Si bien el contexto de crisis que estamos viviendo está impactando negativamente al país, es interesante mirar también que ha puesto en evidencia la oportunidad de implementar políticas públicas de manera más ágil y con amplio alcance. Suspendidas ciertas trabas burocráticas, algunos sectores del Gobierno nacional, como el sector educación, han puesto en marcha respuestas que han sido posibles gracias a la colaboración público-privada. Estas colaboraciones en educación han demostrado ser efectivas y urge sostenerlas para agilizar la recuperación.
Cuando las escuelas se vieron obligadas a cerrar por el COVID-19 surgió la urgencia de mitigar el impacto sobre los aprendizajes. El Ministerio de Educación (Minedu) implementó en menos de 15 días la estrategia multiplataforma “Aprendo en Casa” que, como respuesta inicial a la emergencia, fue efectiva en el alcance que logró. ¿Por qué “Aprendo en Casa” se logró implementar con tanta agilidad? Porque articuló la colaboración con organizaciones privadas superando barreras administrativas y acortando procesos de decisión. Plataformas digitales nacionales e internacionales, así como canales de radio y televisión, se aliaron con el Minedu para reaccionar rápidamente a la emergencia.
Implementar una estrategia de esta magnitud usualmente requiere más de un año por todos los procesos que implica: diseño y revisión de especificaciones técnicas, contrataciones, aprobación de convenios interinstitucionales, etc. Por ejemplo, en el 2016 el Minedu lanzó un curso virtual para 2.000 docentes de inglés en PerúEduca. La plataforma ya existía; no obstante, la implementación demoró seis meses. Por lo mismo, desde mi experiencia en gestión pública desde el Minedu, resalto que “Aprendo en Casa”, si bien requiere varias mejoras de calidad para ser sostenible y falta medir su impacto en los aprendizajes, es un ejemplo de implementación de política ágil.
Ahora bien, ha habido casos previos de colaboración que impactaron positivamente la educación. Uno de ellos fue la colaboración entre el Minedu y CISCO Networking Academy que impactó a 342.000 estudiantes (46% fueron mujeres). El 96% de egresados manifestaron contar con oportunidades de estudios y/o laborales después de los cursos. Otro fue la colaboración entre el Minedu, el British Council y la Embajada de EE.UU. para el desarrollo de un software para la enseñanza del inglés que impactó cerca de 500.000 estudiantes. Asimismo, la colaboración Minedu-Peace Corps logró que 200 docentes de escuelas rurales, en zonas remotas que Minedu no podía cubrir con su presupuesto, reforzaran su inglés.
Estos casos son evidencia de colaboraciones que benefician tanto al sector público como al privado. Al primero le facilita la implementación de sus políticas y los resultados buscados; mientras que al segundo le suma puntos de marketing, amplia su evidencia de impacto y, potencialmente, le abre oportunidades de negocio o financiamiento. Y, lo más importante, las ciudadanas y ciudadanos nos beneficiamos con la colaboración.
¿Qué podemos hacer para seguir promoviendo la cooperación público-privada? Miremos un poco la teoría internacional. Primero, la colaboración funciona cuando ambos sectores se involucran desde el diseño de los proyectos y establecen objetivos claros y medibles (incluso si cada parte tiene intereses diferentes, estos se subordinan al objetivo). Segundo, la colaboración implica alinear capacidades complementarias (experiencia, recursos financieros, talento humano, data, desarrollos tecnológicos, etc.) y funciona cuando las partes transparentan sus capacidades y el alcance de la colaboración. Por último, es necesario definir la responsabilidad de cada parte en el proyecto conjunto de modo que se puedan aplicar mecanismos efectivos de rendimiento de cuentas.
Hoy la educación peruana tiene un desafío enorme: el costo de los aprendizajes perdidos y la deserción escolar, especialmente para los estudiantes más vulnerables. El Banco Mundial estima que las generaciones afectadas podrían percibir un 10% menos de ingresos en el futuro si no se mitiga el daño con políticas educativas integrales. Así, es urgente planear la reapertura progresiva de escuelas garantizando condiciones de salud y seguridad; y en paralelo ejecutar una estrategia de aprendizaje a distancia que garantice calidad de aprendizajes para todos los escenarios educativos. Más que nunca se requiere la apertura de los sectores públicos y privados a planear e implementar juntos soluciones innovadoras que nos permitan superar la crisis educativa.
* Fue coordinadora de la implementación de la Política Nacional de Inglés para la Dirección de Secundaria del Minedu entre los años 2014 y 2016.
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