Este Diario ha reportado que la deforestación y la actividad relacionada a la minería ilegal en La Pampa, Madre de Dios, ha bajado en 92% en relación con los dos últimos años. Es una gran noticia para muchos detener esa actividad que parecía imposible, y más aún en un área que muchos creían “tierra de nadie”. El operativo denominado Mercurio, que comenzó en febrero de este año, está dando resultados. Este éxito parcial se debe a muchas razones, pero aquí resalto las que considero más importantes: la decisión política, la estrategia y el apoyo de la población y de la autoridad regional.
La minería aurífera ilegal está directamente ligada a los niveles más bajos de degradación social, a la trata de menores, al narcotráfico y otras actividades ruines. Además, debido al uso del mercurio, esta ha venido afectando la salud de la población humana. La Pampa, localizada en el corazón de uno de los lugares con mayor diversidad biológica del planeta, se convirtió en el ejemplo más conocido en el mundo sobre los impactos relacionados a la minería ilegal.
Con docenas de miles de personas dedicadas a esta actividad, cualquier intento de erradicación mal ejecutado corría el riesgo de levantar conflictos sociales impredecibles. Por eso es loable que el actual gobierno haya tomado la decisión política de frenarla. Si bien se hicieron operaciones en administraciones anteriores, dada la ineficiencia estratégica de estos, la colusión de los gobiernos regionales anteriores, la corrupción a diversos niveles, y principalmente la corta duración de las intervenciones, estas no produjeron resultados visibles. El Gobierno entendió que la minería ilegal no es un problema aislado del sector ambiental, sino un problema de todos.
El operativo Mercurio ha seguido una estrategia multisectorial del Gobierno, y con participación decidida de las Fuerzas Armadas. Las declaraciones de la ministra del Ambiente al inicio de la operación conjunta, “hemos venido para quedarnos”, y la continuidad de las acciones al día de hoy, muestran que sí es una política de Estado. Pero hay que resaltar que una estrategia integral incluye una fuerte inversión social para la transición de una economía regional mayormente basada en la ilegalidad a una sostenida en sus recursos renovables, sea a través de mejoras en los sectores productivos agrícolas y agroforestales, en sus recursos de bandera como la castaña, en las iniciativas e industrias locales, y en particular en el turismo.
El apoyo de la autoridad regional, de la sociedad civil en particular y de la población de Madre de Dios, es crucial para este éxito parcial. Sin embargo, es importante resaltar que estos avances no son irreversibles. Es imprescindible continuar y ahondar en cumplir los compromisos asumidos, en progresar con la aún incipiente formalización de la actividad y reforzar el retorno de la gobernabilidad y la legalidad.
Se puede presumir que parte de la población dedicada a esta actividad en La Pampa no ha desaparecido, sino más bien se ha trasladado. Se han detectado otros focos mineros en Cusco, Amazonas, Huánuco, Ucayali y –a menor escala– en otras regiones amazónicas del país. Por ello, es necesario hacer un seguimiento constante de esa dinámica para erradicarla por completo.
Viendo el contexto más amplio, la deforestación relacionada a la minería ilegal representó alrededor del 7% del área deforestada en el país en el 2018. Es decir, una fracción relativamente pequeña del total nacional. Aun en la región Madre de Dios, la deforestación relacionada a la minería ilegal fue algo menor que la mitad del total observado en ella. Sin embargo, cerca del 80% de esta se concentró en La Pampa, que está en la Zona de Amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata. Por eso es muy importante erradicarla en ese lugar. Es el epicentro de la minería ilegal en el Perú y un símbolo siniestro de hasta dónde puede llegar la bajeza humana.
Empecemos por terminar esta actividad en Madre de Dios, la capital de la biodiversidad del Perú, orgullo y gran destino turístico. La experiencia de La Pampa nos está enseñando cómo hacerlo, y también nos da la esperanza de que “sí se puede”.