(Foto: Reuters)
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Gisella López Lenci

En un país seriamente golpeado por la corrupción, millonarios desfalcos de dinero público, la delincuencia y asesinatos violentos, por el desempleo y la poca credibilidad hacia los políticos, no era extraño prever el éxito de una candidatura como la de .

El descontento y el hartazgo se juntaron y crearon un electorado explosivo y radical que quiso canalizar su frustración, sin importar si el depositario del mismo era un político sin pelos en la lengua, que disparaba por igual contra los funcionarios corruptos, los homosexuales, los negros o las mujeres.

Pero un factor importante hizo que este ex capitán del ejército, fan de la dictadura militar y diputado desde hace tres décadas, despuntara en las encuestas: la ausencia del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) fue inhabilitado por el poder electoral a fines de agosto al haber sido condenado a 12 años de prisión.

Con el referente máximo de la izquierda tras las rejas, el PT optó por , un académico que fue ministro de Educación y alcalde de Sao Paulo, como su reemplazo.

Haddad, de perfil bajo y estilo calmado, debió correr contra el tiempo y tratar de conquistar al electorado fiel de Lula (que llegaba a un 40%). En pocas semanas, pasó de tener apenas un dígito hasta alcanzar el 22% de intención de voto, según la última encuesta de Datafolha de esta semana. Lo suficiente como para pelear una eventual segunda vuelta con Bolsonaro el próximo 28 de octubre, que según el mismo sondeo tiene un 35% de apoyo. Una encuesta de la empresa CNT/MDA de este sábado le dan a Bolsonaro más ventaja: 42,6% frente a 27,4% de Haddad.

Estas opciones han polarizado a la población y casi han dejado sin margen de acción al resto de candidatos de centroderecha y centroizquierda. “Esta elección es básicamente un plebiscito sobre el PT”, comenta a El Comercio el politólogo Oliver Stuenkel, de la Fundación Getúlio Vargas, uno de los ‘think tanks’ más importantes de Brasil.

“Tenemos tres perfiles de electores. Primero, el que está favor del PT, que es más lulista; luego el elector que apoya a Bolsonaro y que es muy anti PT; y el tercer grupo lo forman los electores que prefieren a los otros candidatos que no van a llegar a la segunda vuelta, y que no se deciden entre Bolsonaro o Haddad. Entonces, lo que tenemos es una disputa entre dos candidatos con mucho rechazo. El candidato que llegue con menos rechazo es el que debe ganar”, señala el analista político brasileño Thiago de Aragao, de la consultora Arkoadvice.

La última encuesta de Ibope mostró que Bolsonaro sigue siendo el candidato con más antivoto (44%), pero su rechazo se ha mantenido inalterable. Sin embargo, el de Haddad remontó rápidamente hasta el 38%. “El rechazo hacia Haddad es un rechazo de lo que significa el PT. Para muchos, el PT es el arquitecto de la corrupción más grande en la historia continental. Y el rechazo al PT es un rechazo hacia Lula”, prosigue De Aragao.

(Foto: EFE)
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Antes de ser inhabilitado, Lula tenía el 40% de intención de voto, pese a estar encarcelado. Aunque el ex presidente transfirió parte de su colchón electoral a Haddad, también le pasó sus pasivos: todo el escándalo de corrupción que ha significado el Caso Lava Jato.

—La polarización—

Bolsonaro ha sabido capitalizar ese rechazo hacia el PT, añadiéndole un discurso ultraconservador que no se le conoció durante sus 30 años en el Congreso. Aunque el ex capitán siempre fue nostálgico de la dictadura, pasó por nueve partidos políticos, la mayoría de centroderecha. De hecho, durante los gobiernos de Lula votó a favor de varias propuestas del PT. “Él es ultraderechista hace poco tiempo.

El problema es que ese discurso agresivo puede generar una legitimidad para que el ciudadano común empiece a utilizar ese mismo discurso agresivo”, advierte De Aragao.Bolsonaro, que fue apuñalado a inicios de mes mientras hacía campaña, tiene por ahora el visto bueno de los inversionistas que ven con buenos ojos que su principal asesor económico –y futuro ministro de Finanzas, si gana– sea el liberal Paulo Guedes, alguien muy respetado en el mercado financiero.

Pero eso no ha aminorado el temor de un sector importante que no quiere a un radical en la presidencia. “Lo que va a movilizar a la gente es el miedo. Los que van a votar por Haddad detestan a Bolsonaro y tienen miedo de que gobierne, y la gente que va a votar por Bolsonaro tiene miedo de que regrese el PT. Vamos a votar en contra de algo, y no a favor, y esto es poco saludable para la democracia. Hemos perdido la oportunidad de discutir sobre el país que queremos ser y sobre nuestro futuro”, reflexiona Stuenkel.

De darse una segunda vuelta, los discursos podrían moderarse para atraer al electorado de centro, pero no hay duda de que la batalla será aún más descarnada.  

Desinformación a la orden: Elección repleta de ‘fake news’

►Las redes sociales han sido las protagonistas en esta campaña. Y como ya ha ocurrido en otros procesos, las noticias falsas o ‘fake news’ se esparcieron rápidamente con titulares engañosos y afirmaciones inverosímiles sobre supuestas propuestas de gobierno, tanto del lado de Bolsonaro como de Haddad.
►Además de Facebook y Twitter, la aplicación de mensajería WhatsApp se convirtió en la principal plataforma por la que han circulado miles de mensajes falsos.
►El equipo de campaña de Jair Bolsonaro, que casi no hizo campaña en los medios tradicionales, ha sido el que más ha utilizado WhatsApp para enviar propaganda electoral.

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