En el año 2003, una sentencia del Tribunal Constitucional (TC) determinó la obligación de negociar por rama los salarios y condiciones para el régimen laboral especial de construcción civil. Desde entonces, la Cámara Peruana de la Construcción y la Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú han resuelto, por la vía del diálogo y la negociación, 17 pliegos anuales solicitados por esta última. Atrás quedaron las imágenes de noticiero dominical en las que los pedidos de los trabajadores no eran escuchados por los empresarios, su agenda era capturada por políticos oportunistas y terminaban en huelgas, quema de llantas y bloqueo de calles y avenidas en las principales ciudades del Perú.
Esta sentencia del TC ha llevado a dos sectores históricamente antagónicos a asumir una posición de responsabilidad y madurez política, dejando de lado (desde ambas partes) discursos fundamentalistas, para concentrarse en lo más importante: promover unidos un sector construcción competitivo, que genere bienestar y seguridad para sus trabajadores, condiciones estables para los empresarios y, sobre todo, paz para todos. Es así que en estos 17 años, la remuneración de los obreros se ha incrementado en promedio en 119%, un 37% por encima de la inflación, lo que implica un aumento real de su capacidad adquisitiva. Actualmente, la retribución de un peón de construcción es 128% más alta que la remuneración mínima vital y 37% mayor que el ingreso promedio nacional. Al mismo tiempo, esta vocación por el diálogo fructífero ha hecho posible que el empleo adecuado en el sector crezca 60% en 17 años.
El trabajo en construcción es una de las ocupaciones técnicas que requieren más esfuerzo y especialización. Por ello las remuneraciones en esta actividad se encuentran entre las más altas, en promedio. Por otro lado, el empleo en construcción tiene un carácter singular, principalmente en razón de su eventualidad; a diferencia de lo que ocurre en el régimen general, los operarios trabajan temporalmente en las obras, mientras duran las tareas en las que están especializados, luego de lo cual concluye su relación laboral y deben salir en la búsqueda de una nueva oportunidad de trabajo. Esta condición de temporalidad también la tienen los empresarios de la construcción con sus obras. Por ello, es que vemos constantemente a CAPECO pronunciándose en conjunto con la Federación de Trabajadores en Construcción Civil, solicitando más obras, más inversión en infraestructura y en subsidios para viviendas y el cumplimiento de las obligaciones laborales y de seguridad. Se ha consolidado entre ambas instituciones una unidad, que ha permitido consensuar un objetivo común, de cuyo éxito dependen las familias de los trabajadores y las de los empresarios.
La reciente derogatoria de la Ley de Promoción Agraria ha puesto de manifiesto la debilidad del objetivo común entre empresarios y trabajadores del campo y la facilidad con la que un sector tan importante para la generación de empleo y de divisas en nuestro país, puede ser gravemente afectado por agitadores y políticos oportunistas. La relación laboral entre las empresas de agroexportación y los trabajadores del campo se parece mucho a la que existe en el sector construcción. Por ello es válido pensar en la conveniencia de fomentar una relación abierta entre gremios empresariales y sindicales, para que de manera agregada puedan perseguir una agenda común que beneficie a todos y contribuya a trabajar en el clima de paz que todos los peruanos anhelamos para mirar con esperanza el futuro.
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