Desde que Sofía* entró a los 13 años a estudiar en el colegio Jaime Pardo Leal, en el barrio Policarpa Salavarrieta de la localidad Antonio Nariño (Colombia), empezó a llegar a la casa sin apuntes, sin cuadernos o en ellos le aparecían dibujos obscenos. En el colegio ignoraron sus denuncias, hasta que un día la menor decidió contarles a sus familiares.
Este caso es uno más sobre violencia sexual en colegios de la ciudad que ha venido denunciando EL TIEMPO y que con corte al 18 de marzo la Secretaría de Educación tenía registros de 163 hechos en instituciones educativas distritales, cometidas por servidores de la entidad. De ellos, al 1 de marzo se tenían 154 procesos disciplinarios activos.
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Edna Bonilla, secretaria distrital de Educación, dijo que la entidad ya está al tanto de la situación de la nueva denuncia y que se activaron los protocolos para estos casos. “Prevenir y darles celeridad a los casos de violencia sexual en los colegios es una prioridad”, afirmó.
Y la semana pasada, la Personería destituyó e inhabilitó por 11, 12 y 15 años a tres docentes de colegios distritales por conductas de actos sexuales diversos del acceso carnal con persona menor de 14 años. Pero este flagelo parece no acabar. El caso de Sofía así lo muestra.
”Yo soy la tía. Ella entró a estudiar una semana después que sus compañeros. Suelo ayudarla con sus tareas, más cuando la pasaron de quinto a sexto, que solo es jornada de tarde en ese plantel”.
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Al pasar de grado sus padres le compraron todo lo necesario para sus clases y comenzaron a llevarla en ese horario a estudiar. “Pero, al trascurrir un mes de su entrada, ella llegaba sin apuntes a la casa. Yo le preguntaba que entonces para qué iba si no tomaba notas. Inocentemente la regañábamos y ella solo nos decía que no alcanzaba a copiar”.
Un día llegó a la casa con un cuaderno grande. “Nos sorprendimos cuando en una de sus hojas vimos pintado un pene y groserías. Inmediatamente le dije a mi hermana que no era normal que sus compañeros le pintaran esas cosas a Sofía en sus cuadernos”.
La familia comenzó a preguntarle a la niña qué pasaba, el por qué de esas agresiones con sus implementos de estudio, pero la estudiante guardaba silencio, aunque sus ojos reflejaban terror. “Ellos me molestan, me rompen los cuadernos, las hojas”, fue lo único que reveló en esa oportunidad. Permanecía en silencio.
En una ocasión los acudientes fueron citados al colegio por la perdida de unos libros y porque estaban culpando a la menor. “Mi hermana fue enfurecida. Defendió a la niña y dijo que ella era la que se venía quejando de matoneo y de las actitudes de un niño que le hacía tocamientos a ella y a otra estudiante. En el colegio dijeron que le iban a hacer seguimiento a la queja y a activar un código especial para estos casos, pero nada más pasó”.
Los días transcurrieron, pero el 5 de mayo de 2022, cuando la tía de Sofía le ayudaba con una tarea se dio cuenta de que, otra vez, le aseguraba que no tenía cuadernos. “Le dije que me trajera sus útiles y, cuando los revisé, en el cuaderno de matemáticas solo había dibujos obscenos que le pintaban sus compañeros. Fuimos y hablamos con un coordinador mientras otros estudiantes miraban a la niña y se burlaban”.
Ese mismo día, cuando Sofía salió de clases y llegaron sus acudientes a recogerla la niña se doblaba del dolor. “Le decía a su mamá que se había caído pero el sábado yo me fui a donde mi hermana y me puse a hablar con la niña porque estaba muy agresiva y no quería ir más a colegio. Yo sabía que algo le estaba pasando”.
La niña seguía negando todo hasta que, ante la preocupación de su tía, accedió a narrar todo lo que le había pasado. “Ella tocó su rostro y me dijo: sí tía. Tres niños de mi salón me suben al caracol, al quinto piso de mi colegio, me tiran al piso y se me suben encima mientras los otros vigilan. Se turnan para hacerme lo mismo’. Nos sentimos tan indignadas que mi hermana, llorando, se llevó a la niña a Medicina Legal el sábado 7 de mayo. Había sido abusada. Desde ese instituto le pasarán un informe a la Fiscalía General de la Nación”.
La menor de edad fue remitida al Policlínico del Olaya y allí la vieron varios médicos y psicólogos. “Le confirmaron a mi hermana que la niña sí venía siendo abusada de forma constante desde hace cuatro meses y que había nombrado a cuatro estudiantes. Quedamos destrozados. Hubo acceso carnal violento, están descartando embarazo y enfermedades de transmisión sexual”.
Los tres presuntos agresores son estudiantes del mismo salón. “Ella contaba que la ultrajaban en los tiempos de descanso, la jalaban, que ella gritaba que no pero que en el caracol nadie la escuchaba. Ella aseguró que le dijo al coordinador y que él le respondió que no podía hacer nada porque todos eran menores de edad. La niña le dijo en varias ocasiones que, por favor, los sacara del colegio, pero nunca la escucharon”, contó la tía de la menor.
Ahora en el colegio les reclaman que por qué habían dado aviso a los medios de cominicación primero. “Es el colmo. Ella avisó y la ignoraron. Es más, sus compañeros siguen estudiando en el mismo salón”. La familia espera el dictamen de Medicinal Legal en físico y los informes médicos completos para radicarlos junto con la denuncia ante las autoridades pertinentes.
Al respecto, la Secretaría de Educación aseguró este lunes a través de un comunicado que “En este caso particular, los familiares de la niña se acercaron a la institución educativa el viernes 6 de mayo para dar la alerta sobre lo que venía ocurriendo con su hija, sin embargo, esta alerta se da por hostigamiento escolar y NO por violencia sexual (...) La familia comprende la complejidad de lo ocurrido el día sábado 7 de mayo, dado que la niña les comenta lo sucedido e identifican que se trata de una violencia sexual y actúan de manera oportuna, dirigiéndose a la Fiscalía y de allí al centro médico donde se encuentra hospitalizada. Una vez se conoce la situación, el colegio procede con la identificación de los presuntos ofensores y entabla comunicación con las familias para activar los protocolos”.