Una mujer que recibe alimentos en una calle de Cali. Con solo unos pedales y cargados de comida en los morrales, una veintena de voluntarios de la fundación "Bici Contra el Hambre". (EFE/Ernesto Guzman Jr).
Cali - Colombia
Redacción EC

Cargados de comida en sus morrales, una veintena de voluntarios combaten el hambre en bicicleta al repartir decenas de raciones de comida a diario a personas sin techo y en situación vulnerable de Cali, principal ciudad del suroeste de .

El proyecto “Bici contra el Hambre” nació en plena pandemia para ayudar a las familias y personas en situación de vulnerabilidad, que además de no tener un refugio en el que protegerse del tampoco tienen acceso a una alimentación saludable.

Son 22 los voluntarios que recorren las barriadas de Cali en bicicleta con la comida a cuestas para repartir “entre 300 y 400 almuerzos” con un transporte que además le aporta “al medioambiente”, explicó a Efe la directora de la iniciativa, Ana Burgos.

El proyecto “nació de una idea de amor, de una idea de luz con el fin de ayudar a las personas y de dar ayuda humanitaria”.

Somos un equipo, una hermandad que trabaja a favor de las personas más desfavorecidas en estos momentos de Cali”, añadió Burgos.

“Bici contra el Hambre” también regala mercados y entrega ropa donada a desplazados por el conflicto armado, migrantes venezolanos, vendedores informales y familias pobres que colgaron banderas rojas en las ventanas de sus casas, una señal con la que alertan que no tienen recursos para comer y que se convirtió en el emblema del hambre en Colombia durante la pandemia.

Colombia lleva hasta ahora 7.688 decesos y 226.373 casos positivos por COVID-19, de los cuales 110.281 continúan activos.

Almuerzos comunitarios

Bici contra el Hambre” también organiza almuerzos comunitarios cada mes, con el apoyo de la organización “Hermanos de la Calle”, y reparte 300 almuerzos en bicicleta.

Igualmente la iniciativa, a la que estudiantes y trabajadores se han enrolado a través de las redes sociales, tiene una ruta verde para incentivar el cultivo propio de semillas y promueve huertas en casa.

“Poco a poco hemos podido calmar el hambre con nuestro granito de arena”, dijo Burgos.

Los voluntarios llevan en sus morrales los panes y las bebidas a los puentes de la ciudad, donde suelen vivir algunas personas sin techo a quienes se los entregan.

“Las personas nos reconocen como los chicos de la bici y nos cuidan. La voluntad es una sola y nos entienden”, concluyó Burgos.

El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), David Beasley, alertó el miércoles que más de 11 millones de personas en Latinoamérica se encuentran al borde de la hambruna, una situación que se ha visto agravada por la pandemia de coronavirus.

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