José García Contto

Para muchos, ya no es novedad la aplicación que develó a finales de noviembre del 2022 la empresa Open AI: , el último gran éxito en la carrera de desarrollo del diverso y polifacético mundo de las aplicaciones de (IA).

La sorpresa no es la IA misma, tecnología que tiene varios años de desarrollo (e inversión), tampoco el formato del chat o ‘bot’ de conversación. Lo novedoso son las habilidades de la aplicación y lo extenso de sus campos de uso (y abuso). Es más, esta versión, GPT-3, ya existe desde el 2020, pero solo ahora está disponible para todos los que tengan acceso a Internet. Su acceso “democrático” también es una novedad. ChatGPT puede resumir fácilmente largos (y difíciles) textos, sugerir recetas, explicar la física cuántica en formato infantil, elaborar ensayos académicos (verosímiles), o sugerir ideas de cuentos o relatos según lo que le instruyamos.

Aparece entonces el “miedo” o peligro de que ChatGPT sea usado para el plagio, algo que ya ha ocurrido en varios países (pues existen aplicaciones anti-ChatGPT, no muy certeras, pero las hay), así como pedidos para prohibir su uso (un iluso intento de control). También existen varios esfuerzos por integrar su uso en diversas metodologías de enseñanza y evaluación.

Lo “sorpresivo” de esta aplicación es el grado (intenso) de verosimilitud de su “” debido a la “naturalidad” de sus respuestas. “Parece” inteligencia naturalmente y “no parece artificial”. Pero hay más. ChatGPT ya aprobó exámenes profesionales para ser abogado o médico en EE.UU., y hay otras pruebas más que aprobó. ¿Puede ChatGPT diagnosticarme? ¿Puede ser mi representante legal en un juicio?

Aún más intrigante: ¿qué evalúan esos exámenes de forma tal que ChatGPT los aprueba? ¿Qué se evalúa hoy en la mayor parte de escuelas y universidades en el mundo, o en el Perú? ¿Qué inteligencia es puesta a prueba con el sistema de evaluación vigente?

Entre los límites reconocidos de esta IA se ha determinado que es difícil para ella elegir una postura cuando se le pide (aunque puede sustentar una postura solicitada con bastante consistencia). Es notable que la calidad de sus respuestas dependa directamente de la calidad de las preguntas (y parámetros) que se le formule; a preguntas tontas, respuestas tontas (vagas o genéricas). Y su gran barrera es la capacidad crítica, creativa u original. Características (aun) humanas, ¿seguirán siendo únicamente humanas?

Durante la pandemia, en la educación se hizo evidente que ciertas metodologías de enseñanza y evaluación eran ineficaces en dicho contexto, pero ¿cuándo fueron eficaces? (exámenes memorísticos, calificar resultados sin evaluar proceso, clases expositivas sin participación, etc.). No es posible afirmar que esas metodologías “tradicionales” han desaparecido producto del largo período de educación remota de emergencia; al contrario, siguen presentes en muchas instituciones.

ChatGPT viene a poner nuevamente en jaque estas prácticas educativas tradicionales (cada vez más obsoletas). Pero no es un jaque mate. Este año, algunas instituciones educativas harán lo posible por reajustar sus programas y estrategias con el fin de incorporar una nueva tecnología en el escenario educativo. Pero muchos en la práctica docente resistirán el cambio (como lo hicieron durante la pandemia), y se abrirá otra brecha digital en el panorama educativo. Una brecha más entre los usuarios “analfabetos” digitales con otro juguete tecnológico (uno más), y los usuarios alfabetos digitales que logran un uso crítico y creativo de esta herramienta para avanzar un paso más en la producción original de ideas.

Esto apenas comienza.

José García Contto es semiotista, Universidad de Lima