Mal haríamos en pensar que el único parlamento lleno de escándalos es el propio. Basta una rápida mirada a los países vecinos para constatar que en todos lados se cuecen habas.
MIRA: Diputada brasileña es acusada de tramar el asesinato de su marido e implicar a siete de sus 51 hijos
En la región, es de Brasil de donde suelen llegar las noticias, digamos, más impactantes que involucran a sus padres de la patria. Un buen ejemplo es la reciente acusación a la diputada Flordelis dos Santos Souza (cuya vida llegó al cine en el 2009), quien sería la mente maestra detrás del asesinato de su esposo, un pastor evangélico, quien fue asesinado con 30 balazos en junio del 2019.
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Según las investigaciones, ella ya había intentado envenenar la comida y bebida del marido, “al menos en seis ocasiones”, pero no tuvo éxito. Entonces, para librarse del “riguroso control de las finanzas familiares” que tenía Anderson do Carmo (42 años), orquestó su asesinato. La acusada, por el momento, niega haber ordenado “ese crimen salvaje”.
El proceso –que ya se ha encargado de arrestar a sus siete hijos y nieta–, sin embargo, no podría seguir su curso. La razón: su inmunidad legislativa.
El truculento caso es una invitación a repasar las polémicas y escándalos que involucran al parlamento brasileño.
UNA FICCIÓN QUE NO DIO RISA
El escándalo estalló el año pasado, pero fue recién en enero que la justicia de Brasil ordenó que Netflix y la productora Porta dos Fundos sacaran del aire “La primera tentación de Cristo”, comedia en la que se sugería que el Mesías había tenido una relación homosexual.
El sexto tribunal civil de Río de Janeiro afirmó que el “derecho a la libertad de expresión, prensa y artística no es absoluto” y que la decisión respondió a que cualquiera, “incluso menores de edad”, podían acceder a la ficción.
Pero, claro, el problema empezó cuando el parlamento brasileño convocó a representantes de Netflix para pedir explicaciones. Entonces, la Comisión de Ciencia, Tecnología, Comunicación e Informática del Congreso los acusó de “vilipendio al culto religioso”.
Vale anotar que muchos de los involucrados en esta persecución fueron políticos relacionados a grupos evangélicos. La ira terminó con una bomba molotov en las oficinas de la productora.
La sentencia del tribunal fue provisional, y cuando el tema llegó a la Corte Suprema, fue anulada.
DE DINERO Y OTROS INTERCAMBIOS
Las perlas del parlamento de Brasil no solo se circunscriben a los actuales padres de la patria. “The New York Times” hacía referencia a los congresistas que ostentaban dicho cargo en el 2016 y los comparaba con un espectáculo con personajes histriónicos. “El elenco cambiante de 594 actores incluye a sospechosos acusados de homicidio y tráfico de drogas, jugadores veteranos de fútbol, un campeón de judo, una estrella de música country y un grupo de hombres barbudos que lideran un movimiento femenino”, se leyó en un artículo.
El reportaje, además, daba cuenta que la cooperación entre el Ejecutivo y el Legislativo solía involucrar el “intercambio ilícito de dinero en efectivo”. La prueba: en el 2005 explotó el escándalo mensalão (gran pago mensual), en el que se develó que, para ganar votos en el congreso, el expresidente Lula Da Silva habría pagado un “estipendio mensual de 12 mil dólares”.
Y ni hablar del caso Lava Jato, que “incluye sobornos de miles de millones de dólares para los partidos políticos por parte de la empresa nacional de petróleo, Petrobras” y que involucró a “más de 200 personas” entre empresarios y líderes políticos.
Porque en el parlamento de Brasil ni siquiera el derecho al secreto del voto se ha respetado. Ahí están el expresidente del Senado Antonio Carlos Magalhanes, y el entonces jefe de un grupo parlamentario Roberto Arruda, quienes fueron acusados, en el 2001, justamente de eso. Por entonces, además, el presidente del Senado, Jader Barbalho, era señalado de tener una fortuna de 14 millones de dólares a costa del erario público.
UN POCO DE HISTORIA
El Congreso de Brasil nació gracias a la primera Constitución, en 1824. Más tarde, en 1891, con el inicio de la República, sería modificado para dar forma al que ahora se conoce.
Si bien la tensión entre parlamentarios es frecuente y hasta inherente al cargo, ésta ya no alcanza los niveles de hace 80 años. Valdría recodar que, en 1963, Arnon de Melo (padre del expresidente Fernando Collor de Melo) le disparó a Silvestre Pericles, su enemigo. La bala terminaría matando a José Kairala, quien había asistido como suplente al hemiciclo.
También se recuerda la pelea entre Estácio Souto Maior con Nelson Carneiro, a quien le propinó una cachetada. Días después, este último fue al pleno cargando un revólver dispuesto a todo. El resultado fue una balacera. Ambos terminaron absueltos.
El descontento de la población, como en muchos otros países, es histórico. No es común, sin embargo, lo que sucedió en el 2013, cuando manifestantes tiraron bombas caseras al parlamento, evento que suma a aquella ocasión en la que a un policía le cayó una flecha en el pie, resultado de las protestas que un grupo de indígenas llevaron a cabo en el Congreso.
LA FICCIÓN QUE SUPERA LA REALIDAD
Pero no sería justo apuntar únicamente a los congresistas. El presidente Jair Bolsonaro (quien niega el impacto del coronavirus) y todo el Ejecutivo también tienen sus perlas.
Valdría recordar que Bolsonaro fue acusado de incitación a la violación, luego de que una diputada lo acusara de haberle dicho que no merecía ser violada “por fea”. El juicio fue suspendido porque los hechos se dieron en el 2014, antes de que él sea presidente. Cosa de esperar hasta el 1 de enero del 2023.
Pero quizás sea Damares Alvares la protagonista de uno de los casos más extravagantes de la política de Brasil. La ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos ya era conocida por sus comentarios radicales (“la mujer debe ser sumisa ante el hombre en el matrimonio”, “ver ‘Frozen’ vuelve lesbiana a las niñas”, “las niñas sufren abusos porque no llevan ropa interior, y no la llevan porque son pobres”), pero en un momento se salió del guion.
No se trató de ningún hecho ilegal. En el 2018, se supo que Alvares (quien se define como “terriblemente cristiana”) había visto a Jesús trepado en un árbol.
La confesión del hecho divino se conoció por propia confesión: cuando era niña, Alvares fue abusada sexualmente, estaba muy triste y pensó en suicidarse. De pronto, vio a Jesús en un guayabo y cambió de idea.
“La prensa se río de mí cuando dije que había visto a Jesús en un momento de intenso sufrimiento. Pero la prensa está empezando a comprender que no estoy loca ni se me va la cabeza”, se excuso la ministra.
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