Al periodista Antonio Fischetti le interesa el género humano y todo lo relacionado con el comportamiento de la gente. Ha escrito sobre las sectas, un problema muy fuerte en Francia, la cienciología y la manipulación que ejerce. En general, le gusta trabajar artículos en los que incorpora el contexto social. Es columnista en el semanario francés Charlie Hebdo y esta es su primera vez en el Perú.
— “Charlie Hebdo” es un semanario con una historia en Francia y Europa, pero a raíz del atentado se ha vuelto un referente mundial. ¿Cómo se ha vivido ese salto en la revista?
Hemos intentado seguir haciendo nuestro trabajo sin pensar en la presión exterior, pero es difícil. La primera dificultad interna fue que murió el núcleo histórico de la revista: ‘Charb’ (Charbonnier Stéphane, director editorial), ‘Cabu’ (Jean Cabut, dibujante) y Georges Wolinski (dibujante). Antes el semanario vendía 40 mil ejemplares, hoy son 400 mil. Y el número siguiente al ataque llegó a tirar siete millones. Parte del dinero irá a los deudos de las víctimas, pero hay otra parte importante que se va a inyectar en la publicación. También estamos discutiendo qué líneas seguir. Y, claro, antes el anonimato permitía realizar reportajes que hoy se presentan difíciles o imposibles.
— “Charlie Hebdo” es una publicación de izquierda y laica. ¿Qué otras características la hacen como es?
El ADN de “Charlie Hebdo” es de izquierda, pero no está vinculado a ningún partido, porque hay desde socialistas hasta comunistas y también gente relacionada con la ecología, que en Francia está representada por un partido. Y hacemos defensa de la mujer y de la república en tanto nos oponemos a los totalitarismos. Y está su carácter satírico, por supuesto. Es una publicación que dice las cosas libremente y lo que normalmente otros diarios no dirían. Además, es una revista sin publicidad. Pero, como decía, en el atentado murieron importantes dibujantes y eso nos tiene que llevar a evolucionar, quizá con más humor, más entrevistas, algo más de política interior…
— La exposición mundial de “Charlie Hebdo” también ha generado duras críticas, voces que acusan al semanario de insolente y grosero.
Hay críticas que aceptamos. Cuando hemos publicado dibujos con connotación sexual, hay gente a la que no le ha gustado. Aun cuando nadie está obligado a comprar la revista, podemos entender que se sienta ofendida. Pero lo que no podemos aceptar es que se diga que somos racistas. Siempre hemos diferenciado lo que es la mofa a la religión de la mofa a los creyentes. Podemos caricaturizar a Mahoma, pero no nos burlamos de los musulmanes. No nos burlamos de las personas por lo que son.
— Han caricaturizado a Mahoma, Jesús, el Papa, los rabinos… ¿La idea es golpear la religión o estremecer la fe?
Para la revista, Dios no existe. Y los periodistas que allí trabajamos, asumimos esa manera de pensar, por eso nos reímos de la religión en tanto es una idea, así como un político puede tener las suyas. Y si nos burlamos de la política, igual nos podemos reír de la religión. No lo hacemos para ofender. El humor hace pensar. Y quizá avanzar. No se trata de despreciar a un grupo de personas porque ese sí es el actuar de los terroristas.
—Usted declaró en enero a “Liberátion” que “Charlie Hebdo” es un periódico de dibujantes y que los redactores son intercambiables, los otros no. ¿Sigue pensando igual?
Me arrepentí de haber dicho eso. La declaración la hice dos horas luego del ataque y bajo la emoción de lo que había ocurrido. Me refería a que no solo habían muerto amigos, sino unos genios del dibujo a los que iba a ser muy difícil reemplazar. Hoy lo volvería a decir, pero con otro matiz.
—También declaró en esos días que el atentado había sido un acto de guerra. ¿Contra quién?
Sí, contra la libertad de expresión y por extensión, contra Occidente. Pero sobre todo contra una idea muy francesa: la laicidad. Atacaron un punto que simboliza este laicismo. Si se hubiera cometido el atentado en el metro o la Torre Eiffel, hubiera habido muchas más víctimas. Pero el ataque a la revista supone la voluntad de atacar las ideas.
— El dibujante Luz, quien hace las figuras de Mahoma, ha anunciado que se va en setiembre y que no lo pintará más. Está estresado y hastiado. ¿Se respira esa atmósfera?
Tras el atentado hubo gente que se retiró, pero otros encontramos una motivación mayor para comprometernos. Es nuestra manera de recordar a los amigos que murieron. En cuanto a Luz, ya tenía la idea de irse antes del ataque, pero hay que entenderlo: él llegó apenas tres minutos después del crimen y se encontró con el horror. Además, hizo la portada de Mahoma y se expuso ante el mundo, por eso anda con cinco policías que lo cuidan... La presión es enorme... Como artista, quiere hacer cosas distintas.
— Usted está en Lima invitado por una universidad. ¿Qué quisiera decirles a los jóvenes que lo oirán?
Quiero compartir la experiencia de hacer un periodismo independiente y no ser prisioneros de los esquemas. El Perú, como Francia, es una democracia y supuestamente tenemos total libertad para decir las cosas, pero hay esquemas que nos limitan. Tenemos que explorar todas las libertades que nos ofrece la democracia. La libertad de expresión desaparece si no la utilizamos.
— ¿En esa lógica, “Charlie Hebdo” es un ejemplo de tolerancia?
Sí, pero no con los terroristas. La tolerancia tiene sus límites.
El perfil
Nací el 2 de diciembre de 1960 en Francia, tengo una pareja pero no hijos. Soy graduado en acústica física. He sido profesor en algunas universidades y escuelas de cine, pero siempre me atrajo el periodismo. Cuando estudiaba en la universidad, organicé un periódico y luego colaboré en la revista “Sciences et Avenir” con artículos en los que incorporaba un aspecto social. En 1997 llegué al semanario "Charlie Hebdo", donde tengo una columna semanal (“El imperio de las ciencias”). He escrito varios libros y grabado documentales sobre animales.