“Todo está listo, lo único que falta son las alfombras, los adornos y las rosas, que las pondremos mañana [hoy]”. El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, resumió así los preparativos ante el arribo del papa Francisco a su país, mañana por la tarde.
Entre policías y militares, unos 48 mil efectivos estarán atentos a cualquier eventualidad durante la visita papal. Han sido 22 los simulacros de actividades desarrollados en los sitios donde se prevén encuentros multitudinarios.
El primero será en Guayaquil, donde se espera 1,2 millones de fieles en la misa del lunes, y el segundo en Quito, cuya eucaristía el martes acogería a millón y medio de ecuatorianos y extranjeros.
En la frontera con Colombia, el flujo diario de quienes tramitan su ingreso al país ha pasado de 1.500 personas a 3.000 esta semana, y se espera que hoy y mañana el número se dispare todavía más. En la frontera con nuestro país, las empresas Ormeño y Civa han triplicado el número de buses que llegan a Guayaquil desde ayer.
La mayor inquietud para las autoridades es que el clima de tensión política –las marchas a favor y en contra del presidente que han invadido la capital– salpique las actividades del pontífice. Así nos lo confirma Ana María Carvajal, periodista de “El Comercio” de Quito: “En las redes sociales circulan invitaciones para que la gente grite consignas como ‘¡Francisco sí, Correa no!’ o ‘¡Fuera Correa, fuera!’ durante las misas campales o los recorridos”.
La crispación es tal que el mandatario estudia no asistir al encuentro masivo del martes en la capital y solo recibirlo en el Palacio de Carondelet la noche previa. “Prefiero no ir a misa para evitar que hagan quedar mal al país”, ha dicho Rafael Correa.
La altura y el papamóvil
La preocupación mayor durante la presencia de Francisco en Bolivia se centra en las cuatro horas que pasará en La Paz y sus intimidantes 3.600 metros de altura, sin contar con que primero llegará a El Alto (4.000 m), donde está el aeropuerto. En vista de que hablamos de un hombre de 78 años con un solo pulmón (a los 21 años sufrió la extirpación de la parte superior del pulmón derecho), se ha dispuesto que tenga balones de oxígeno a mano y que dos neumólogos especialistas en altura acompañen al equipo médico que viene con él desde Roma.
El otro foco de atención será el papamóvil que utilizará durante sus trayectos en Santa Cruz, la ciudad en la que pasará dos noches y en la que regirá una rigurosa ley seca del miércoles 8 al viernes 10. Será un auto normal, por pedido expreso del mismo Francisco. “No va a tener un vehículo blindado”, ha confirmado el Ministerio de Gobierno del país altiplánico.
Unos 14 mil policías y 8 mil militares se desplegarán para establecer anillos de seguridad en la urbe cruceña, donde oficiará una misa el jueves 9 y al día siguiente se reunirá con reclusos en una de las prisiones más hacinadas del continente.
Invasión argentina
Paraguay, la última parada de la gira, aguarda que por tierra ingresen en estos días 1,3 millones de personas –argentinos en su inmensa mayoría–, lo cual equivale casi a la quinta parte de la población del país.
“Para agilizar el ingreso al país, Migraciones habilitó por primera vez la posibilidad de iniciar las gestiones vía web. Además, se ha declarado alerta sanitaria en ocho departamentos para asegurar la atención hospitalaria en vista de la cantidad de gente que llegará”, nos dice desde Asunción Brigitte Colman, editora de la versión digital de “Última Hora”.
Es en la capital paraguaya donde se vislumbran las mayores concentraciones de gente, y que, por supuesto, superará lo visto en 1988, cuando Juan Pablo II convocó a las masas. En el santuario de Caacupé se calcula que habrá un millón de peregrinos el próximo sábado y, al día siguiente, en el parque Ñu Guasú se aguarda a más de millón y medio.
“Además de los pronósticos de posible colapso de las comunicaciones debido a la cantidad de personas, causa preocupación el estado de las calles de la capital. Para lo primero, las empresas telefónicas están instalando apuradamente antenas provisionales. Para lo segundo, se teme que los trabajos de reparación no concluyan a tiempo”, refiere Colman.
Alrededor de 55 mil uniformados, de los cuales 20 mil son militares que resguardarán las fronteras, estarán con orden de inamovilidad en esos dos días.