En el polaco moderno, existe un modismo popular que dice “defender como la independencia”. Esto significa: defender de forma inequívoca y decidida una causa o un valor. ¿De dónde procede esta expresión?
La respuesta a esta pregunta será obvia para cualquiera que desee participar en las celebraciones de nuestro Día de la Independencia Nacional el 11 de noviembre. Se trata de la celebración de un valor que une a decenas de millones de polacos. Es el eco del extraordinario entusiasmo de nuestros antepasados, que, en 1918, tras 123 años de sometimiento, consiguieron por fin su objetivo: recuperar una Polonia independiente en el mapa político de Europa. Es el recuerdo de un gran éxito que todavía hoy nos llena de alegría y orgullo. Una celebración de la perseverancia recompensada y el optimismo, porque en ningún momento nos resignamos a la dominación de tres imperios extranjeros absolutistas. Es una declaración solemne de que consideramos que nuestro propio Estado soberano –nuestro hogar común, organizado por nosotros mismos, y el más seguro garante de nuestros derechos y libertades– es un bien inestimable para nosotros. Un bien por cuya defensa estamos dispuestos a realizar los más elevados sacrificios.
El acontecimiento a partir del cual data la historia de Polonia fue el bautismo del príncipe Mieszko I en el año 966. Desde entonces, hemos contribuido constantemente al desarrollo y la defensa de la familia europea de naciones libres. Lo hacemos conscientes de la rica herencia de nuestra cultura patria, de nuestra propia tradición de pensamiento político y de la singular experiencia histórica polaca.
La historia de la pérdida y recuperación con esfuerzo de nuestra condición de nación ha hecho que nos veamos a nosotros mismos, y al mundo cambiante, ante todo a través del prisma de la libertad y la solidaridad. Recordemos que fueron precisamente estos dos ideales los que en su día hicieron posible el nacimiento y florecimiento de la potencia europea que fue la unión asociativa del Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. También consideramos que son la base del éxito de nuestro futuro y un requisito para la prosperidad de las iniciativas cocreadas por Polonia para la paz y la cooperación en Europa: la Unión Europea, la Organización del Tratado del Atlántico Norte y los acuerdos regionales que los refuerzan, en particular la Iniciativa Tres Mares y los Nueve de Bucarest.
Consideramos que la libertad, la solidaridad y el respeto a la ley son valores fundamentales, inseparables y complementarios entre sí. Creo firmemente que, únicamente basándose en ellos, la comunidad europea resolverá las crisis que tiene ante sí. La descomposición del orden geopolítico mundial, el nuevo y peligroso fenómeno de la guerra híbrida, la preocupación por la seguridad energética, epidemiológica y alimentaria, el cambio climático, las migraciones masivas, el fortalecimiento de la democracia para evitar la tentación del elitismo tecnocrático, la libertad de expresión en la comunicación digital, la responsabilidad social de las empresas multinacionales y el sector financiero, la carrera mundial en el ámbito de las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial y la exploración espacial. Esta es la magnitud de los retos y las transformaciones que determinarán por mucho tiempo la posición de Europa en el mundo. Si los europeos quieren hacerles frente, deben actuar juntos. Deben actuar ahora.
La cooperación será eficaz en la medida en que tenga en cuenta la forma real de la Europa contemporánea. Su característica esencial es la riqueza de las diferencias y singularidades formadas a lo largo de los siglos. De ahí surgió la multidimensionalidad, la creatividad y el atractivo únicos de nuestro modelo de civilización. Esta diversidad interna es el mayor activo de nuestro continente, con todas las consecuencias que ello conlleva, incluso para la integración europea.
Hoy en día, Polonia es un país que se desarrolla con dinamismo y hace buen uso de su deseada libertad y soberanía. Aumentamos sin cesar nuestra capacidad en los ámbitos de los servicios, la agricultura, las infraestructuras energéticas y la defensa. Poseemos fuertes lazos económicos con nuestros socios occidentales en términos de cooperación comercial e industrial.
Somos un miembro leal de la Unión Europea, que multiplica sus éxitos en los ámbitos de la competencia global y la cooperación. Realizamos, además, un esfuerzo considerable para proteger sus fronteras, sobre todo en los últimos meses.
Los polacos están convencidos de que la Unión tiene perspectivas de desarrollo y fortalecimiento interno. Compartimos las mismas aspiraciones y esperanzas que animaron a los padres fundadores de una Europa unida. Queremos contribuir a hacerlas realidad, por nosotros y por las generaciones futuras.
*Texto publicado simultáneamente con la revista mensual polaca de opinión Wszystko Co Najważniejsze [Lo Más Importante] en el marco del proyecto realizado con el Instituto de la Memoria Nacional e con Banco Nacional de Polonia [Narodowy Bank Polski, NBP].
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