Una huelga de camioneros retrasó exportaciones, provocó embotellamientos en distintas ciudades de Brasil y escasez de combustibles el jueves, con reducciones del servicio de autobuses urbanos en Río de Janeiro y restricciones a los aterrizajes en el aeropuerto de Brasilia.
Los camioneros protestan por el aumento de los precios del diésel, que se producen a la par de los aumentos del petróleo y la caída del real frente al dólar.
El presidente de la Asociación Brasileña de Camioneros (Abcam), José Fonseca Lopes, afirmó que la huelga que los transportistas mantienen desde el pasado lunes sólo acabará si el Gobierno extingue los impuestos que pesan el combustible.
La huelga llegó el jueves a su cuarto día y sus consecuencias empezaron a sentirse en el país con un creciente desabastecimiento de todo tipo de productos, entre los que se incluyen los alimentos y los propios combustibles.
La policía de carreteras reportó bloqueos de caminos en casi todos los estados en el cuarto día de la huelga. La economía brasileña depende grandemente del transporte por carreteras y los bloqueos estaban comenzando a tener serias consecuencias.
Largas colas se formaron en estaciones de gasolina y algunas se quedaron sin algunos tipos de combustible. La prensa local reportó escasez de comida en algunos supermercados, especialmente de verduras. La Asociación Brasileña de la Industria de Exportadores de Carne dijo que decenas de empacadoras estaban paralizadas debido a la huelga y 1.200 contenedores con carne para exportar no estaban siendo cargados en buques cada día. Brasil es uno de los mayores exportadores de carne en el mundo.
"No sólo los camioneros son perjudicados por esto, que perjudica a todo el mundo", declaró a periodistas Fonseca Lopes, quien sostuvo que la única salida a la actual situación es que el Gobierno "acabe con los impuestos" a los combustibles, que representan cerca del 50 % del precio final
Ellos señalan que regresarán a sus labores sólo después de que el Congreso apruebe un recorte de impuestos a los combustibles y de que la medida sea publicada en el diario oficial.
La huelga continúa a pesar de que la petrolera estatal Petrobras aceptó en la víspera reducir los precios del diesel en 10%. La empresa dijo que la medida estaría en vigor durante 15 días y le daría tiempo al gobierno para negociar el fin de la huelga.
Las filas de vehículos se extienden frente a las estaciones de servicio que disponen aún de reservas, pero que hacen pagar con creces la escasez. El litro de gasolina supera con facilidad los 5 reales (cerca de 1,4 dólares), frente a 4,215 reales de media nacional a fines de abril. En algunos casos llega a 7 reales.
Las acciones de Petrobras se derrumbaron en la Bolsa de Sao Paulo, después que la estatal accediera la víspera a reducir un 10% el valor del diésel durante dos semanas para facilitar el diálogo. Y esta concesión no tuvo ningún efecto entre los camioneros.
El movimiento sin embargo parece contar con apoyo popular.
"Pienso que esto se produce por una mala gestión del gobierno federal, una mala gestión con todos esos casos de corrupción", dijo Ana María Lobo, de 54 años, aguardando su turno en una gasolinera de Sao Paulo, en referencia a los escándalos que en los últimos años vapulearon al país.
"Este movimiento ya no es nuestro, es de la sociedad", declaró en Brasilia el presidente de la Asociación Brasileña de Camioneros (Abcam), José da Fonseca Lopes.
Los problemas de aprovisionamiento de combustible obligaron al aeropuerto internacional de Brasilia a admitir desde el miércoles solo la llegada de aviones con combustible suficiente para partir y sus reservas están garantizadas hasta las 17H00 (3 p.m. hora peruana) de este jueves. Otros aeropuertos podrían verse rápidamente confrontados a problemas semejantes.
En Minas Gerais, mil litros de leche son tirados por día a causa de los problemas de transportes, indicó el Sindicato de la Industria Láctea de ese estado.
Los precios de algunas frutas y hortalizas registraron alzas de hasta 400%, de acuerdo con informes de prensa.
- Tensiones políticas -
Los gremialistas también desecharon la supresión transitoria de un gravamen sobre los combustibles (Cide), que tiene poca incidencia en la composición de los precios.
Los camioneros ven en cambio con buenos ojos una iniciativa votada el miércoles por la Cámara de Diputados para suspender hasta fin de año la recaudación de dos impuestos, llamados PIS/Cofins, sobre el diésel.
Pero afirman que sólo pondrán fin a la protesta cuando la medida sea aprobada por el Senado y sancionada por Temer.
La supresión de los impuestos fue articulada por la mayoría oficialista en el Congreso, pero genera resistencias en el gobierno, comprometido con un plan de ajuste fiscal para apuntalar el débil crecimiento económico de Brasil después de dos años de recesión.
Fuente: Agencias