesta, y tiene el derecho a equivocarse.
—¿Está entre sus planes llegar a presidir la CPI?
¿Por qué no? Me congratula ver a dos mujeres con gran trayectoria al frente de dos instituciones relevantes en el sistema de justicia peruano (Tribunal Constitucional y Ministerio Público). ¿Qué falta para que una jueza presida la Corte Suprema o que una llegue a ser presidenta del país? ¿No hay mujeres? Sí las hay, y muy capacitadas.