El Emporio Comercial de Gamarra (ECG) es, sin duda, la joya de la industria textil peruana. Con casi 40.000 establecimientos que se extienden a lo largo de 20 manzanas en el distrito de La Victoria, este vibrante núcleo comercial ofrece empleo a más de 80.000 trabajadores. Sin embargo, detrás del imponente paisaje de tiendas, colores y telas, se esconde una problemática poco discutida: la gestión de residuos sólidos en este colosal sector textil.
A pesar de su relevancia económica, la industria textil de Gamarra enfrenta grandes retos en términos de sostenibilidad. El flujo constante de producción genera toneladas de residuos, pero pocas son las oportunidades que se han identificado para promover la circularidad en sus procesos. Este vacío en la gestión de residuos plantea serias interrogantes sobre el futuro ambiental de este emporio.
Con el objetivo de arrojar luz sobre esta situación, entre el 8 de septiembre y el 24 de noviembre del 2023, se llevó a cabo el Primer Estudio de Caracterización de Residuos de Centros Comerciales del sector textil. Esta investigación, acompañada de un análisis exhaustivo de las condiciones de los servicios de limpieza, ha permitido un primer acercamiento técnico a la problemática. A partir de estos resultados, se espera diseñar estrategias eficaces para mejorar la gestión de residuos, abriendo la puerta a soluciones más sostenibles para la icónica industria textil de Gamarra.
Este enfoque no solo pretende preservar el entorno, sino también asegurar que Gamarra siga siendo un motor económico clave sin comprometer el bienestar ambiental. El desafío está sobre la mesa: transformar el desperdicio en oportunidad, y convertir a Gamarra en un modelo de circularidad y sostenibilidad en el Perú.
Para obtener un panorama más claro, se seleccionaron siete puntos de muestreo mediante un método aleatorio simple y por conveniencia, realizando observaciones entre las 18:00 y las 21:00 horas durante una semana. Esta franja horaria fue estratégica, dada la resistencia de los representantes de las galerías a proporcionar información sobre el manejo de residuos.
Las galerías seleccionadas, que representan las actividades más típicas del ECG –venta de ropa, servicios de corte y bordado, y comercialización de telas finas– fueron las más representativas del emporio. A través de entrevistas a grupos de interés, se buscó (1) diagnosticar la prestación del servicio de limpieza pública municipal, (2) entender el flujo de residuos sólidos aprovechables y las condiciones laborales, y (3) evaluar la predisposición al cambio de los comerciantes.
Un grupo de estudiantes también llevó a cabo 96 encuestas a comerciantes y actores clave en el primer nivel de la cadena de reciclaje. Toda esta información se recopiló en Fichas de Recolección de Datos que detallaron las características del entorno, el volumen y tipo de residuos generados, y las rutas que siguen los residuos informales.
Los hallazgos revelan que los restos de tela son el principal residuo generado y comercializado, pero en su mayoría bajo esquemas informales. La estructura de recolección sigue un modelo capilar: recolectores individuales pagan al instante por estos restos, que son almacenados en locales informales de calles como América, Jirón Huánuco, Avenida Parinacochas y Nicolás Ayllón. Luego, en un plazo de tres a cuatro días y tras acumular varias toneladas, son trasladados a empresas en San Juan de Lurigancho para ser reutilizados en la fabricación de colchones de bajo costo, almohadas e incluso prendas de vestir.
El plástico ocupa el segundo lugar en volumen de generación. Este material sigue una ruta de almacenamiento informal en el distrito, en zonas no autorizadas entre la Avenida Abtao, Calle América y otros puntos clave. Dependiendo de la demanda, se traslada a empresas en San Juan de Lurigancho y Santa Anita, donde sirve como insumo para fabricar nuevas botellas plásticas.
El tercer residuo más común son los mandriles de cartón, utilizados para enrollar las telas. Estos residuos tienen puntos de acopio temporal en almacenes informales de la avenida Abtao y Jirón Huánuco, desde donde son llevados a empresas en Santa Anita o Villa El Salvador, donde se destinan a la producción de cajas de cartón y otros productos artesanales.
Este circuito de informalidad revela un problema profundo: si bien Gamarra es un motor económico, su gestión de residuos se ve afectada por la falta de regulación y control. La informalidad imperante en la recolección y comercialización de residuos pone en evidencia la necesidad urgente de estrategias que impulsen una mayor sostenibilidad y formalización en este icónico espacio comercial.
La investigación ha revelado serios problemas en la gestión de residuos sólidos, señalando que la Municipalidad de La Victoria enfrenta importantes dificultades para prestar un servicio de limpieza pública eficiente. Tres áreas clave destacan en este análisis, que pone en el centro de la discusión la necesidad de una intervención urgente desde la gestión pública.
