Una estadounidense fue sentenciada a 20 años de cárcel por un tribunal federal en Alexandria, Virginia, tras admitir que apoyó durante años al grupo terrorista Estado Islámico (EI) y descubrirse que abusó de sus hijos, llegando a obligar a una de ellas a casarse con un extremista para escalar dentro de la organización.
Allison Fluke-Ekren creció en una enorme granja de 32 hectáreas, ubicada en la ciudad de Lawrence, Kansas, que había pertenecido a su familia durante más de cien años. En 1996 se casó con James Fluke, con quien tuvo dos hijos, Gabriel y Alaina. La mujer se había graduado de la Universidad de Kansas y trabajaba como maestra de escuela, detalla un artículo de The New York Times (NYT).
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En el 2002, sin embargo, tras su divorcio, comenzó un silencioso proceso de radicalización. Casi en paralelo, la mujer se volvió a casar, esta vez con Volkan Ekren, un estudiante internacional proveniente de Turquía, con quien tuvo cinco hijos más, entre ellos Leyla.
Según familiares de la pareja, Allison fue la responsable de radicalizar a Volkan. El padre de la mujer asegura que desde joven, Allison mostraba una gran tendencia a ideas extremistas.
RADICALIZACIÓN
En el 2008, la pareja y sus hijos se mudaron a El Cairo. Durante los siguientes tres años, Fluke-Ekren viajó con frecuencia entre Estados Unidos y Egipto, según las investigaciones realizadas para el juicio en su contra.
Al cumplir 17 años, Gabriel consiguió escapar de casa y regresó a Estados Unidos, para vivir junto a su padre.
Para finales del 2011, la familia se volvió a mudar, esta vez a Libia. Según el testimonio brindado por Leyla, fue entonces cuando la radicalización de su madre comenzó a materializarse.
En Libia, Fluke-Ekren diseñó un plan para convertir una escuela local en un centro de entrenamiento militar para mujeres jóvenes, mientras su esposo se encargaba de contactar al grupo local Ansar al-Sharia para financiar dicha iniciativa, detalla el NYT.
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La “falta de violencia” de Ansar al-Sharia, sin embargo, habría desilusionado a Fluke-Ekren y llevado a que su proyecto fracase. La familia volvió a mudarse, trasladándose esta vez a Siria, donde Allison y Volkan entraron en contacto con otro grupo extremista llamado el Frente Nusra, una organización ligada a Al Qaeda.
La resistencia de este grupo a la idea de Fluke-Ekren de formar un batallón de yihadistas mujeres frustró nuevamente sus planes, por lo que decidió ir con su hija a Turquía mientras su esposo se mantuvo en Siria realizando sus primeros contactos con el Estado Islámico.
Tres años más tarde, en el 2015, Fluke-Ekren y su familia se volvió a mudar, dirigiéndose ahora a Mosul, Irak, donde la mujer se dedicó a ayudar a las viudas de los terroristas que habían sido abatidos durante los enfrentamientos con las diferentes fuerzas internacionales.
Ese mismo año, Volkan Ekren fue abatido mientras intentaba perpetrar un atenado, según el NYT. El deseo de Fluke-Ekren por ver materializado su sueño de formar un batallón de terroristas mujeres la llevó entonces a ofrecer a su propia hija para conseguirlo, determinó la investigación judicial.
ABUSÓ DE SUS HIJOS
Según los testimonios de Leyla y su hermano mayor, Gabriel, Fluke-Ekren abusó de ellos desde que tienen memoria, llegando a considerarla “un monstruo”.
La joven, de ahora 20 años, recordó durante su testimonio ante las autoridades estadounidenses que en una oportunidad Fluke-Ekren le tiró ácido a la cara, dañando su vista. Lo peor, sin embargo, llegaría cuando Volkan Ekren falleció.
Fluke-Ekren vio en riesgo su permanencia dentro del Estado Islámico a causa de la muerte de su esposo, por lo que decidió obligar a Leyla, de entonces 13 años, a casarse con un terrorista de la organización para seguir teniendo influencia y ver realizado su deseo de formar el batallón femenino.
La estrategia de Fluke-Ekren funcionó y comenzó a entrenar a cientos de mujeres y niñas en el uso de armas y chalecos explosivos en la ciudad siria de Raqqa. Leyla, mientras tanto, fue abusada sexualmente por su esposo, quien la dejó embarazada.
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Según las investigaciones, Fluke-Ekren llegó a planear una serie de atentados en suelo estadounidense, incluyendo un ataque contra un centro comercial y otro contra una escuela, aunque estos no llegaron a concretarse. Durante ese tiempo, la mujer se identificó como Um Mohamed al Amriki.
Al mismo tiempo, la mujer se casó al menos dos veces más. Primero con un hombre bangladesí que se operaba drones para el EI y luego con un jefe militar del mismo grupo terrorista encargado de las operaciones en Raqqa.
En el 2017, Leyla aprovechó que el EI perdía terreno en Raqqa para escapar. Llegó a la ciudad de Baghuz, donde las Fuerzas Democráticas Sirias la auxiliaron y posteriormente voló de vuelta a Estados Unidos. Tenía 15 años y estaba embarazada, el hombre con el que la habían obligado a casarse había muerto tras un bombardeo.
La joven entró en contacto con el FBI y crearon una cuenta en redes sociales esperando que su madre la contacte para poder capturarla. Esto sucedió finalmente en diciembre del 2020, Fluke-Ekren le escribió preguntándole si estaba colaborando con la justicia estadounidense pero Leyla le dijo que el FBI no tenía ningún interés con ella.
Fluke-Ekren se entregó finalmente a mediados del 2021 y fue extraditada a Estados Unidos el 28 de enero de este año, donde se inició un juicio en su contra por afiliación a grupos terrorista.
El fiscal Raj Parekh la calificó como “la emperatriz del Estado Islámico” que “lavó el cerebro de jóvenes y las entrenó para morir”. Fluke-Ekren se declaró culpable de los cargos en su contra, pero aseguró que se había limitado a entrenar a las mujeres en técnicas de autodefensa para protegerse de las fuerzas del dictador sirio Bashar al-Assad.
La jueza Leonie Brinkema, a cargo del caso, aseguró sin embargo que no creía en su testimonio pues los chalecos explosivos no podían ser considerados un arma de defensa.
Fluke-Ekren, de 42 años, fue sentenciada por la jueza Brinkema a 20 años de prisión, la máxima pena posible por los delitos cometidos.