La madrugada del 22 de agosto del 2016, a Harold Vilches, chileno de 23 años y estudiante de Ingeniería Comercial, se le acabó el juego. Uno que comenzó tres años atrás, cuando heredó –tras el derrame cerebral que sufrió su padre– el negocio familiar: una joyería mediana al norte de Santiago. Aquel día, la policía rodeó su casa en la comuna de Las Condes y lo arrestó. Tras más de un año y medio de investigación, caía el mayor traficante de oro ilegal de Sudamérica.
Vilches fue acusado de asociación ilícita, contrabando, fraude aduanero y lavado de activos. El joven comerciante, guiado más por su codicia que por seguir las pautas del negocio de sus padres, había creado una red de empresas transnacionales fantasma –con la ayuda de la familia de su esposa– que le permitió vender oro en EE.UU. y Emiratos Árabes Unidos. Los lingotes eran metidos en maletas y llevados en avión por su suegro y cuñado. Solo entre los años 2013 y 2015 cuatro sociedades de Vilches exportaron 1.800 kilos de oro, una cantidad sorprendente para un país que no se caracteriza por la producción de ese metal precioso.
Vilches consiguió con esas ventas más de US$80 millones. Un reportaje de la televisión chilena ironizó: Vilches ganó en esos años más dinero que los futbolistas Arturo Vidal y Alexis Sánchez. El joven chileno alegó en su defensa que el oro lo sacó fundiendo miles de monedas de cien pesos. Las autoridades demostraron que el producto era traído, en realidad, por contrabando de la selva peruana, específicamente de Madre de Dios, e introducido a Chile por Tacna.
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–Aprendiz de You Tube–
¿Pero cómo un joven sin antecedentes penales, que aprendió a hacer lingotes de oro en You Tube y a encontrar proveedores en Google, pudo montar una gran red de contrabando? Los fiscales chilenos reconocieron que estaban ante un caso inédito. No obstante, para las autoridades de EE.UU. lo hecho por Vilches tenía poco de asombroso. Un informe de Bloomberg advertía: “En América Latina deben haber más de 100 Vilches. Hacer lo que hizo no es tan difícil como parece”.
Un caso similar es el de Pedro Pérez Miranda en el Perú. A principios de año, Pedro Pérez, más conocido como ‘Peter Ferrari’, fue arrestado a pedido de la fiscalía de lavado de activos. Se lo acusó de ser el mayor traficante de oro ilegal del país. La fiscalía señaló que cuatro empresas vinculadas a él exportaron –del 2012 al 2013– más de 1.300 kg de oro de origen desconocido por US$625 millones a acopiadoras, en su mayoría, en EE.UU.
Vilches y Pérez tienen en común que se aprovecharon de un problema que cada vez tiene más arraigo en Sudamérica. Un negocio criminal que al año puede amasar más de US$7 mil millones en exportaciones, al tiempo que se expande y destruye el medio ambiente, generando a su paso una cadena de otros delitos: la trata de personas, la explotación infantil, el tráfico de madera y, sobre todo, una corrupción generalizada.
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–Más rentable que la cocaína–
Entre los expertos se ha convertido en una frase recurrente: el oro ilegal es la nueva cocaína. Este se alimenta, al igual que el narcotráfico, de la demanda en el exterior. Mientras un kilo de droga elaborado con coca puede venderse en el mercado negro a US$2 mil, uno de oro puede llegar a costar US$35 mil.
Los traficantes son conscientes de sus ventajas: menores riesgos al momento de exportar y mayores ganancias por el incremento del precio internacional del oro. A diferencia de la cocaína, este metal no es producto ilegal y es vendido con facilidad en refinerías en EE.UU., África y Europa.
El Perú y Colombia son los países más afectados. Según un informe del 2016 del organismo suizo Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, el 80% del oro que exportó Colombia en dicho año fue de origen ilícito y generó un aproximado de US$2 mil millones. En el Perú, quinto productor de oro en el mundo, se estima que este negocio representa un 28% de las ventas anuales, dando ganancias por US$2,6 mil millones.
Los lugares donde más se produce esta actividad son localidades empobrecidas en las que grupos criminales se enfrentan por el control del negocio. En Colombia, por ejemplo, están los municipios de Segovia y Remedios (Antioquia), dos zonas consideradas por la ONU en el 2009 las más contaminadas del mundo, y donde grupos subversivos como el ELN y las FARC cobran a los mineros ilegales un porcentaje de lo que producen.
El Perú también tiene lugares emblemáticos como La Rinconada (Puno) y La Pampa (Madre de Dios), donde mafias consolidan su hegemonía. Así ha pasado durante años. Este Diario conversó con Lourdes Abastoflor, directora del servicio nacional de mineros en Bolivia, quien reconoció la preocupación que existe en su país por el crecimiento del comercio ilegal del oro a través de sus fronteras.
–La explosión del problema–
¿Desde cuándo este problema se convirtió en una crisis fronteriza? No hay una fecha exacta, pero expertos como César Ipenza, abogado especializado en materia ambiental, afirman que un punto de partida puede ser mayo del 2012, cuando el gobierno de turno creó un registro para que solo quienes pudieran demostrar el origen lícito de su oro estaban aptos a exportarlo. “El efecto inmediato fue que varios que no podían acreditar de dónde sacaban el oro decidieron llevarlo por la frontera, aprovechando la falta de controles”, dijo Ipenza a este Diario.
Informes de la ONG ambientalista SPDA recomiendan confrontar las estadísticas de la producción de oro de los países versus su exportación para darse cuenta de que el metal no está saliendo de su lugar de origen, sino por las fronteras. Un ejemplo es lo ocurrido con el joven chileno Vilches.
Actualmente, Vilches tiene arresto domiciliario y con su suegro vienen colaborando con fiscales de Miami y el FBI, que buscan determinar si la empresa estadounidense NTR Metals, una de las mayores refinerías del mundo, participó en el tráfico de oro ilegal sudamericano.
Pérez Miranda sería el próximo interrogado, según “Perú 21”, pues también abastecía con minerales a NTR Metals. Según varias publicaciones, Vilches aseguró que la refinería estadounidense sabía que el metal que le conseguía tenía origen ilícito.
El 15 de marzo, Juan Pablo Granda, ciudadano de EE.UU. de origen ecuatoriano, fue detenido por el FBI en Miami. Se lo acusa de ser parte de una cadena internacional de tráfico de oro. Granda trabajaba en NTR Metals.
Europa y Emiratos Árabes
Un informe del portal Ojo Público del 2015 señaló que las empresas MKS Finance (Suiza), Metalor Technologies (Suiza), Italpreziosi (Italia) y Kaloti (Emiratos Árabes Unidos) también son sospechosas de comprar oro ilegal en el Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador.
Modalidades
Según la Sunat, el mecanismo más usado por los traficantes para enviar oro a través de los servicios aduaneros es fraguar documentos para demostrar que el metal fue extraído de zonas permitidas.