En primer lugar, la ubicación y el estado de los contenedores de almacenamiento público presentan serias deficiencias. De los 15 contenedores distribuidos en la zona, muchos no cumplen con las normativas vigentes y la supervisión por parte de las autoridades es escasa o inexistente. La falta de control sobre estos espacios contribuye a la mezcla de residuos, lo que dificulta cualquier esfuerzo de reciclaje y aumenta los riesgos para la salud pública.
En segundo lugar, los trabajadores de limpieza de la Municipalidad de La Victoria se ven perjudicados por la falta de equipos de protección personal (EPP) y herramientas adecuadas. El municipio no entrega a tiempo los equipos y, en muchos casos, la responsabilidad recae en los propios trabajadores. Esta situación vulnera los derechos laborales y expone a los empleados a riesgos innecesarios en su labor diaria.
El tercer problema identificado es el reciclaje informal, una práctica extendida en Gamarra. Los recicladores, que trabajan sin las protecciones adecuadas, segregan los residuos cerca de los contenedores, donde se mezclan los generales con los reciclables. Este manejo deficiente no solo compromete la salud de los recicladores, sino que también perpetúa un ciclo de informalidad que resulta difícil de romper.
Para iniciar un proceso de cambio en esta situación, la gestión pública de La Victoria debe actuar con firmeza. Una de las principales medidas debe ser fortalecer la supervisión de las actividades de limpieza y reciclaje, asegurando que los trabajadores reciban equipos y herramientas en buen estado. Cumplir con este compromiso es esencial para mejorar las condiciones laborales y la eficiencia del servicio.
Es igualmente crucial formalizar a los recicladores informales. La Municipalidad de La Victoria debe liderar un esfuerzo educativo a través de charlas y talleres sobre derechos laborales, prestaciones y seguridad, invitando a los recicladores a integrarse en el sistema formal. Esta medida no solo mejoraría sus condiciones de trabajo, sino que también contribuiría a la construcción de un sistema de reciclaje más ordenado y eficiente.
Por otro lado, las galerías comerciales de Gamarra deben asumir un papel más activo en la gestión de residuos. Invertir en puntos limpios para la correcta separación de residuos, capacitar a los vendedores y generar señalización clara para los clientes son pasos necesarios para transformar la cultura del manejo de residuos. Además, la creación de un comité de control de residuos sería fundamental para gestionar los retazos de tela y otros residuos de manera más sostenible, siguiendo los principios de circularidad y aprovechamiento de recursos.
Sin embargo, estos cambios enfrentan una barrera significativa: la resistencia al cambio por parte de los fabricantes, muchos de los que carecen de conciencia ambiental y pueden oponerse a la adopción de la Responsabilidad Extendida del Productor (REP). Superar esta resistencia requerirá un esfuerzo conjunto de autoridades, empresarios y comunidad. Aunque la inversión inicial para implementar estas mejoras podría ser considerable, los beneficios a largo plazo en términos de sostenibilidad, salud pública y eficiencia operativa justificarán plenamente el esfuerzo.
El Emporio Comercial de Gamarra, con una producción diaria de entre dos y seis toneladas de residuos, está profundamente marcado por la informalidad en la gestión de sus residuos textiles. Aunque predominan los residuos generales y retales de tela, la baja rentabilidad de estos materiales limita su demanda en los puntos de acopio minoristas, lo que refuerza las prácticas informales en su comercialización.
Uno de los principales problemas identificados es la participación de los propios trabajadores de limpieza pública en el mercado negro de residuos. De manera ilegal, estos empleados comercializan plástico y cartón desde la etapa de recolección, desviando materiales directamente desde los camiones recolectores. Esta práctica no solo entorpece la cuantificación precisa de los residuos generados, sino que también perpetúa un sistema paralelo fuera del control municipal.
El sistema informal de gestión de residuos en Gamarra opera con una estructura jerárquica bien definida que involucra a recolectores, almacenes minoristas, comercializadores al por mayor y grandes empresas. Aunque este esquema genera ganancias económicas considerables, estimadas en S/51,27 por noche, expone a los trabajadores a riesgos significativos para su salud y seguridad. La falta de equipos de protección adecuados y condiciones laborales insalubres se ve agravada por la limitada intervención municipal en este sector.
En conclusión, la informalidad en la gestión de residuos en el emporio no solo representa un obstáculo para la sostenibilidad ambiental, sino que también perpetúa condiciones laborales peligrosas y la falta de regulación. La intervención urgente de las autoridades, con enfoques que promuevan la formalización y garanticen mejores condiciones de trabajo, es crucial para transformar esta situación y asegurar una gestión de residuos más eficiente y segura en este icónico emporio comercial.